—¿Le tomó por sorpresa su nombramiento? Supuestamente todo iba parejo con Javier González-Olachea y, de pronto, usted es nombrado como nuevo canciller.
Claro que me tomó por sorpresa, por supuesto. Yo era el director ejecutivo del Plan Binacional Perú-Ecuador cuando me llamaron.
—¿Y ya nos puede contar por qué se retira González-Olaechea?
Podría decirlo si es que lo supiera, pero no lo sé y tampoco he preguntado. Es una atribución de la presidenta.
—Entonces, la leyenda urbana de que hubo una pelea, de que hubo celos y un fuego cruzado es básicamente una leyenda.
Mire, yo quiero decirle algo muy sincero. Desde que he entrado, ya he tenido cuatro Consejos de Ministros. Siempre que se han referido al excanciller han sido sumamente respetuosos, nunca han dicho nada malo. Yo no puedo decir otra cosa que no sea la verdad.
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—Digamos que no ha dejado la estela de Alberto Otárola...
¿Cuál es la estela de Otárola?
—Bueno, creo que es el “innombrable”...
Pero no ha sido canciller.
—Pero ha sido ministro...
La verdad es que lo único que se puede hacer en estos casos –y no es aconsejable– es especular por qué hay mil especulaciones sobre la salida. Incluso hay cuestiones que tienen que ver con su afiliación partidaria. Francamente, todo eso es especulación pura y dura.
—Bueno, ya lo anuncian como candidato presidencial del PPC.
La verdad es que yo no lo he presenciado ni lo es escuchado. Conociéndolo a Javier, que somos amigos, es un caballero, y no creo que no le haya dicho la presidenta: “Ok, mire, yo tengo este legítimo derecho, quiero ejercerlo”.
—Hablando de legítimos derechos ha llamado la atención por qué hemos pasado de un canciller muy locuaz a uno que no se atreve a decirle a Maduro dictador. ¿Nos podría explicar este cambio en cancillería?
Creo que es esencial mantener una debida comunicación con la prensa. Cuando me nombraron yo dije que hay tres cosas realmente importantes: en primer lugar, que lo que ocurre en Venezuela es una cosa muy grave y nos preocupa. Lo segundo es que nosotros estamos por una solución de Venezuela por los venezolanos. Eso dije, pero se tomó completamente equivocado.
—Se tomó como que le tiraba el muerto a los venezolanos.
Correcto. Y no es verdad.
—¿Entonces, qué va a pasar con Venezuela? Varios presidentes, incluso, le siguen demandando a la OEA que se resuelva esto. Edmundo Gonzales está en España, la propia María Corina Machado sigue pidiendo apoyo internacional...
La comunidad internacional, los países que estamos interesados y así lo reafirmamos en varias reuniones en los márgenes de las Naciones Unidas, reafirmamos que nosotros no vamos a reconocer los resultados de esas elecciones. Maduro, y esta es la posición del Perú, no puede, no debe, no le es permitido arrogarse el derecho de decir quién gana en una elección.
—¿Entonces usted no reconoce a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela?
Ahora él es presidente de Venezuela. Lo que no estamos reconociendo es el resultado de las elecciones que Maduro proclama.
—¿Apoya la iniciativa de unas nuevas elecciones?
De ninguna manera. El pueblo venezolano habló y habló clarísimo. El tema hoy es que Estados Unidos quiere profundizar y ampliar el número de sanciones económicas a ciertos personajes de la política venezolana. Lo que tampoco quieren ellos, ni nosotros, es sancionar al país.
—La diplomacia también implica alzar la voz cuando hay violaciones o situaciones oscuras. ¿Por qué no llama a Nicolás Maduro dictador?
Primero, porque es un nombre político. Sabremos si se convirtió en dictador el 10 de enero.
—¿En este momento Maduro es un demócrata?
No, tampoco, tampoco. La presidenta Boluarte ya lo dijo: nosotros no vamos a acompañar a ninguna dictadura.
—¿Y cómo llama al momento actual que vivimos con México? Le hago la pregunta porque hemos visto a la ex primera dama Lilia Paredes, la esposa de Pedro Castillo, en un palco invitada aunque se quedó dormida durante la juramentación de Claudia Scheinbaum. ¿Esto es una afrenta a Dina Boluarte?
En primer lugar, quiero decir que para mí este tema es muy doloroso por varios motivos. Con México tenemos una relación histórica. El intercambio entre México y el Perú siempre ha sido muy fuerte, muy tradicional. En segundo lugar, yo he tenido el honor de servir en nuestra embajada en México cuando era el ministro consejero de la embajada, el segundo a cargo y doy fe: es realmente un pueblo espectacular. Entonces, nos duele doblemente lo que está sucediendo y es algo que nosotros no comprendemos totalmente. Estamos plenos y llanos para, ante alguna señal positiva, corresponderla, porque sabemos que la historia de los pueblos va mucho más allá de cosas muy puntuales, de coyunturas y de personas.
—¿Con la salida de AMLO puede mejorar en algo la relación?
Yo espero. Además, la presidenta Sheinbaum es una mujer sumamente inteligente, muy versada en muchas cosas y también, obviamente, en la política latinoamericana. Estoy seguro que va a pensar mejor, sabrá aquilatar que nosotros hemos guardado siempre luego las obligadas acciones. La salida del embajador Monroe nunca nació de nosotros.
—Y si la relación con México está en la congeladora, ¿podríamos decir que la relación con Venezuela está rota?
Totalmente. Ellos nos cancelaron. Venezuela decidió romper relaciones diplomáticas y consulares.
—¿Y tiene visos de solución?
Quizás el 11 de enero, pero por ahora todo está muerto. Nosotros estamos abogando por una solución que sea demócrata y que devuelva a Venezuela la paz, la estabilidad para que puedan crecer.
—¿Cómo se define? ¿Es el canciller rojo de Dina?
También me han dicho madurista y hasta que Cerrón me puso en el puesto.
—¿Lo recomendó Cerrón?
A Cerrón no lo conozco.
—¿Entonces es el canciller rojo, el canciller del socialismo del siglo XXI?
Soy el canciller que piensa y cree en las tres patas de la sociedad peruana.
—¿Tres patas?
La libertad económica, la libertad individual y el bienestar de todos. Mi formación es económica. Soy un canciller ordoliberal.
—¿Qué significa?
Se ha escuchado mucho sobre la economía social del mercado, que fue inventada en la práctica en la Alemania de la posguerra. No es una idea de izquierda.
—¿Por qué cree, respetando lo que es la diplomacia política, que la presidenta no conversa con la prensa ni siquiera para explicar su posición política?
En primer lugar, ella sí se comunica todos los días con el pueblo a través de las actividades que realiza.
—Sí, pero nadie le interpela. Boluarte asume el rol de un dictador que solo se comunica con discursos.
Yo estoy seguro que la presidenta evalúa cada momento para ver cuándo es que va a comunicarse con la prensa, en qué momento y a través de qué medios. Ahora que la conozco, la presidenta Boluarte me parece una gran mujer. Se lo digo con conocimiento de causa. Ella trabaja todo el santo día y toda la santa noche. Siempre está haciendo cosas. Es una buena gobernante.
—¿Una buen gobernante tiene 5% de aprobación?
La política está hecha de percepciones. Mi percepción es que Dina Boluarte es una mujer que quiere al Perú, que se faja por el Perú y lo hace mañana, tarde y noche.
—El excanciller era un gran escudero y parece que usted lo será. Si le digo que una gran gobernante no estaría silente ante las muertes por extorsiones.
Le preocupa siempre y mucho. Uno de los temas que ella discute en Consejo es justamente el tema de la seguridad de los más débiles, de los más indefensos, de las personas que están en la calle, regresando, yendo a su trabajo, por lugares no muy iluminados. Es una preocupación permanente.
—Pero la percepción es que la presidenta sale muy molesta cuando le niegan el viaje a Nueva York, pero se queda callada cuando matan a personas. Luego, cuando desaparece, está la leyenda del bótox...
No, no lo sé, yo no soy especialista en bótox. No lo puedo decir, pero no sé en qué momento se lo pondría, porque todo el día está para arriba y para abajo.
“La violencia urbana nos afecta de manera tremenda”
— ¿APEC está garantizado? ¿Joe Biden va a venir?
Esa respuesta todavía no la tenemos. Yo creo que tiene previsto venir y, más bien, también consideraciones de otra naturaleza, digamos, de seguridad y de su propia agenda. Hay que acordarse de que Biden tiene también otras graves cosas entre manos. Tenemos dos visitas de Estado y siete visitas oficiales. Tenemos la visita de Estado del presidente Xi Jinping, por supuesto, que además de venir para la reunión de la semana de líderes de APEC. Después, tenemos la visita de Estado de Brunéi.
— ¿Milei aseguró su presencia?
Estamos todavía en el proceso de los invitados especiales.
— Está la preocupación por el aumento de extorsionadores colombianos y venezolanos. ¿Cómo están las fronteras?
Efectivamente, la violencia urbana nos afecta de una manera tremenda, no solamente por el número de actos delictivos que también se han incrementado, sino por la ferocidad, que es algo inusual. Esta ferocidad es un elemento adicional al que no estamos acostumbrados. Muchos delincuentes son extranjeros. No son ni la mayoría ni son todos los extranjeros delincuentes. El problema con las fronteras es que, con Ecuador buena parte de los 1.549 km es selvática. Tres cuartos de lo mismo podemos hablar que es el caso de Colombia y también de Brasil. La porosidad es altísima.
— Eso es una ventaja para los criminales.
Es una ventaja para los malhechores y una desventaja para las fuerzas del orden, porque es imposible cuidar todo el trayecto, toda la frontera, todo el tiempo. Es imposible.
— El Comercio ha informado que solo la cuarta parte de los peruanos registrados en el extranjero votan en elecciones. ¿Qué hará para fomentar el voto en el extranjero y el registro de los peruanos para que participen en las elecciones?
En primer lugar, efectivamente, nosotros calculamos que alrededor de tres millones de peruanos viven en el extranjero. Que esto es una cosa, digamos, novedosa, en el sentido de que hace 20 o 30 años quizá no era el caso. Eran mucho más, digamos, débiles o pequeños los números de peruanos en el extranjero.
— Con este quinquenio de Castillo y Boluarte se han ido un millón de peruanos.
La migración empezó mucho antes, en el 85. Es interesante la pregunta porque cuando uno sale al extranjero, sobre todo a vivir o a estudiar, uno no tiene la obligación, como es en otros países, de cambiar de domicilio. Eso significa, por ejemplo, que yo no pueda votar. Además, el voto en el extranjero es voluntario.
— Pero quizá se pueden hacer como antes las mesas de transeúntes.
Los expertos dicen que se eliminaron porque se prestaba a mucha trampa.