El viernes por la tarde, el presidente Martín Vizcarra cambió a un ministro por cuadragésima segunda vez durante su gobierno. En promedio, en poco más de dos años, ha hecho esto cada 19 días. El último de los sustituidos es el extitular del Interior Carlos Morán.
Pero Morán no era un ministro de perfil bajo, como muchos de los anteriores. Se había convertido en hombre de confianza del presidente y es uno de los que más han durado a su lado: un año y medio en el puesto. Incluso, es el sexto ministro del Interior que más tiempo duró desde 1980.
Por eso, los analistas consultados por este Diario coinciden en que su salida refleja la ecuación que define a este gobierno: en la balanza, el costo político de cortar una cabeza siempre es menor que el de mantenerla. “Sigue siendo un gobierno con muchísima rotación y con pocos cuadros”, dice la analista política Maria Alejandra Campos.
Rotación sin golpe
La salida de Morán es la segunda en 42 días de emergencia sanitaria. Y no han sido en sectores con poco protagonismo. Junto a Salud, son los dos ministerios cuyo personal está más expuesto al contagio por COVID-19. “No es un dato menor. Son dos de los sectores con mayor peso en la crisis”, dice el analista político Jeffrey Radzinsky, director del Grupo Fides Perú.
Aun así, la ecuación tiene un saldo positivo para el gobierno. La salida de Elizabeth Hinostroza en marzo no impidió que la aprobación a Vizcarra anotara 83% en abril.
Y es un resultado constante: pese a la alta rotación ministerial, el respaldo al presidente no ha bajado de 42% desde agosto del 2018 y se ha mantenido sobre 52% en los últimos seis meses.
“Con el antecedente del cambio avezado en Salud, que fue respaldado por la población, Vizcarra ya se dio cuenta de que las decenas de cambios son intrascendentes para el respaldo popular”, dice Radzynski. Según una encuesta de El Comercio-Ipsos de diciembre, solo el 9% de los peruanos podía dar el nombre de Carlos Morán como ministro del Interior.
Fusibles o no fusibles
Los analistas también coinciden en que la salida de Morán es distinta a la del resto de ministros ‘fusibles’. “Lo que ha pasado normalmente es que salían los involucrados en denuncias de corrupción con poco tiempo en el cargo. Pero Morán se había vuelto muy cercano a Vizcarra luego de la disolución del Congreso”, dice Campos.
Así, el extitular del Interior había sobrevivido al aumento sostenido de las cifras de inseguridad ciudadana. Sin embargo, al otro lado de la balanza había comenzado a acumularse un pasivo más pesado en el último mes: el descontento policial.
Con 1.300 policías contagiados y 17 muertos, según cifras oficiales, y las colas de pacientes alrededor del hospital Augusto B. Leguía, la responsabilidad política por asumir se hacía cada vez más grande. “Había un responsable y estaba claro que era Morán. Vizcarra se tardó incluso mucho en tomar la decisión”, dice el exviceministro de Seguridad Pública Ricardo Valdés.
Según fuentes del Ministerio del Interior, el plan del Ejecutivo era que el golpe político lo asumiera el excomandante general de la policía José Luis Lavalle. Por eso, el jueves y el viernes circuló la información de que él iba a ser el reemplazado.
Sin embargo, el actual ministro del Interior, Gastón Rodríguez, no era el más adecuado para reemplazar a Lavalle: era el quinto en el escalafón de altos mandos de la PNP. Finalmente, entonces, a quien reemplazó fue a Morán.
Gobierno golpeado
“Eso te da una idea de cuán fuerte deben haber sido las presiones en el interior [del ministerio] para que hayan forzado la salida de una persona de confianza”, dice Radzinsky.
El pasivo político que tuvo que asumir Morán indica, además, que el cambio de ministros es la opción menos costosa para Vizcarra, pero que no lo deja incólume. Unidas a su gestión de la crisis quedan las imágenes de policías esperando por horas y sin éxito por una prueba de descarte de coronavirus.
También la denuncia de presunta corrupción en la compra de implementos de seguridad dentro de la policía. “Uno o dos funcionarios no pueden enlodar a toda una gestión de gobierno”, dijo el primer ministro Vicente Zeballos a Canal N el viernes, intentando desmarcarse de ella.
“Históricamente, Vizcarra ha tenido una aprobación más alta que la del Ejecutivo. Eso hace que el impacto de sacar a un ministro sea menor sobre el presidente que el de mantenerlo si afecta alguno de los pilares de su gestión, como la lucha anticorrupción. [...] Palacio es absolutamente consciente de estos costos”, concluye Campos.
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