"Las redes sociales no son predictoras de opinión pública"
"Las redes sociales no son predictoras de opinión pública"
Gerardo Caballero

Licenciado en ciencia política y doctorado en comunicación social, el argentino fue asesor en más de 100 procesos electorales. Ahora es consultor en comunicación política para gobiernos en América Latina, labor que divide con el quehacer académico. En las aulas, suele criticar que la comunicación política se vea prácticamente a la reducida a la comunicación electoral. “Ambas están absolutamente imbricadas, pero son diferentes –nos dice–. Lo lamentable y preocupante es que existe algo así como una electoralización de la comunicación gubernamental”.

— ¿Por qué?
Y es que la comunicación desde el gobierno, a diferencia de la electoral, es largoplacista está dirigida no a una parcialidad, sino a todos los gobernados. “Es muy riesgoso electoralizar la comunicación gubernamental”, señala.

— En el Perú, hay analistas que señalan que el presidente Ollanta Humala gobierna como si estuviera en campaña.
Sí, hay una tesis de los 90 que se llamó campaña permanente, que obedecía a una regla básica: hay que actuar como si todos los días se votase. Pero los consensos son necesarios para poder legitimar las políticas públicas.

— Gobernar es construir consensos.
Por supuesto. Y en algunos lugares eso se ha hecho explícito con una línea divisoria, preferentemente ideológica: dividir a las sociedades entre amigo y enemigo.

— Parece ser una constante en América Latina.
Algunos gobiernos intentaron hacerlo de manera mucho más explícita, trazaron una línea tan fuerte, tan contundente, tan ideológica, que en términos electorales les ha redituado. Estos gobiernos han ganado muchas más elecciones de las que han perdido. Pero generalmente producen debates públicos y sociales muy impactantes.

— ¿Qué gobiernos son esos?
Por derecha, Uribe. Por izquierda, los autodenominados gobiernos nacionales populares: el chavismo, Correa, Evo Morales, el kirschnerismo en Argentina, y parcialmente Brasil.

— ¿Ollanta Humala ha sido un caso de estos?
No, Ollanta Humala fue un emergente electoral no establishment, pero se vio fuertemente condicionado con el devenir del tiempo. Ollanta de alguna manera representa la media de los presidentes peruanos: llegan con un nivel de expectativas importante, con un sistema de partidos no roto sino ausente, y terminan con muy mala imagen y generalmente están entre los peores evaluados de toda la región.

— Desde que cayó el fujimorismo, los partidos de gobierno no han podido siquiera presentar una candidatura.
La ausencia de candidaturas tiene que ver con desempeños gubernamentales deficientes. En dos décadas y media los presidentes no ven reelegidos a sus partidos, y terminen en el lote de los peores evaluados en la región. Es un fenómeno sumamente característico casi exclusivo del Perú.

— Desde que asumen, la aprobación de los presidentes en el Perú solo desciende. 
Esto pone en tela de juicio la tesis del ballotage (segunda vuelta): [Los candidatos] construyen mayorías circunstanciales y, muchas veces, ficticias. Todos los presidentes ganaron por ballotage y todos perdieronn su nivel de consenso.

— ¿Debemos eliminar entonces la segunda vuelta? 
No, la segunda vuelta está bien, sobre todo en un sistema de partidos roto. Lo que quiero decir es que no hay que idealizar el porcentaje que uno obtiene.

— ¿Cuánto han cambiado las redes sociales la comunicación política?
Yo creo que son una revolución. Si bien no explican la totalidad de los éxitos políticos, sí pueden explicar gran parte de los fracasos. Las redes sociales están generando agobio en la política: el proceso de rendición de cuenta tiene un formato 24-7 (24 horas al día, 7 días de la semana). Y los políticos ven este dato no de forma anónima, como una encuesta, sino a una persona con nombre y apellido que lo llama traidor, asesino, mal gobernante, etc. Esto obliga a los gobiernos a tener un proceso de escucha más activo.

— ¿Alguna de las redes sociales influyen más en la comunicación política?
Sí, Facebook y Twitter, aunque son muy distintas: Twitter es como una máquina de titulares, impacta en prensa. Facebook es masiva: su audiencia supera a la televisión.

— ¿Ha encontrado alguna relación entre el uso de redes sociales y la popularidad o el apoyo que tienen un político?
No. Las redes sociales no son predictores electorales, ni predictores de la opinión pública. Las redes son el mundo real, pero son un mundo sucio: mucha de la información es creada por perfiles falsos, lo cual genera distorsiones. En Argentina, los dos candidatos que llegaron a segunda vuelta tenían entre 70% y 75% de negatividad (medida en reputación on line) en las redes.

— Usted ha escrito “Ey, las ideologías existen”. ¿Cree que las ideologías siguen presentes en las campañas?
El siglo XXI ha demostrado claramente que las ideologías están absolutamente presentes y que las batallas siguen siendo ideológicas. En el Perú, en una escala del 1 al 10, todos los candidatos están en torno al cinco. Esto no significa que no tengan ideología, sino que el rompimiento del sistema de partidos no ha generado un anclaje ideológico explícito. Las políticas públicas son la cristalización de un pensamiento ideológico y el discurso ideológico es inherente al discurso político. No se puede disociar.

— ¿Y cómo se presentan esas ideologías: como de izquierda y derecha?
La derecha y la izquierda existen, pero están construidas desde otros puntos de vista: los issues [asuntos] que son importantes para definir qué es izquierda y qué es derecha, y también se dan en un formato emotivo identitario que va más allá de la propia definición ideológica. Muchas veces se asocian a perfiles con alto nivel de personalización. Hugo Chávez fue un prototipo de esto: un perfil altamente carismático, hiperpersonalista, que ha montado un relato ideológico desde su modo de comunicarse.

— El slogan del gobierno de García fue “El Perú avanza”, el de Humala es “Perú, progreso para todos”: ¿Hay carga ideológica en ellos?
Sí la hay, pero sucede que en el Perú no se gestó el “mito de gobierno”, que es una narrativa política, una abstracción comunicacional ideológica de un conjunto de políticas públicas. Para que exista debe haber por lo menos una clara coherencia entre el decir y el hacer. No es una expresión publicitaria. Creo que en el Perú no hubo mito de gobierno. Desde mi punto de vista, estos slóganes son poco correspondientes con la realidad. El “avanza” puede tener más que ver con una idea de modernización, de centroderecha, y la idea “progreso” puede ubicarse más hacia la izquierda. Pero están muy lejos de ser la síntesis de un mito de gobierno, porque hay un desacople, a juzgar por los nivels de aceptación con los que el gobierno de García terminó y el de Humala está por terminar, que no han tenido conherencia entre el decir y el hacer.

— ¿Consideras que es posible que Keiko Fujimori gane la presidencia? 
La expresión concreta es: “sí es posible”. En este caso, es posible y es probable que Keiko Fujimori gane. Ello no quita que algo que caracteriza las elecciones peruanas es que son impredecibles. Generalmente, los resultados van en contra de la tendencia previa. Todas las elecciones dieron como ganador a alguien distinto a quien iba primero un año antes.

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