“Alejandro Salas y Roberto Sánchez suelen visitar al presidente”, me dice una fuente, sugiriendo que cualquiera de ellos hace méritos para reemplazar a Aníbal Torres. “O eso creen”, me dice, con malicia, otra fuente, que reconoce a Sánchez más muñeca y experiencia que a Salas, el ministro de Cultura afiliado a Somos Perú (pidió licencia a SP antes de ponerse el fajín, aunque no descartemos que sea cuota oculta de Patricia Li, la presidenta del partido que tiene trato directo con Pedro Castillo), que se ha convertido en un escudero tan solícito, que ya importuna.
Pedro Castillo recibe la sutil presión de estos ministros que le imponen su presencia y la de otros, aliados entre sí para sugerir un cambio responsable, sin cuotas ni hojas de vida cuestionables. Según me cuenta una fuente, el sugerido por estos es el canciller César Landa. No he podido comprobar si esta propuesta cuenta con su aval; pero antes de ser fichado a Relaciones Exteriores, ya lo habían sondeado para el premierato, de modo que no sería extraordinario que lo vuelvan a hacer. Por el perfil de Landa, es de esperar que ponga más condiciones que las que puso Torres, si puso alguna.
Mira: Lo que dijo el cardenal Pedro Barreto tras se reunión con Pedro Castillo.
Daniel Salaverry, asesor presidencial ad honorem, fue muy directo, la semana pasada, en plena tormenta huancaína, cuando dijo que le había sugerido a su asesorado hacer una renovación del gabinete. “Lamentablemente, escucha otras voces que creen que no pasa nada”, remató, tirando la toalla en público. No dijo nombres, pero el acento puesto en el verbo renovar, incluía al propio Aníbal Torres.
Las señales oficialistas de agotamiento del gabinete eran tan fuertes en la semana del ‘Huancayazo’ y del intento de inmovilizar a Lima, que se dispararon los rumores de la renuncia de Torres. Este tuvo que aclarar que no había tal cosa. No he podido comprobar con él ni con su entorno que se ha vuelto hermético, si antes de eso el premier hizo, efectivamente, un amago de renuncia, como me lo contaron dos fuentes distintas. En todo caso, aplacada la conflictividad, la salida del premier es agenda ineludible para Castillo: además de otros ministros y de Salaverry, se lo han sugerido la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR) en boca de su presidente, el cusqueño Jean Paul Benavente; se lo pide buena parte del Congreso, en la forma de mociones de interpelación multipartidarias; y, se lo ha pedido el cardenal Pedro Barreto, un aliado espiritual que no le corre a la consejería política, y así lo dió a entender él mismo tras una reunión a la que fue con el excanciller Óscar Maúrtua. El muñequito de brujo de Aníbal el ‘Caníbal’ está lleno de alfileres.
‘Caníbal’ sin dientes
El premierato en el Perú es, por tradición, puente del Ejecutivo con todos los sectores políticos, eje de su comunicación estratégica y de su previsión de conflictos. Aníbal Torres ha desvirtuado esas funciones actuando como un agente confrontador que eleva la temperatura donde tendría que hacer de bombero. Para remate, estado en capilla, respondió mal al control de daños, pues sus disculpas tras invocar la calavera de Hitler como la de un estadista modernizador, fueron hechas de mala gana.
Súmenle a este perfil de un premier bilioso, un dejo de soledad. Mis fuentes no han detectado que exista un grupo de ministros cercanos a él. Mirtha Vásquez había armado un grupo cordial con los de Nuevo Perú, Pedro Francke y Anahí Durand, con Dina Boluarte, Rosendo Serna de Educación, Óscar Maúrtua, el propio Torres entonces en Justicia y, en especial, Avelino Guillén en Interior. Aníbal Torres no ha cultivado algo parecido. Súmenle que en la propia PCM, el área de Gestión Social y Diálogo, clave en el manejo de los conflictos y sus soluciones, está designada por Perú Libre. Como me dice un amigo del gobierno: “Cerrón no solo tiene sus cuotas evidentes [Salud y Energía y Minas], sino sus alitas que se las respetan los ministros, como Gestión Social y Migraciones”.
Mira: El Congreso muestra ánimo de interpelar a Aníbal Torres.
¿Cerrón también presiona por la salida de Torres? La respuesta provisional es que, dada la tirantez en el matrimonio, lo más probable es que Pedro Castillo no le consulte el cambio, pero sí se preocupe por respetar su cuota. Pero, también es muy probable que el nuevo fichado ponga de condición mantener a raya a Cerrón. El caso de Torres fue singular porque, según proclamó Cerrón en su momento, conversó con él y llegaron a acuerdos, como defender a Condori. Esa fue una de las razones que debilitaron la gestión de Torres y su reputación ante los otros ministros. Mucho se ha hecho y decidido por encima de él. Tras haber sido un gestor clave para la salida de Guido Bellido, capituló de entrada ante la injerencia del cerronismo en su gestión.
En el matrimonio hosco entre Castillo y Cerrón hay muchas cosas que no se dicen y que los cónyuges toleran sin remedio: una de ellas es que Castillo en cualquier momento puede cambiar de premier, otras es que PL hace lo que le dé la gana con su cuota. Para el partido lo importante es que esta última se respete y, si es posible, que se amplíe. Por ejemplo, me contaron que la congresista Kelly Portalatino, que hizo campaña declarando su disposición a suceder a Hernán Condori en Salud, ha mostrado interés en la cartera de Mujer.
Pongo el ejemplo de Portalatino, porque he aquí una nueva dimensión lastimera del cuoteo: las bancadas aliadas se convirtieron en ‘banca’ de angurrientos esperando su turno para jugar en el Gabinete. La ‘bancada magisterial’, por ejemplo, tienen de cuota a uno de entre ellos, Óscar Zea en Agricultura. Perú Democrático, la bancada de Guillermo Bermejo, tras el fracaso de Héctor Valer en sus pocos días de premier, tuvo que contentarse con mantener a la también congresista Betssy Chávez en Trabajo. No se sorprendan de ver a otros congresistas con fajín. Pero estas tribulaciones ya no pesarían sobre Torres, sino sobre otro(a) premier de corto plazo.
Mira: Congresista Kelly Portalatino quiso ser ministra de Salud.
Esperando la protesta
En la jerarquía de miedos oficialistas, pelean el primer lugar, la protesta popular, las acciones de la oposición a la que se han sumado nuevos actores y, por supuesto, las investigaciones de la fiscalía. Ninguna de las fuentes de esos miedos se aplacarían automáticamente con la salida de Torres; pero el cambio de sillas siempre da la ilusión, a los gobiernos atribulados, de que podrán respirar más tranquilos por un tiempo.
En realidad, el reclamo de la ANGR, por citar uno solo, no se centra en Torres, sino que es un clamor –¿quién no se uniría a él?- para que Castillo se deje de improvisar, de generar caos y atienda las urgencias de gobierno con ministros calificados. Pensar que un cambio de Aníbal Torres por un premier del propio gabinete, o incluso, por un fichaje de fuera del entorno; va a subir el nivel de designaciones de los dueños de cuotas, es pura ilusión. Para eso, Castillo tendría que imponer un estándar mínimo a las designaciones de sus aliados y no hemos visto ninguna señal en ese sentido.
Mira: Ministro de Justicia dijo que se evalúa pedido para liberar a Antauro Humala.
La debilidad de un gabinete a punto de ser renovado, agita a los dueños de cuotas y, en teoría, debiera fortalecer a los asesores y operadores del presidente. Sin embargo, Pedro Castillo aún está procesando el descalabro de sus asesores de inteligencia que lo llevaron a patinar estrepitosamente con el decreto de la inamovilidad para Lima. Ese infausto 5 de abril, también se le vio huérfano de asesores políticos cuando fue al Congreso sin agenda precisa para plantear a María del Carmen Alva y a los portavoces y se fue al poco rato, como si huyera de sí mismo. Según mis fuentes, el jefe de la DINI, José Luis Fernández Latorre estaba en capilla; mientras que Biberto Castillo, el asesor que se opuso al desmadre de ‘inteligencia’, intenta recuperar terreno. Quien ha sido separado oficialmente, ha sido Willy Dingler Bueno, el jefe de la Casa Militar, dependencia de las FF.AA. en Palacio. En una pasada crónica les conté que este habría sido quien presentó a la periodista Cristina Boyd y, de esa forma, alentó la trama de los reportes de inteligencia que hicieron patinar a Castillo contra Lima.
Hay voces moderadas en la órbita del gobierno –he conversado con un par de ellas- que han recomendado a Pedro Castillo que imponga a sus aliados elevar el nivel de sus designaciones y pelee por su supervivencia con un mejor gobierno. Una voz me habla con cierto escepticismo, pues muchos de sus consejos han ido al traste; otra se jacta de haber bregado, con otros aliados, para que el presidente ponga orden en Petroperú, que estaba tomado por un directorio que no hacía caso a nadie. En efecto, al fichar a Humberto Campodónico, ex cabeza del ente y renovar por completo al directorio, la petrolera volvió a entrar en razón. Pero eso tendría que replicarse en muchos ministerios y cotos de caza de los aliados indómitos, como para apaciguar a la oposición y a la protesta embalsada.