No solo estamos polarizados sino, sobre todo, fragmentados. Es un socorrido diagnóstico de la ciencias sociales. La multiplicación de las polaridades –sumen el individualismo desconfiado de las instituciones que es universal pero acá resultamos en las alertas rojas del Latinobarómetro y de la OCDE– distiende el tejido social y nos resbala al agujero negro del ‘vaciamiento democrático’. Tal es el ominoso pronóstico académico.
Sin embargo, estamos oficialmente –esto no es un mito, es un sueño a plazos- en el proceso de inducción hacia la OCDE, pasando la inspección de sus 23 comités sectoriales. Este es el único multilateralismo –además del de la FIFA y de los concursos internacionales de gastronomía- aceptado por izquierda y derecha, y ha conseguido convencer al Ejecutivo de observar algunas leyes como la de cine o, silenciosamente, intentar convencer al Congreso para hacer ‘contra contrarreformas’ en leyes sobre crimen organizado y medio ambiente.
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La polarización y la fragmentación tampoco son mitos, sino una dramática congestión: aquí colisionan Lima versus regiones a la vez que AB versus DE con C indecisa, urbanos versus rurales, blancos versus andinos, jóvenes versus adultos, conservadores versus liberales, izquierda versus derecha, fujis versus antifujis, caviares versus anticaviares. En estas múltiples oposiciones con gradaciones de grises, se crean intersecciones que permiten, por ejemplo, que don Waldemar Cerrón, comunista de clase media huancaína; haya compartido hasta el viernes pasado la misma mesa del Congreso con don Alejandro Soto, burgués cusqueño muy comunicador hasta que se sentó en la cabecera; doña Roselli Amuruz, una acomodada limeña que quizo ‘ganar calle’ y se ganó una investigación penal; y doña Martha Moyano, una espina clavada por la derecha popular fujimorista en el pecho de la izquierda cuadriculada, pues fue querida hermana de María Elena, lideresa de la combativa Villa el Salvador, asesinada en un atentado explosivo de Sendero Luminoso. Fue un crimen de lesa humanidad, cometido el 15 de febrero de 1992, hecho imprescriptible para la memoria histórica; ahora prescriptible si se aplicara con rigor la reciente ley que olvida lo cometido antes del 2002 durante el ‘conflicto armado interno’, término del derecho internacional que revuelve tripas y mitos: que minimiza al terrorismo, que perdona la vida a SL, que sataniza hasta a los héroes de la patria. La presidenta no sabe si observarla o mirar al techo.
Volvamos a la mesa de los 4 ¿Cuál es el plato que más les gusta deglutir al ‘Bloque Democrático’ y a sus aliados eventuales?: Caviar en todas sus preparaciones. Hay dos mitos/narrativas al respecto, una se dirige contra ese sector amorfo, una viene del propio sector. Ambas cuentan de un fracaso a medias. Una es que ‘los caviares ya no están en el gobierno pero manejan la justicia’, otra es que ‘la derecha congresal es quien gobierna’. Pasamos de la ‘mafia comunista castillista apoyada por los caviares’ al ‘fujidinismo’. Los presidentes pasan pero los extremos quedan y a todos se nos pega un poco de ellos. Que la fase en la que dominó la judicialización de la política dio pase a una en la que domina la politización a la justicia y, en seguida, a una en que los entes autónomos (PJ, MP, TC, JNJ, Ejecutivo y Congreso) se ‘interjudicializan’ procesándose entre sí.
Que la mesa haya sido hasta ahora presidida por bancadas no fujimoristas y que los caviares sean una tribu inorgánica; arruina el ‘todo encaja’ de varias teorías de la conspiración, pero estas siguen floreciendo. Al fin y al cabo, el fujimorismo maneja fichas claves en el Congreso y la centro izquierda progresista (para evitar el matiz despectivo del término ‘caviar’) está presente en ONG, consultoras y entes multilaterales. La ‘conspiranoia’ se mantiene fértil y sus teorías compiten con las hipótesis criminales del Ministerio Público, como si fueran testimonios de colaboradores que buscan corroborarse entre sí sin pruebas adicionales. Se puede hacer caso a lo que dice el poder sobre sí mismo: el Ejecutivo nos gobierna pero es tan débil, más de lo que admitió su ministro de Economía José Arista, que por ahí también nos ‘vaciamos’.
Por eso se habla, invocando el trance guatemalteco de un ‘pacto de corruptos’ (ya conjurado por el gobierno de Bernardo Arévalo), de un arreglo similar entre nuestros principales poderes. Sin embargo, cuando se entrevista a esos congresistas sin partido ni, mayormente, futuro, que portan ideologías elásticas como las del Bloque Magisterial o Podemos o AP; se impone una percepción de mera supervivencia a plazo fijo (julio del 2026) con generosa tasa de interés. Los que tienen partido inscrito son más ambiciosos y guardan algo para el futuro apostando a pre candidatos presidenciales y alianzas. La izquierda congresal ya no está tan entusiasmada en la bandera de la asamblea constituyente; y en ocasiones participa de la farra legislativa sin freno ejecutivo que vemos hoy, que se parece a una constituyente, pero de derecha y sin referéndum.
‘Hub’ de los sueños
‘Chancay-Shangay/ son dos paraísos/Chancay-Shangay/son de lo que no hay’, así, con fondo de canción de Mecano, podemos invocar al mito de mayor calado (17 metros de profundidad desde el muelle) de este bicentenario. ¿Cuántas toneladas de qué materias primas y productos habrá en las naves que arriben y zarpen del puerto de Chancay? ¿Desde dónde y por qué vías llegarán los minerales y productos de agro exportación hasta el puerto? ¿Cómo seremos un ‘hub’ sin red ferroviaria integral ni carencia de autopistas que crucen el país y nos comuniquen con Brasil? ¿Se dirigirá a Chancay la carga que ahora sale por puertos más cercanos a sus productores, como El Callao, Matarani, Salaverry o Paita?
Recién se barajan proyectos para responder a cabalidad esas preguntas, que tomarán años para que Chancay rime propiamente con Shangai. Tampoco tenemos la certeza ni los indicios de que China vaya a invertir desinteresada y solidariamente en ellos y en levantar el índice de desarrollo humano del Perú; pero el ‘hub’ de los sueños en el Norte Chico tiene un irresistible sex appeal que será exhibido en sociedad en noviembre durante la cumbre de APEC, tal como está concertado –según Dina y la cancillería- con la empresa estatal china Cosco Shipping y el gobierno del Partido Comunista Chino. Eso es lo mágico de los sueños y los mitos patrios, que no tienen límites ideológicos, no son de izquierda o derecha, porque vienen impelidos de su propia ideología, de su propia energía.