Pedro no es el mismo desde que volvió de viaje. Ha acumulado poder en desmedro de su socio Vladimir judicialmente atribulado. Para aumentar el desbalance, una ironía: el último ministro en cometer un exabrupto amenazante contra TV Perú, Juan Silva Villegas del MTC, no es del pequeño grupo de Vladimir en el gabinete, sino de la ‘manchaza’ del presidente. También es castillista el primer interpelado de todos, Íber Maraví. Pero la percepción popular es que el radicalismo llega a Palacio vía Cerrón y su interpósito Guido Bellido. En última encuesta de Ipsos para Lampadia, el 83% piensa que Vladimir debe alejarse del gobierno. Y la diferencia entre Lima y regiones no es tan grande como en otros rubros: 90% de limeños lo alucina; 80% del resto del país tiene el mismo ‘feeling’. Vladimir homologa el odio. En el matrimonio, es el que más cólera y pena da.
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El balón, tú y yo
Los dos episodios en los que Bellido pidió o sugirió la salida de ministros, acabaron mal. No le hicieron caso y muchos lo miraron como diciendo, ‘¿por qué no te vas tú?’. El caso del ministro de Trabajo, Íber Maraví, el 30 de agosto, fue el más penoso. Tuvo que tragarse sus palabras ante el orondo sindicalista amigo del presidente. Por eso, cuando se trató del canciller Óscar Maúrtua y el vice canciller Luis Enrique Chávez, el 21 de setiembre, no pidió renuncias, solo las sugirió buscando eco. Y, ahora ya lo sabemos por los chats revelados por El Comercio y Epicentro, participó en la concepción de un comunicado de la bancada contra los embajadores.
El tercer episodio ya no se podía dirigir a reclamar una cabeza. La reincidencia en política solo se perdona una vez. El ataque ya no se dirigió a las personas sino a los conceptos. Había que empezar la semana –el corto plazo para el cerronismo dura 7 días arrancando los lunes- con un tuitazo dogmático, izando una bandera. Guido izó la nacionalización del gas de Camisea, que está en el ideario de Perú Libre y también en el Plan Bicentenario. Además, tiene vuelo histórico: el 9 de octubre, hace 53 años, la dictadura de Juan Velasco tomó los yacimientos petroleros de La Brea y Pariñas.
Antes de seguir, debo despejar una duda. Ya sabemos que Bellido suele escapar a Pedro Castillo, pero, ¿consulta, coordina y planifica todo con Cerrón o tuitea lo que le sale del forro? Le hice la pregunta a un observador amigable de Perú Libre (PL) y cree que Guido tuitea lo que le viene en gana impelido por “su gran frustración de poder”. Que lo impele la impotencia de premier sin predicamento, vamos, es creíble; pero que, al menos, no prevenga a su correligionario y líder sobre lo que piensa hacer, es difícil de creer.
En beneficio de nuestra tesis está el hecho de que, tras cada gesto provocador de Bellido, ha habido un tuit de pleno respaldo de Cerrón. Y, a través, de este, de la bancada partidaria, para pica de los profesores congresistas que ni siquiera son consultados. En esta historia doméstica, Bellido es el mayor operador de Cerrón. Y no ha roto la comunicación ni el acuerdo político básico con el presidente, como les contaré al final.
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Respecto al tema de Camisea, no se dejen atarantar por el fraseo combativo que dice que si el consorcio no acata la convocatoria a negociar, “optaremos por la recuperación o nacionalización de nuestro yacimiento”. En el gobierno ya se ha instalado el pragmatismo de la nacionalización acogida a derecho, sentándose a negociar términos y porcentajes con papeles en mano. La de Bellido ha sido una bulla controlada, un globo de ensayo, una burbuja de gas en un balón sellado. Castillo la enfrío, diciendo el viernes en la mañana en Huaycán, que no hay que hacer “gestos altisonantes”.
Presidente, vice presidenta y el ministro de Energía y Minas, Iván Merino, rápidamente ecualizaron a Bellido anteponiendo la Constitución a la provocación. Una nota sobre un actor de reparto, Merino. No es militante pero sí muy amigo de PL. A ellos les debe su ministerio. Huancaíno con cierto predicamento, lo escogieron para que organizara el debate técnico en la segunda vuelta. Como recordarán, la performance de PL fue tan deficiente, incluyendo la intervención final de Celeste Rojas, esposa de Merino; que el autor del encargo cayó en pasajera desgracia.
Merino recuperó su posición y hoy es ministro del cobre, del oro y del gas, y se lleva mejor que algunos de sus antecesores con los empresarios del rubro (lo sé por fuentes ligadas a estos). Está haciendo funambulismo para alinearse con la campaña nacionalista promovida por PL sin perder su moderación. Vean la ironía, este ministro sugerido por Cerrón calza en la moderación mejor que Juan Silva Villegas, maestro y empresario de origen chotano (es oriundo del distrito de Anguía, donde vivía Castillo hasta inicios de este año), forzado como ministro del MTC y responsable del ya mencionado exabrupto contra TV Perú.
He ahí, antes y después de la gira de la discordia, otro motivo para la pica en el matrimonio: que mucha gente crea que a los peores ministros los impuso Vladimir. Lo que sucede es que, por jerarquía y mérito propio, Bellido acapara los malos titulares. Y, cuando un premier con la personalidad de Guido pierde la batalla del poder y del prestigio, antes de renunciar por decisión del presidente; le queda el forcejeo, el show, y hasta la alharaca confiscadora.
Un reproche rebota sin respuesta en la sociedad político conyugal: ¿Quiénes son peores, los tuyos, los míos, los nuestros? Los celos, la pica, la ironía, las evidencias palpables de que ni Pedro ni Vladimir escogieron a los mejores; han calentado hasta la economía. Una prominente fuente de gobierno, me dice, sobre la continuidad del premier incendiario de la nación: “La decisión del presidente ya está tomada, por eso Bellido se está comportando así”. ¿El episodio de Maraví acelerará la decisión?, le repregunto al prominente: “Mmhhh, no se sabe”, replica realista. Castillo es inescrutable hasta para quienes lo tratan por rutina. El viernes en la noche lo conocieron un poco más. Pero no nos adelantemos.
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Quiero caer contigo
Si se va Guido por decisión presidencial, se tiene que ir Íber sin pena. Lo contrario sería descalificar todas las razones por las que se iría Bellido. Además, tras su caída, el gabinete tiene que reconstruirse y los ajustes se hacen en paquete. Este razonamiento ha estado vigente desde fines de agosto pero no hubo decisión porque hay un empate, un lío de cuerpos y anticuerpos, que prolonga la crisis.
Se instaló la idea de que si cae uno cae el otro; y lo que vivimos hasta hoy es que no cae ni el uno ni el otro. Lo único que podría sacarnos del entrampe es un factor ajeno al presidente: la presión de propios y extraños. En el caso de Maraví, será la vía institucional del Congreso. Ya veremos si la oposición tiene los votos. En el caso de Bellido, es el fortalecimiento del bloque ‘anti Cerrón’ en el gabinete. Aníbal Torres y Francke ya no están solos. Maúrtua tiene que apoyarlos porque el encono de Bellido lo ha empujado a ello; Anahí Durand ya se tragó demasiados sapos y Francke es su correligionario; y hay otros ministros que se sienten presionados por pedidos de PL, como Roberto Sánchez del Mincetur (y de Juntos Por el Perú), o Geiner Alvarado de Vivienda, y no les vendría mal el cambio de la correlación. El comunicado de los cuatro partidos de izquierda (Nuevo Perú, JPP, Frente Amplio y PL), lanzado el jueves, es un ambiguo respaldo al estado de cosas con Bellido, promovido por PL y firmado sin convicción por los otros tres.
Lo fundamental para este bloque en ciernes ha sido, esta semana, la decidida participación de Dina Boluarte. El chat develado confirma que el partido ya la da por perdida. Ella lo ha reconfirmado con un comunicado de Qali Warma, el programa de alimentación escolar en su cancha del Midis, que la emprende contra Bellido por haber insinuado que ellos no compran a proveedores nacionales. Con este fuego cruzado, Boluarte se coloca como una opción para reemplazar a Guido, en caso que Castillo baje por fin el dedo y no se convenza de jalar a un premier fuera de su entorno.
Mi pata Íber
Guido no ha perdido la cartera pero sí mucho poder y prestigio. ¿Qué importa perder, además, la coherencia? Es así que, en impúdica contradicción con su postura hacia Maraví cuando le pidió su renuncia, ahora se volvió su principal defensor, al punto de amenazar al Congreso con hacer una cuestión de confianza en su conferencia de prensa del miércoles 29.
Bellido agarró a sus ministros por sorpresa. La cara de Dina Boluarte, que lo acompañaba en la mesa, delató su asombro. Aníbal Torres, que también estaba a su lado, se tragó la pica. Casual o no, Bellido estaba flanqueado por sus enemigos internos que se sintieron burlados al darle a la provocación rango de gobierno. Lo tuvo, pero a medias: El Congreso, en réplica realista, quiso salir de dudas y mandó una delegación presidida por María del Carmen Alva a hablar con Castillo. Este les dio a entender –según los asistentes- que no había cuestión de confianza en su agenda, aunque al día siguiente lanzó un tuit ambiguo.
Todas las fuentes que me dicen, sin darle más vueltas al asunto, que la caída de Bellido es una decisión tomada pero postergada; se toman un respiro cuando pregunto sobre Maraví. Al presidente le cuesta mucho prescindir de su colega sindicalista, clave, además, en el proyecto partidario que tiene por delante sobre las bases de la Fenate Perú. Una fuente contó que se le oyó a Castillo indagar por el nombre de un posible reemplazo en el Ministerio de Trabajo. También me dijeron que Maraví pidió al presidente, antes de irse, que le diera la oportunidad de defenderse ante el Congreso. Oportunidad que, por cierto, no la tuvo el ex canciller Héctor Béjar, a pesar de que la pidió.
Maraví ya fue al pleno, cubileteó y replicó. El Congreso no tiene plazo para presentar la moción de censura y, si demora en hacerlo, Castillo también podría demorar la ejecución de los cambios que los moderados que le reclaman. ¿Esperará una nueva provocación del cerronismo y del premier que tiene más respaldo en su bancada que en su gabinete, un nuevo chat donde no solo agarren de punto a los ministros sino a él, más destapes, más movidas de la oposición?
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El viernes se precipitó una reunión en Palacio. Temprano, en la tarde, estuvieron Torres y Francke, dando la impresión de que el presidente buscaba el aliento del bloque anti cerrón antes de sacar el cuchillo largo. Con Francke tenía un tema clave que decidir: la designación de los 3 integrantes del ejecutivo en el directorio del BCR. Era ese trío equilibrado hacia la centro izquierda (Roxana Barrantes, José Távara y Germán Alarco) el que costó semanas conciliar y demoró la ratificación de Velarde.
Boluarte llegó de viaje, poco antes de las 8p.m., y participó por poco tiempo en el conciliábulo castillista antes del gabinete extendido. Según mis fuentes, y acá viene la sorpresa, Castillo les habría dado a entender que no quiere prescindir de Maraví –llámenle terquedad del poder si quieren- y que no descarta hacer cuestión de confianza por él. Ahora se entiende porque Bellido dijo ayer que él responde a ‘lineamientos’ del presidente. El matrimonio sigue vigente y el hijo díscolo aún obedece. Pero, cada cual, mantiene sus espacios. Si Vladimir conspira con su bancada contra los ministros que no le gustan; Pedro los protege y trabaja con ellos al margen de la agenda y de los intereses del partido.
Sobre la caída de Bellido y de los ministros que lo acompañarían en la salida, eso se verá hacia fines de mes. Tal es la idea que las fuentes que creyeron que el viernes se precipitarían los acontecimientos, tenían ayer sábado. El presidente había tomado la firme decisión de comunicar al gabinete que su indecisión entraba en una nueva fase.
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