El miércoles pasado, sonó el teléfono de Keiko Fujimori. Era Álvaro Vargas Llosa quien le contó, grosso modo, que su padre, Mario Vargas Llosa, había recibido una llamada del presidente Francisco Sagasti, pidiéndole que ayudara a que la campaña de Fuerza Popular bajara las revoluciones, pues los ánimos están muy caldeados en el Perú. Keiko estaba con tres miembros de su entorno de campaña. Uno de ellos me ha confirmado la llamada, aunque no me pudo confirmar que Álvaro le hubiese dicho que Sagasti pidió a su padre, explícita y enfáticamente, que instara a Keiko a aceptar su derrota. Al parecer, esa versión sazonada es la que llegó al programa de Beto Ortiz, que destapó el affaire el jueves en la noche.
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Lo que sí me dijo la fuente fujimorista es que Keiko interpretó que Sagasti había sido impertinente, pero dijo a los testigos que no mencionaran la llamada a nadie porque no le parecía prudente meter al presidente en la danza. Si se filtró el asunto, dice mi fuente, puede haber sido por otros círculos, a saber, los vargasllosistas y los palaciegos.
Lo que también sabemos es que al escritor no le hizo gracia que lo llamen. Álvaro ha contado a El Comercio y RPP que, luego de hablar con Sagasti, su padre le contó la conversación y le dio dos encargos: que le trasmita a Keiko su apoyo en la decisión de impugnar actas (de ahí, la llamada que mencioné al principio) y que tuiteara en su nombre lo siguiente: ”Tengo autorización de Mario Vargas Llosa para publicar que a, su juicio, es indispensable que autoridades electorales revisen actas impugnadas en la segunda vuelta y que ellas, sin interferencia política, deben determinar el resultado de unas elecciones cuyo resultado aún es incierto”.
¡Pasen el contacto!
En sus descargos y precisiones, Álvaro no ha revelado el contenido del mensaje de Sagasti, pero asegura que no tuvo nada de inconstitucional ni írrito y cierra el paso a los pedidos de censura que el Parlamento puede hacer a partir de esto. También dijo que él no filtró nada y sugirió tener en cuenta, como presuntos correveidiles, a los varios intermediarios que se le ofrecieron al presidente para llegar al escritor. En efecto, una fuente palaciega me confirmó que hubo mucha gente a la vez buscando el contacto de Vargas Llosa. Cuando este recibió la llamada, ya tenía una docena de alertas de que esta llegaría.
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O sea, entre el entorno de Keiko, el de los Vargas Llosa y el de los intermediarios a los que recurrió distinta gente de Palacio para llegar al premio Nobel se pudo ir sazonando la historia sobre que el presidente le pedía a Vargas Llosa que convenza a Keiko de aceptar una derrota. Que Vargas Llosa, indeclinable en su respaldo a Keiko, le incomodara la llamada, es una cosa; que Sagasti le pidiera explícitamente que la convenza de tirar la toalla, es otra. En su tuit del jueves en la noche, dijo: “La tarea de un jefe de Estado es hacer que el país mantenga la serenidad y la calma en momentos difíciles y complejos. En ese esfuerzo me puse en comunicación con varias personas que, entendía, tienen contacto con ambas candidaturas”. Una de ellas fue Vargas Llosa.
La idea de llamar a personalidades para pedirles que contribuyan a la calma no fue exclusiva de Sagasti. Según mis fuentes, la primera ministra Violeta Bermúdez fue de la misma idea e hizo lo propio llamando a Beatriz Merino para que la ayudara a contactar a Vargas Llosa. Mientras tanto, el presidente ya lo había contactado por otra vía. Todo esto sucedió durante el consejo de ministros. Por supuesto, he consultado al despacho presidencial para obtener los nombres de otras personas a las que llamó Sagasti, según dice en su tuit, pero no tuve respuesta.
Otros incendios
Si en la mañana del viernes el mayor foco del incendio nacional estuvo en Palacio de gobierno y se preveía la posibilidad de que el Congreso, o por lo menos Luis Valdez, presidente de la comisión de Constitución, con el que Sagasti había cruzado espadas el jueves; aprovechara el incidente para un contrataque; ese fuego amainó y el JNE empezó a crepitar con la propuesta de ampliar el plazo, vencido el miércoles, para la presentación de solicitudes de nulidad de actas. El presidente, por un rato, respiró tranquilo, pero al ver los otros focos de incendio, volvió a estresarse.
Todo este capítulo de la crisis electoral ha sido azuzado por quienes tienen la certeza de que Sagasti, hombre de centro izquierda, tendría un cariño por la opción de izquierda dura de Pedro Castillo. Sin embargo, no tenemos indicios de que esto sea así. Tampoco tenemos indicios de que la polarización electoral lo haya cogido al punto de que Keiko sea su secreto mal menor. Más bien, Sagasti parecería estar cerca de la posición del Partido Morado, del que se ha apartado mientras esté en la presidencia. Tras acercarse a Castillo semanas atrás, el PM perdió entusiasmo por el profesor y optó por no apoyar institucionalmente a ninguno de los candidatos.
Actualización: Apagado el fuego en el JNE con la decisión de mantener los plazos, Keiko Fujimori, en contraste con su posición inicial de no referirse al presidente, lanzó fuego contra Palacio, tuiteando: “El presidente Sagasti no debe interferir en mi legítimo derecho a defender nuestros votos (...) El presidente no genera calma, todo lo contrario”. La palabra ‘interferencia’ es un calculado combustible. Esta historia no quiere terminar.