Para entender el cambio de gabinete hay que remontarnos al lunes 30 de setiembre del 2019, ese lunes negro en el que se disolvió el Congreso, Mercedes Araóz fue presidenta en el limbo y nos jugamos la patria.
Resulta que Martín Vizcarra y su equipo íntimo creían, hasta horas antes de la hecatombe, que el Congreso se iba a arredrar ante su exhortación para no llevar a cabo la elección de miembros del TC y todo volvería a la tensión habitual. Ese era el escenario A.
Pero se produjo el escenario B. El Congreso no se arredró y el presidente lo disolvió. Automáticamente, de acuerdo a la Constitución, tuvo que seguir la caída del primer ministro Salvador del Solar. La carta de reemplazo, en la que ya había pensado el equipo de Vizcarra si la coyuntura obligaba a un cambio, era Pedro Cateriano.
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En este punto, difieren las versiones. Una fuente me contó que, cuando se produjo la disolución en la tarde, su celular no contestaba y no podían esperar a encontrarlo. Pasaban minutos valiosos y necesitaban un primer ministro que firmara resoluciones urgentes con el presidente. Vicente Zevallos estaba a la mano.
Del entorno de Cateriano, me cuentan que él estuvo cerca de Vizcarra desde temprano y que no le ofrecieron ser primer ministro de inmediato, sino que tomara otra cartera y un tiempo después, podría asumir la PCM. Cateriano optó por esperar.
Valga recordar un antecedente que lo coloca como uno de los artífices de la ‘denegación fáctica de la cuestión de confianza’, fundamento esencial de lo que hizo el Ejecutivo ese día. En agosto del 2012, cuando era ministro de Defensa de Humala, fue a un pleno del Congreso a sustentar un proyecto de ley en materia pensionaria para Defensa e Interior. Sin haberlo planeado, ni discutido con Humala, al final de su intervención, planteó una cuestión de confianza sobre el proyecto.
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Los congresistas no quisieron votar sobre ella, pero, contradiciendo el ánimo contrario al proyecto que había antes de la exposición del ministro, decidieron votar a favor. Para Cateriano fue una ‘aprobación fáctica de la cuestión de confianza’, pues esta no se votó pero se validó en los resultados finales. Y si hay aprobación fáctica, entonces puede haber denegación fáctica. En efecto, el Tribunal Constitucional en su fallo sobre el Caso de la Disolución del Congreso del 14/1/2020, recoge ese antecedente en su considerando 139 para dar razón al Ejecutivo.
Desde el año pasado, Cateriano mantuvo periódicas conversaciones con Vizcarra. Se convirtió, de alguna manera, a los ojos del presidente, en un primer ministro en la banca. Vizcarra no le daba mayores vueltas a otras cartas. Mis fuentes no quieren mencionar otros nombres, salvo el de Carlos Neuhaus, en quien pensaron cuando estaba en su pico de prestigio como organizador de los Juegos Panamericanos, pero luego lo olvidaron y este prefirió tomar otro camino, ligado al sector privado.
Ahora sí
La cercanía a las fiestas patrias era un buen momento para cambiar el gabinete, pues hay cierta tradición al respecto; arreciaba una ola de denuncias contra allegados del presidente como la secretaria general de Palacio, Mirian Morales; y la lucha contra la pandemia había desgastado y extenuado a varios ministros.
No es casual que, salvo la ministra de Economía, María Antonieta Alva, entre los salientes están los que han tenido mayor carga en esta guerra: Víctor Zamora, manejando una crisis sin precedentes, enfrentaba dos pedidos de interpelación y la tirria de muchos empresarios que culpaban al Minsa de ponerse duro con los protocolos. Cateriano, además, ya había opinado semanas atrás que Pilar Mazzetti le parecía un buen reemplazo para Zamora.
Ariela Luna del Midis organizando el pago de bonos, también había recibido muchas críticas que excedían a su responsabilidad, y se adelantó manifestando a Vizcarra su afán de renuncia. Lo mismo hizo Sylvia Cáceres, de Trabajo, que se vio abrumada por los pedidos de suspensión perfecta de labores. También han salido otros que tuvieron espacial presión de la pandemia, como Gastón Rodríguez del Interior batallando con las transgresiones al estado de emergencia. Podemos sumar a esta lista a Rocío Barrios, que no se ha ido, pero su pase de Produce al Mincetur, la aliviará de las presiones de algunos sectores productivos que clamaban por reactivación, y empezará a lidiar con otros.
Una fuente cercana a Vizcarra me contó que una fecha tentativa para el cambio fue el viernes 10, pero prefirieron postergarlo por unos días. Primero, Vizcarra llamó a Zevallos para comunicarle lo que no fue sorpresa para él y luego a Cateriano. Allí empezó el ‘casting’ para el nuevo gabinete.
Según mis fuentes, Cateriano pidió que se quedara la ministra Alva, a sabiendas de lo valiosa que es para Vizcarra.
Cateriano propuso varios nombres a Vizcarra. Su propuesta más audaz fue la del abogado laboralista Martín Ruggero Garzón de 32 años, para el ministerio de Trabajo. Me cuentan que Vizcarra estuvo de acuerdo y pensó que sería una apuesta similar a la de ‘Toni’ Alva (35), salvando las distancias de background en el sector público. Ella fue víctima de bullying por su juventud, esa vez con un ingrediente de género, pero eso la hizo popular y la fortaleció. La expectativa palaciega es que suceda algo similar con Ruggero en una cartera en la que la mayoría de sus antecesores ha tenido perfil bajo.
La cancillería también tiene un nombramiento debido a Cateriano. El embajador Mario López Chávarri estuvo asignado al Ministerio de Defensa (Mindef), cuando Cateriano tuvo esa cartera durante el gobierno de Humala. Valga recordar el antecedente de la renuncia del canciller Gonzalo Gutiérrez cuando Cateriano asumió la PCM en el gobierno de Humala. Torre Tagle busca mantener ciertos márgenes de discrecionalidad que a veces generan fricciones con la cabeza del gabinete y con la presidencia. Con un designado suyo, Cateriano podrá ahorrarse esas tensiones.
El paso del primer ministro por el Mindef le ha servido para completar el casting con Vizcarra. Jorge Montoya, es un aviador experto en Sanidad, lo que le da un perfil interesante para el Mininter en tiempos de pandemia.
Martín Benavides, de Educación, es un caso especial, pues su permanencia es señal de que el gobierno protege la reforma universitaria encarnada en la Sunedu que este dirigió. Él y Toni Alva son los únicos que se mantienen de los 6 sobre los que el Congreso aprobó mociones de interpelación.
¿Es Cateriano una opción de choque con la oposición? Quizá lo hubiera sido más claramente con el Congreso anterior, pero ahora, una fuente palaciega me dice que aprecian su carácter ‘dúctil, que sabe adaptarse, que sabe ser duro cuando hay que ser duro y conciliador cuando hay que serlo”. Vizcarra tiene presente el giro que dio Cateriano cuando fue PCM de Humala, y dejó de ser el provocador del fujiaprismo para empezar una apacible ronda de diálogo.
No te olvido, reforma
El martes en la noche, cuando estaba el gabinete casi armado, Vizcarra preparó, con sus asesores, un corto mensaje para leer el miércoles luego de la juramentación. No llamó mucho la atención después del desfile de fajines; pero allí resumió los ejes de lo que ampliará en el mensaje largo del 28.
Habló de proteger la salud y reactivar la economía a la vez, e incluyó el ‘fortalecimiento de la democracia rumbo al bicentenario’, que no es otra cosa que decirle al Congreso, ‘voy a seguir pechándolos con la reforma política hasta que me vaya’.
Por cierto, la reforma tiene una encarnación en el gabinete. La nueva ministra de Justicia, Ana Neyra, fue la secretaria técnica de la Comisión Tuesta. Como tal, trabajó en la elaboración de cada una de las propuestas enviadas al Congreso.
Aunque la renovación de gabinete era un clamor de muchos, el evento no fue anunciado sino minutos antes. Vizcarra cultiva la sorpresa, pues ella permite más efectivos cambios de agenda. Hace dos semanas dio un mensaje sorpresivo para lanzar los reflectores críticos sobre el Congreso; esta vez los ha echado sobre el Ejecutivo mismo, pero con el filtro de la novedad que difumina los cuestionamientos.
Una fuente vizcarrista, cuando le dije que al convocar a Cateriano ahora sí el presidente abría la cancha a otros actores; me dijo que en el inicio de la pandemia se requería un poder más centralizado que nunca, pero había llegado el momento de convocar a otros. Y el juego en la cancha, con Cateriano y sus propuestos (a Ruggero, Montoya y López hay que sumar a Rafael Belaunde Llosa, nieto del ex presidente Belaunde, en Energía y Minas), acaba de oscilar desde el centro izquierda al centro derecha.
Para cerrar esta crónica de confianzas, el nuevo primer ministro le ha pedido al presidente del Congreso, Manuel Merino, que le permitan solicitarla para su gabinete antes del 28 de julio.