Richard Swing llega al Congreso para responder ante la Comisión de Fiscalización. (Foto: Joel Alonzo/ GEC)
Richard Swing llega al Congreso para responder ante la Comisión de Fiscalización. (Foto: Joel Alonzo/ GEC)
Alicia Rojas Sánchez

Aferrado al título honorífico de doctor honoris causa que habría recibido de una institución mexicana, –protagonista del Caso Swing– se presentó ante la Comisión de Fiscalización acompañado por sus dos abogados y una cuota de histrionismo.

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Cisneros intentó responder durante más de tres horas los cuestionamientos por los elevados honorarios que recibió del Ministerio de Cultura, que alcanzaron los S/175.400. Atrás habían quedado las fotos con el reluciente dorado de las salas palaciegas. La primera sesión de la comisión investigadora, sin embargo, no absolvió las dudas sobre los nueve contratos que tuvo el cantante con el Estado.

El discurso de Cisneros en la sala Raúl Porras Barrenechea se inició con media hora de presentación personal, que se asemejaba a una de aquellas charlas motivacionales por las que cobró o una prédica de su credo religioso. Su tono se elevó cuando se bajó la mascarilla y espetó a los congresistas: “Se ha dicho tanto de mí, aquí estoy, dando la cara. Soy el doctor honoris causa Richard Javier Cisneros Carballido y hoy van a saber de mí”. Debido a esto, los parlamentarios interrumpieron su presentación y le pidieron dedicarse a responder la materia de la citación.

Escenario político

Una de las constantes de la primera indagación del Caso Swing fueron las preguntas y respuestas repetitivas, tanto del invitado como de algunos parlamentarios, así como los ensayos comparativos de Cisneros: “¿Cómo se sentirían Picasso, Da Vinci o Juan Gabriel si fueran convocados al Ministerio de Cultura? No podrían trabajar. Pero para ser congresista se necesita ser mayor de 25 años y peruano de nacimiento”.

Fueron dos los ejes sobre los que giraron las preguntas a Cisneros: sus grados académicos y los hilos tejidos en el Ejecutivo para lograr los contratos. En lugar de aclarar la controversia, él siguió enarbolando grados académicos no concluidos, el doctorado honoris causa y logros deportivos.

“Hice un trabajo para potenciar los espacios de la sede institucional: la torre Kuélap, la sala Paracas, la sala Mochica, la sala Qhapaq Ñan, el auditorio Los Incas y todos los espacios menores que estaban mal implementados”, dijo.

También tuvo la oportunidad para negar relaciones con el alto nivel del Ejecutivo. Manifestó que no conoce al presidente Martín Vizcarra ni tiene ninguna relación con el primer ministro Vicente Zeballos. Incluso intentó hacer un ‘mea culpa’ por mencionar a la exministra Sonia Guilén en un video difundido días atrás. Sin embargo, en el camino dejó rastros de la posible red de contactos que habría tenido para ingresar al ministerio.

Aunque aclaró que no ejerció como asesor de la entonces ministra Patricia Balbuena, comentó que ayudó durante esa gestión al desarrollo de una actividad. “Patricia Balbuena me convoca para desarrollar una actividad, que se llamó Perú Presente, con la participación de todos los clubes departamentales”, declaró.

¿Cómo llegó su nombre a los espacios del poder político? Según el cantante, su primera visita a Palacio de Gobierno fue bajo el llamado de Máximo San Román, exasesor ad honórem de Pedro Pablo Kuczynski. “No recuerdo si fue un día o dos días antes de la primera moción de vacancia de Kuczynski. El ingeniero San Román me convocó porque conoce mis aptitudes en marketing político, para hacer una consultoría ad honórem”, señaló.

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Respecto a sus contactos en Palacio, Cisneros confirmó que se reunió con Mirian Morales, secretaria general del despacho presidencial de Martín Vizcarra; y Karem Roca, asistente administrativa de la misma oficina. Según Cisneros, a Morales la conoció en el coctel que se realizó con motivo de la designación del primer Gabinete de Vizcarra; mientras que el contacto con Roca lo estableció durante la campaña electoral del 2016.

Cisneros reveló que buscó a Morales para presentarle proyectos a fin de dar autonomía al sector deportes –que es competencia del Ministerio de Educación– y para proponerse como parte del grupo de asesores del presidente Vizcarra. “Tuvimos una reunión donde le expliqué algo de lo que conocía, algo de mi experiencia en el marketing político y estrategias políticas, pero lamentablemente no me tomaron porque había que tener un título y un grado”, comentó. Tanto ellas como San Román, la empresaria Susana de la Puente, el congresista y ex funcionario de la PCM Daniel Olivares y el asesor presidencial Óscar Vásquez serán citados a la comisión.

La presentación bastó para que Cisneros confirmara su dominio escénico.

Guillén se presentó

La exministra de Cultura Sonia Guillén respondió ante la comisión, acompañada por su abogado, Wilfredo Pedraza. Aunque contestó la mayoría de consultas, por momentos esquivó los cuestionamientos, no fue concreta en sus respuestas, o señaló que no podía responder porque desconoce los temas administrativos consultados.

Señaló que no conoció a Richard Cisneros. “Si dependiera de mí hacer una evaluación, yo no lo contrataría”, remarcó.

Según Guillén, uno de los indicios de la contratación de Cisneros que llamó su atención fue que los contratos eran firmados con las letras DHC [doctor honoris causa]. “Sé que ese grado no existe y constituía un hecho irregular”, dijo.

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