En el segundo piso de un edificio del portal Nicolás de Piérola en la Plaza San Martín, hasta hace dos semanas, había un constante crujir de puertas. Cada una tenía un cartelito hecho a mano: Salud, Cultura, Energía y Minas. El visitante tocaba, le decían que pase, y encontraba a un grupo discutiendo perfiles, nombres y agenda de cada sector. Era el aparato que montó Perú Libre, bajo la coordinación de Dina Boluarte, para afrontar la transferencia. Varios de los que visitaban el edificio habían venido desde sus regiones y otros –como el que me ha dado esta descripción- fueron convocados por uno de los tantos intermediarios que creía que podía cortar una tajada del jamón junto a Castillo y Cerrón.
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Pocas fueron las decisiones que se tomaron en el local de la plaza de las protestas. En realidad, los nombres de los hombres que llevarían los fajines ministeriales (apenas hay dos mujeres), se barajaron en la casa de Breña donde despachaba Castillo a veces con Cerrón; en una casa entre Miraflores y San Isidro gente ligada a Perú Libre entrevistó a varios candidatos, tal como conté en la crónica “Mi gobierno por un sombrero” del 30 de julio; o en simples coordinaciones telefónicas. Los asiduos de la Plaza San Martín no han escogido ministros; pero podrían beneficiarse con una política de copamiento, eso sí.
La PCM sí o sí
Antes de los nombres, hubo vagos criterios. No estarán escritos en papel o en piedra; pero se han cumplido. Uno de ellos, según me lo dijo una fuente aliada a Castillo, es que los ministros saldrían de 3 canteras distintas: el partido, los aliados y personalidades independientes. En efecto, hay de las 3. Pero no se empezó en orden. Lo previsible hubiera sido arrancar fijando la cuota del partido, ¿pero acaso a Perú Libre le sobraban los cuadros ‘ministeriables? Ante la carestía, lo que siguió fue la improvisación: abrir las puertas a los ajenos mientras los propios se forjaban en el trabajo del Plan Bicentenario; en la campaña (la de la segunda vuelta en sí y la de la defensa de los resultados); en la vocería y el debate técnico; en la transferencia y, ‘last but not least’, en la bancada.
Este caótico proceso hizo que algunos aliados e independientes creyeran que podían tomar más ministerios de los que finalmente tuvieron. De ellos salió la idea de que el primer ministro podía ser un independiente, que nunca fue voceada por Castillo o Cerrón. Fue una leyenda urbana (y muy limeña), de la izquierda moderada y del antifujimorismo. Que algunos visitantes de Breña hayan percibido esa apertura en sus conversaciones con Castillo, fue un pecado de ingenuidad. Una fuente de Nuevo Perú me dice, en cambio, que ellos nunca pensaron otra cosa y si vieron un candidato a PCM con predicamento en PL, ese era Roger Nájar.
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La denuncia sobre la hija que Nájar tuvo con una adolescente y tardó en reconocer, fue lapidaria. Pero el proceso abierto a Guido Bellido por apología al terrorismo es una mancha tan seria como el antecedente judicial de Nájar. Le bajaron el dedo a Nájar para ungir algo igual de controvertido. Una explicación de la selectividad en la reacción de PL, me la dio uno de los aliados: la bancada ha cobrado creciente importancia en el juego de sillas del poder. Ya no solo ronca Cerrón, sino que roncan junto a él los camaradas con curul. Bellido es uno de ellos, Nájar no. Bellido, además, según le ha contado al corresponsal de El País, fue quien propuso a Cerrón que Castillo fuese el candidato presidencial del partido. Si el presidente no lo sabía, que se entere ahora que su primer ministro fue quien le dio el chance.
Ceder el MEF a Nuevo Perú, el partido del que es miembro Pedro Francke, ya era bastante, para la lógica sectaria de PL avalada por Castillo. Solo el miedo a tomar un aparato tan grande sin cuadros para ello, puede explicar que hayan cedido el puesto a Nuevo Perú. Y tan eficaz fue Francke como vocero político y tanto trabajó el equipo de NP coordinado por Anahí Durand en el Plan Bicentenario, que aceptaron darles otro ministerio. Pero está clarísimo que PL recela de NP. Por eso, en el debate técnico, no quisieron que participe nadie de NP. El pésimo resultado descuadró al partido, pero eso duró poco. PL volvió a la carga a tomar su cuota del gabinete, incluida la PCM, y a arrinconar a los independientes en la bancada.
NP se había ganado, por pacto y plan, una cartera además del MEF. Ellos, como me lo ha confirmado su secretario general, Álvaro Campana, hubieran preferido un ‘ministerio social’, el MIDIS o tal vez ambiente. Al final les ofrecieron el ministerio de la Mujer, que también es social y no dudaron en aceptarlo para Anahí Durand. Lo del Midis fue una ilusión de NP, pues semanas atrás mis fuentes ligadas a Dina Boluarte, me aseguraron que ella se pondría ese fajín, como en efecto ha sucedido. Y, ojo, ella es militante de PL, aunque se ha estado labrando, en sus redes y en sus gestos, una imagen algo distante del radicalismo del partido.
Todos los aliados y algunos ministros independientes –la tercera cantera- fueron sorprendidos por la designación de Bellido. Nájar fue desestimado en la víspera de la juramentación en la Pampa de la Quinua y tras evaluar la posibilidad de que Dina Boluarte asumiera la PCM –como les conté en la crónica “Mi gobierno por un sombrero”- se impuso la carta polémica. “El poder es para ejercerlo”, se suele decir en círculos autoritarios, y PL tiene más poder del que había soñado. Con Bellido están ejerciendo apenas una porción de lo que sienten que les corresponde. Falta bastante por ejercer y por copar.
En esa lógica del poder autoritario, las reacciones de la oposición son naturales e inevitables, es pura dialéctica de contrarios. Ya Cerrón anticipó que la investidura será “la colisión de dos mundos, el criollo y el andino. Cada uno expresará su interés de clase subjetivo u objetivo (…), materialista o metafísico” (tuit del 4/8/21). Lo que no anticipó es que la primera colisión no sería con la oposición, sino con un aliado, Pedro Francke. Según mis fuentes, Francke, enterado de que Bellido, a quien tenía identificado junto a Guillermo Bermejo como su principal crítico en la bancada de PL, sería su premier; prefirió declinar. Se lo dijo a su partido y este respetó su decisión, pero medió para que al día siguiente volviera al redil y se respetaran sus condiciones: que Bellido declare a favor de la estabilidad macroeconómica y en contra de la homofobia, y que lo dejaran trabajar tranquilo. Lo primero se hizo inmediatamente en un comunicado de prensa y un tuit; lo segundo nadie sabe si se cumplirá.
Puros y duros
Le pregunte a Campana, el secretario general de NP, qué perspectivas venal gobierno y a su alianza y me dijo: “Vamos a dar un respaldo afirmativo. Me parece importante reconocer el papel del partido de gobierno, pero hace falta una instancia de dirección colectiva”. En otras palabras, Campana pide que esto no sea un gobierno de cúpula opaca, sin transparencia; sino que se visibilice el espacio en el que aliados e independientes orienten los pasos de Castillo. Evitó adjetivar a Bellido, pero de hecho NP ha sido sorprendido. La izquierda pura y dura nunca había llegado al poder y ninguno de sus dirigentes quiere que esto acaba tan mal o peor que como ha empezado.
La tercera cantera ministerial, la de los independientes, ha aportado al profesor Juan Cadillo a Educación y, de algún modo a Hernando Cevallos al Minsa. El caso de Cevallos es peculiar, porque es miembro de un pequeño grupo que fue una escisión del Frente Amplio y supo labrarse buenas relaciones a la vez con Castillo y Cerrón. Entendió mejor que otros la condición bifronte que se volvió notoria tras la juramentación del gabinete. Alguien que observa de cerca Castillo me dice que en los últimos tiempos, Francke, Cevallos y Cadillo se han convertido en una suerte de equipo técnico del presidente, a quienes este convocaba para tratar los temas que más le preocupan: economía, salud y educación. En ese sentido, sirven de contrapeso al partido.
Surgió otra idea para armar el gabinete y mis fuentes no están seguras si se incubó primero en Castillo o Cerrón, pero ambos la comparten. Ya estaba lanzada en la segunda vuelta cuando se habló de aliados, pero recién cobró fuerza algunas semanas atrás cuando decidieron convocar a otros partidos de izquierda al gabinete. Un dirigente del Frente Amplio (FA) me contó que ellos no buscaban un ministerio. Sin bancada, ¿qué podrían pedir?. Sin embargo, en una reunión con Marco Arana y otros dirigentes, en la que estuvo Castillo sin Cerrón, este les ofreció una cartera. No quedó claro cuál sería, y después les precisaron que la única disponible era el Produce. Mi fuente me cuenta que, aunque tenían la libertad de escoger cualquier ministro, se habían percatado, con suma claridad, de que Castillo quería ministros de regiones, así que pusieron al ex congresista puneño Iván Quispe. No hay ni de lejos paridad de género, pero sí se persigue la paridad regional. Y se ha superado. Ya lo veremos.
Otro criterio que quedó muy claro para los frenteamplistas reunidos con Castillo, es que el mismo ofrecimiento hecho a ellos se les hizo a otros partidos de izquierda, por eso Ciro Gálvez de Runa fue a Cultura y Roberto Sánchez de Juntos Por el Perú (a su vez aliado de Nuevo Perú) fue al Mincetur. Sin embargo, la generosidad de izquierda fue selectiva. Patria Roja, el más viejo partido de la izquierda dura no recibió tal ofrecimiento. Al contrario, recibió un tremendo golpe: El ministerio de Trabajo, en manos de Íber Maraví, dirigente magisterial ayacuchano, enemigo de la hegemonía de PR sobre el Sutep, formalizó la inscripción del Fenate, sindicato rival del Sutep. Una mano de Castillo se abre a algunos aliados; la otra, permanece cerrada y sectaria.
Una mención aparte para Marco Arana: conoce a Castillo por sus comunes raíces políticas cajamarquinas. No solo ha recibido un ministerio de manos del presidente sino que, en el primer día de registro de visitas a Palacio de Gobierno, aparece su nombre en la nómina. Si recordamos que Arana no estuvo en el gran encuentro de las izquierdas que Cerrón promovió en Huancayo en el 2019, pues tiene serias discrepancias con aquel; he ahí una figura de izquierda pura y dura –sin el radicalismo incendiario y los antecedentes penales del otro, hay que decirlo- cuya influencia sobre el profesor podría ser otro contrapeso de Cerrón y Perú Libre.
Queremos obras
Desde muy temprano mis fuentes notaron que Perú Libre se quería reservar los ministerios de mayor ejecución presupuestal y obra concreta: MTC, Vivienda y Agricultura. En el mejor de los casos, ello se debe al afán de capturar espacios para el clientelismo político, buscando la aprobación al que hace obra. En el peor de los casos, se trata de capturar renta para el partido, y hay que encender todas las alertas de corrupción. Veamos el caso de Vivienda. Pude confirmar, a través de fuentes ligadas a él, que George Forsyth tentó la posibilidad de contar con ese ministerio, lo que tendría mucho sentido si más tarde se decide a postular al sillón de Lima. También lo tentó Daniel Salaverry, quien, para más señas, es empresario constructor además de político. Finalmente, la cartera quedó en alguien seleccionado directamente por el partido, Geiner Alvarado, funcionario con experiencia en la región Amazonas (recuerden la nueva paridad), que nombró a un jefe de gabinete de asesores cuestionado, Jack Gary Salazar, y lo reemplazó por otro igual o más cuestionado, Salatiel Marrufo, investigado por su presunta relación con la banda ‘Los malditos del azúcar’, que fue investigada por Juan Carrasco, el actual ministro del Interior. Vaya choque dentro del gabinete de choque.
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El MTC es el codiciado botín de la ejecución y obra descentralizada, acorde, además, con la prédica de Castillo a favor de asfaltar los caminos rurales. Recuerden que Martín Vizcarra cuando ingresó al círculo de PPK, pidió dos ministerios, el MTC, que lo condujo él, y Vivienda, que lo condujo Edmer Trujillo, su ex gerente en el gobierno de Moquegua. Era previsible, pues, que Perú Libre tomara ambos ministerios y les sumara Agricultura, otra cartera de gran ejecución descentralizada.
En resumen, en un gabinete de 19, Bellido ha afirmado la cuota partidaria. 8 carteras son de PL o están ligadas directamente a su influencia (MTC, Agricultura, Vivienda, Trabajo, Energía Minas, Midis, Ambiente y la PCM) y ha superado la paridad regional. 11 ministros han hecho su carrera fundamentalmente en regiones. Otros dos, la apurimeña Dina Boluarte y el chotano Aníbal Torres, han hecho su carrera en Lima. De colofón, es un gabinete con clara mayoría izquierdista pues, a las carteras que controla PL, se suman las 5 de sus aliados, siendo el más moderado, un militante de Nuevo Perú como Francke. Tres variables y razones para ser un ‘gabinete de choque’, expresión que el propio Castillo usó ante un candidato a ministro que así me lo contó. El choque tiene un primer round este mes, antes de que se cumpla el plazo de 30 días para que el desconfiado Congreso le dé su confianza al desconfiado gabinete.
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