No hay tiempo, por David Rivera
No hay tiempo, por David Rivera
David Rivera

Tengo la impresión de que no estamos plenamente conscientes de lo que se nos viene y los retos que tenemos por delante. El callejón político y las acusaciones de corrupción, a las que no hay que dejar de prestarles atención, están nublando nuestra mirada incluso del futuro inmediato.

Creer que las elecciones de abril no traerán sorpresas, considerando el perfil de los tres candidatos que lideran las encuestas, es caer en el mismo error de hace cuatro años. Si en el 2011, en pleno ‘boom’ económico y con las expectativas al tope, un candidato radical como llegó a la segunda vuelta, no hay razones para creer que será diferente en abril próximo.

Incluso si lo fuese, si ganase un candidato “pro-sistema”, la coyuntura del 2016 obligará a quien gane a tomar medidas que pueden ser catalogadas de “antisistema”. Es un escenario altamente probable no solo para o , sino incluso para .

¿Cuáles son esas variables que han entrado a tallar? Una es la desaceleración China, pues en las últimas semanas ha quedado claro que, en el mejor escenario, el proceso no estará exento de altos niveles de incertidumbre, salida de capitales de los mercados emergentes, caída en la inversión privada y su impacto en el empleo, los ingresos familiares y en la desazón que generará sobre todo en las clases medias más vulnerables. Un público objetivo perfecto para el populismo.

Pero lo que está comenzando a generar mayor preocupación es que conforme pasa el tiempo, las debilidades del gigante asiático comienzan a desnudarse y la probabilidad de un aterrizaje forzoso aumenta. Si a ello le sumamos la llegada de un fenómeno de El Niño intenso, la economía podría entrar en estancamiento un par de años.

Eso, en el mejor escenario, pues en 1982-1983 y 1997-1998, cuando un shock externo negativo coincidió con dicho evento climático, tuvimos una contracción temporal de la economía.

Todo esto sucederá en medio de la campaña electoral y del inicio de un nuevo gobierno. Si hasta ahora la economía se había mantenido aislada de la política, en adelante podemos entrar a una etapa en que la primera se convierta más bien en una variable que influye en la segunda. Ello en un país ya bastante descontento con la democracia, con sus políticos y con un alto nivel de desconfianza en absolutamente todo y en todos.

¿Puede quien gane las enfrentar un escenario  así de manera responsable? Se requieren varias condiciones: liderazgo político, una bancada fuerte en el Congreso, conocimiento de la realidad del país, claridad sobre las reformas prioritarias por emprender y por continuar, entre otros.

Hay una variable más que resulta particularmente importante hoy. No hay tiempo ya para el conservadurismo y la gradualidad. Si hace 25 años se necesitó un shock para sincerar los precios de la economía, hoy se requiere uno público-privado para llevar condiciones mínimas de vida y oportunidades de desarrollo a todas las regiones del país. Si no, en verdad que Dios nos ayude.

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