Con el debate de este domingo entre ambos aspirantes, empieza la cuenta regresiva por conquistar los últimos votos hacia la elección del 6 de junio. Tanto Pedro Castillo (Perú Libre) como Keiko Fujimori (Fuerza Popular) han recorrido una campaña con altibajos. Este Diario consultó con cuatro especialistas sobre las fortalezas y debilidades que se reafirman en cada candidato para estos días decisivos.
En un balance general sobre ambos postulantes a Palacio, el politólogo Paulo Vilca señala que ninguno ha demostrado una suficiente moderación que contribuya a matizar pasivos ni tampoco una capacidad de amplia convocatoria técnica que compita con sus márgenes ideológicos.
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“Se pensaría que las segundas vueltas generalmente abren un camino para que los candidatos disminuyan resistencias hacia ellos; es decir, se moderen un poco para ganar los votos que falten. Pero creo que lo que ocurre en esta campaña es lo contrario. Lo que menos ha habido es moderación”, comentó Vilca a El Comercio. El especialista remarca que esto se debería a la circunstancia de tener dos candidatos diametralmente opuestos entre sí, lo que, en contienda, empuja a un reforzamiento de posturas.
Para la también politóloga María Paula Távara, resulta curioso cómo algunas oportunidades para ganar terreno electoral han sido desperdiciadas por contradicciones. En el caso de Fujimori, quien -de acuerdo a los sondeos- carga con mayor antivoto, se optó por reivindicar al fujimorismo del pasado, mientras que desde la orilla de Castillo no se evidenció gran esfuerzo de mantener coherencia discursiva.
“Castillo, por momentos, buscó la moderación o semi-moderación de su discurso, pero luego desafiaba esos mismos gestos de moderación con lo que terminaba diciendo en sus mítines. En cuanto a Fujimori, se ha visto mayor intencionalidad en sus actos de buscar el mea culpa del fujimorismo, pero también hemos visto que ha retornado a los 90, con personajes técnicos del fujimorismo pasado”, señala Távara.
El politólogo José Incio encierra su calificación en que “ambos han sido muy malos candidatos”. “Creo que los dos han hecho una mala lectura de qué hacer para poder ganar la elección. Hay que tomar en cuenta que los dos pasaron a segunda vuelta con muy poco apoyo electoral y, por ello, se hubiese esperado que tiendan puentes hacia el elector indeciso, pero eso no se ha visto”, indicó Incio.
Kathy Zegarra, también politóloga, explica que lo que ha definido esta campaña es la alta polarización política y ciudadana, lo cual —a la larga— no favorece a ninguno de los candidatos. “A diferencia de otras elecciones, hemos encontrado que ninguno de los candidatos alcanzó el 30% de votos, lo cual indica que una gran mayoría de peruanos no quiere tanto a ninguno. Eso para empezar. Y, luego, a partir de ellos se ha ido desarrollando una polarización política y ciudadana bastante fuerte. Eso es negativo. Sin importar quién gane, será difícil un diálogo entre ambas posturas”, dijo Zegarra.
Pedro Castillo: Los puntos a favor y en contra del candidato del lápiz
“No más pobres en un país rico. Palabra de maestro” es el eslogan de campaña con el que Pedro Castillo suele cerrar sus mítines. Para los politólogos consultados por El Comercio, la frase tiene una carga potente y muy descriptiva de la oferta electoral del candidato de Perú Libre. Castillo, coinciden, ha manejado bien un sello identitario a través de su discurso con los sectores populares, que reclaman cambios y oportunidades de progreso.
Paulo Vilca lo explica así: “Ciertamente, Castillo ha afianzado desde el inicio una imagen de promesa de renovación y de cambio. Ha sabido llegar con un discurso que atiende y entiende el hartazgo de la gente. Sin embargo, creo que el hecho de no haber estado en política antes le abona también un margen de cierta confianza”.
Para María Paula Távara, además de llegar como una figura que representa las demandas del peruano menos favorecido por el modelo económico, al aspirante a Palacio le agrega cierta credibilidad su historia de vida y su carrera profesional.
“Quizás en la Lima más céntrica no se percibe tanto la importancia que tiene, sobre todo en contextos rurales, la imagen del maestro. Y yo creo que Castillo ha sabido explotar esa imagen que le da su profesión. Es un elemento muy sutil que le otorga una legitimidad y –pese a todo error– una credibilidad que no tiene su contrincante”, señala Távara.
Kathy Zegarra indica que el levantar reivindicaciones, aunque la viabilidad de planes no quede clara, es un punto a favor de Pedro Castillo. “Su primera fortaleza es que logra movilizar a los ciudadanos que exigen cambios y atención. Creo que su estrategia es positiva porque, por un lado, moviliza a los ciudadanos que piden un cambio y eso es importante. Es evidente que no todos los peruanos se han beneficiado del llamado ‘boom’ económico. Una cuestión negativa es, sin duda, el desorden que se ha presentado”, sostiene.
Con respecto a la presentación de su equipo técnico, José Incio rescata que el candidato haya reflejado una capacidad de convocatoria de figuras no politizadas y también descentralizadas de Lima. “Creo que ha hecho bien en el sentido de llamar a cuadros no limeños, no blancos y que no son parte del mismo grupo que siempre ha estado en la esfera política. La identidad es un factor que le está jugando muy a favor a Castillo”.
No obstante, también hay aspectos que empañan la carrera electoral del lápiz. Si bien en lo simbólico el discurso de Castillo unifica a multitudes, en el contenido suele flaquear por una falta de aterrizaje práctico. El politólogo Paulo Vilca apunta la notoria improvisación como su principal talón de Aquiles.
“Creo que en su discurso y en su entorno de campaña se ve mucho caos y eso genera un espacio para la incertidumbre. Es innegable que hay un nivel de improvisación y que se le ve haciendo muchas cosas sobre la marcha”, dice.
La especialista María Paula Távara agrega que la etiqueta de “improvisado” tiene también asidero en su conducta evasiva frente a los cuestionamientos sobre la garantía de sus promesas. “Creo que se le sigue percibiendo como un candidato improvisado o menos preparado. Digamos que no le ayuda el hecho de no hablar con la prensa cuando es oportuno o de solo dirigirse a las personas en los mítines y evadir explicaciones técnicas con su conocida frase de que ‘el pueblo decidirá’ cómo se hace tal cosa”, explica.
Tanto Vilca como Távara señalan que otra debilidad en Castillo es su propio entorno y el liderazgo en la sombra que se percibiría de Vladimir Cerrón, secretario general del partido y sentenciado por corrupción.
Kathy Zegarra añade que Castillo fortalece la incertidumbre por su bajo liderazgo sobre la organización política que acoge la candidatura. “Está claro que Castillo no controla al partido. También se ha evidenciado una dificultad para liderar a su equipo de campaña. Por eso vemos contradicciones claras y un sinfín de voceros que después son desautorizados”, refiere Zegarra.
Para José Incio, así como la improvisación, Cerrón y el entorno partidario también son una debilidad destacada en Castillo. “Se ha asentado esta percepción de incertidumbre con Perú Libre por los errores que viene arrastrando desde la segunda vuelta. Primero, porque se percibía que no tenía equipo y también por esta relación ambivalente con Cerrón. Parecía que Castillo tenía todas las de ganar, pero también ha perdido terreno en la campaña con torpezas y problemas a la interna, que han acortado la distancia con Fujimori. Realmente, creo que, en gran parte, la candidatura se ha mantenido más por el antivoto a Fujimori que por méritos propios”, explica.
Keiko Fujimori: Los puntos a favor y en contra de la candidata naranja
En la otra orilla, Keiko Fujimori ha ido por un discurso de continuidad del modelo y algunas pullas directas al oponente. Se la ha escuchado en mítines defendiendo la vigencia del libre mercado y enfatizando que la candidatura de Perú Libre representa una amenaza para la economía.
El politólogo Paulo Vilca sostiene que esta etiqueta de protección del modelo es su mejor carta. “Creo que su principal y quizá una de sus poquísimas fortalezas es que, en contraposición a Castillo, ella personifica la estabilidad económica y la continuidad del modelo, lo que para muchos votantes, inclusive antifujimoristas, es la única opción por marcar”, explica Vilca.
María Paula Távara sostiene que también la beneficia la imagen de política experimentada, con dominio de su propio partido y equipo. “Tiene a su favor la idea de la experiencia. Tiene un entorno que ha sido gobierno y tiene la experiencia política, propia de haber hecho campañas antes. Para un conjunto de la población, es importante la estabilidad económica y ella, en apariencia, garantiza esa estabilidad”, indica la politóloga.
Para Kathy Zegarra, Keiko Fujimori tiene cierto mérito al haber despersonalizado su campaña con un discurso que, en el tramo final, puede haberle generado algunos votos más entre los indecisos. “A pesar de tener el mayor antivoto, rescataría que haya buscado plantearse como si ella representara la democracia, la libertad y el progreso, que son conceptos importantes que remueven los sentimientos de los ciudadanos”, agrega.
Sin embargo, José Incio agrega que, pese a que Fujimori defiende una postura aceptada por muchos en pro del modelo económico, ha hecho más esfuerzo en criticar al oponente que en ser propositiva. “Creo que la campaña de Fuerza Popular se ha enfrascado más en mostrar por qué ‘el otro’ es malo que en por qué ellos son buenos. Creo que el discurso en ese aspecto se le ha ido de las manos, al punto de que la estrategia se convierta en solo difundir miedo. Considero que pudo haber sido más balanceada”, expresó Incio.
Keiko Fujimori carga con pasivos conocidos. Una de sus desventajas más inmediatas, como afirman los especialistas, es la falta de credibilidad. Luego, la acompañan la asociación al fujimorismo más antidemocrático, su proceso por presunto lavado de activos y la sensación de que busca el poder para instrumentalizarlo a su favor.
“Creo que la falta de credibilidad es la debilidad más complicada para ella. Pero, además, tiene varias mochilas pesadas: no solo está el legado de Alberto Fujimori al que se la asocia, sino también su comportamiento político autoritario reciente, y las acusaciones y denuncias por presunta corrupción”, subraya Paulo Vilca.
María Paula Távara refiere: “Es impresionante el esfuerzo que ha hecho en este tramo por construir imagen y protagonizar gestos de moderación y compromiso, y cómo su falta de credibilidad anula todos esos esfuerzos. Quizá funcionan para el votante fujimorista fiel, pero no para otros. La relativa reducción de su antivoto se ha debido más por la campaña de ‘votar por el Perú’ que por sus gestos de contrición”.
Por su parte, Kathy Zegarra expresa que Fujimori carga con una percepción de que sus movidas se dan más por cálculo político y no por una motivación genuina. “Sus actos de pedir perdón a actores políticos con los que su bancada en el Congreso se enfrentó –como los exministros Fernando Zavala y Jaime Saavedra– o de reconciliación con su hermano Kenji se asumen por un gran sector de la población como falsos. Entonces, en ese sentido, pareciese que se la identifica como una persona calculadora y eso, en política, es muy negativo”, concluye Zegarra
José Incio destaca como un error la convocatoria de cuadros asociados al pasado. “Tuvo este mensaje de ‘representar un cambio hacia adelante’, pero luego tuvo estos jales técnicos donde figuraban Carmen Lozada, Alejandro Aguinaga y Francisco Tudela. Sorprende que, teniendo todo el sector de apoyo que tiene, no haya podido jalar técnicos que den garantías y que no estén cuestionados”, puntualiza Incio.