El pasado 16 de agosto, un grupo de funcionarios diplomáticos del Ministerio de Relaciones Exteriores observaba anonadado un comunicado emitido por la oficina de prensa de la institución. En una práctica poco ortodoxa, la Cancillería rompía la vieja costumbre de mantenerse al margen del escándalo y ejercía una defensa férrea del entonces canciller, Héctor Béjar, ante la polémica desatada luego de conocerse sus declaraciones sobre el terrorismo y la Marina de Guerra del Perú.
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“Las cancillerías, en países serios, no hacen eso”, comentó a El Comercio Gattas Abugattas, profesor de Derecho Internacional y Magíster en Diplomacia y Relaciones Internacionales, sobre el documento que, en su opinión, involucró innecesariamente a la institución en un tema de carácter personal.
“Me apena que la Cancillería peruana, que es una institución que tiene mucho prestigio dentro y fuera del Perú, y que funciona como una Cancillería del primer mundo, se haya visto envuelta en una situación así”, dijo.
Según fuentes de Cancillería, incluso, una versión original del pronunciamiento era aún “más radical”, pero fue “suavizada” luego.
El comunicado, sin embargo, fue tan solo una de las muchas decisiones que, dentro de Torre Tagle, generaron incomodidad durante los 19 días de gestión del exguerrillero. En una carrera de corte estrictamente jerárquico, como es la diplomática, la designación de cancilleres ajenos a la diplomacia no siempre se ve con buenos ojos, aunque es aceptada cuando la persona tiene ciertos conocimientos sobre la función. Lo que no se perdona es la impericia. Según distintas fuentes de El Comercio en Cancillería, el nombramiento de Béjar fue tomado como una ofensa para la institución.
El pasado lunes, antes de que Béjar dé un paso al costado, el embajador en retiro Carlos Pareja sostuvo en Twitter que su permanencia en Cancillería era “una deshonra para todos los ciudadanos del país”. Los diplomáticos –incluso aquellos en situación de retiro– no suelen declarar sobre controversias políticas. Pareja, sin embargo, consideró que la gravedad de la situación ameritaba quebrar la costumbre.
“No podía estar ausente de este debate, y tenía que expresar una voz que fuera escuchada por la ciudadanía y, además, por los colegas diplomáticos. Que estos últimos sepan que sus preocupaciones son expresadas públicamente”, dijo a El Comercio.
“El canciller no tiene que ser, necesariamente, una persona de derecha, de centro o de izquierda; sino que tiene que ser alguien que logre proyectar una imagen de consenso que represente a todo el país, no solo al gobierno”.
Hector Bejar debe renunciar o ser cesado en su actual cargo. Su permanencia constituye una deshonra para TODOS los ciudadanos de nuestro país.
— carlos pareja (@embajador50) August 16, 2021
El factor Rodríguez Cuadros
Si un nombre ligado a la Cancillería ha sonado durante el gobierno de Pedro Castillo es el del embajador en retiro Manuel Rodríguez Cuadros. El exministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Alejandro Toledo no solo visitó al profesor antes de que asuma la presidencia del Perú, sino también tras la renuncia de Béjar.
Los encuentros, naturalmente, generaron expectativas sobre su posible nombramiento como canciller, algo que el mismo Rodríguez Cuadros descartó el pasado martes. Sin embargo, más allá de no haber ostentado el cargo, cuatro fuentes distintas en Torre Tagle señalaron que Rodríguez Cuadros era percibido como la persona que toma las decisiones en Cancillería (una de ellas, incluso, se refirió al embajador como el “canciller de facto”).
“Quien decide todo en Cancillería, en la práctica, es Rodríguez Cuadros. Eso lo sabe todo el mundo Torre Tagle”, sostuvo un funcionario de la institución.
Según distintas fuentes, en el círculo diplomático no tardaron en identificar las ideas de Rodríguez Cuadros plasmadas en el discurso de asunción del cargo de canciller de Héctor Béjar, el 2 de agosto. En este, el ahora exministro de Relaciones Exteriores sostuvo:
“(La diplomacia peruana será) Autónoma, porque las decisiones se tomarán en función de los intereses del ‘nosotros’, que es la expresión colectiva de la nación. Y no de intereses de otros. La autonomía e independencia será un principio esencial de la nueva diplomacia peruana”.
En una ponencia virtual del 14 de abril, Rodríguez Cuadros había señalado que “la autonomía es definir la política exterior en función a los intereses nacionales del Perú, que deben corresponder a la mayoría de la población”.
Por otro lado, Béjar señaló en su discurso:
“Se dará prioridad a la diplomacia social en las relaciones bilaterales y multilaterales. Las dimensiones internacionales de la salud, el trabajo digno, la seguridad social, la lucha contra la pobreza, la vivienda digna y los derechos de las comunidades peruanas en el exterior, serán líneas de acción esenciales de la acción externa del Estado”.
Similares declaraciones fueron hechas por Rodríguez Cuadros en la mencionada ponencia:
“Tenemos que tener una política de desarrollo social, y eso implica una diplomacia social vigorosa, que en los próximos dos años se concentre en la lucha contra la pobreza y la desigualdad (…)”, señaló.
Por último, Héctor Béjar anunció que, en su gestión, se revalorizaría la Comunidad Andina, se retiraría del Congreso la solicitud para que el Perú se aparte de Unasur y se reinsertaría la presencia del Perú en la Comunidad Latinoamericana y del Caribe (CELAC).
En su exposición virtual de abril, Rodríguez Cuadros había dicho:
“Hay que revalorizar y recomponer el multilateralimso latinoamericano a través de la reforma de la comunidad andina, cancelar el retiro de Unasur, reformar Unasur para incorporar en sus estatutos el objetivo de la convergencia del Mercosur, la Comunidad Andina, para crear una zona de libre comercio sudamericana (…). Hay que, también, revalorizar Celac. El Perú ha estado de espaldas a Celac (…)”.
La Comisión Consultiva
Una de las primeras decisiones de Béjar que llamaron la atención en Torre Tagle fue la reactivación de la Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores. En su discurso de asunción de mando, anunció que la olvidada comisión sería presidida por Rodríguez Cuadros. Para esta función, al embajador en retiro se le asignó una oficina en el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega, ubicado en el jirón Ucayali, al lado del palacio de Torre Tagle. Tres fuentes en la Cancillería aseguraron que Rodríguez Cuadros usó numerosas veces un auto y un chofer de la institución.
Según relataron a El Comercio miembros del Ministerio de Relaciones Exteriores, la influencia de Rodríguez Cuadros en la institución se hizo notoria desde el inicio de la gestión Béjar: como jefe de despacho se nombró a Manuel de Cossío, miembro de su entorno cercano. Por otro lado, fue designado en el gabinete de asesores del canciller el sobrino de Rodríguez Cuadros, Renzo Rodríguez Toro (miembro del servicio diplomático del Perú).
El mismo Óscar Maúrtua, flamante canciller, no solo es amigo cercano de Rodríguez Cuadros, sino que fue vicecanciller cuando aquel se desempeñó como ministro de Relaciones Exteriores. Su designación, por tanto, es percibida en Torre Tagle como “una continuidad” de la influencia de Rodríguez Cuadros en Cancillería.
Movidas
En los pasillos de Torre Tagle, distintos embajadores en retiro, cercanos a Manuel Rodríguez Cuadros, se vocean como posibles representantes del Perú en embajadas estratégicas. El primer de cambio habría sido la designación de Harold Forsyth como representante del Perú ante la OEA. El pasado mayo, Forsyth Mejía pasó a situación de retiro.
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A esta decisión se sumaría el posible nombramiento de Oswaldo de Rivero como embajador de Perú en Washington. De Rivero, “muy amigo de Rodríguez Cuadros”, según fuentes de El Comercio, tiene 85 años y está en situación de retiro hace 15, algo que genera zozobra entre los funcionarios diplomáticos, que esperan el nombramiento de un diplomático en actividad para tan relevante embajada.
Hasta antes de que entrara en reemplazo de Béjar, se evaluó también nombrar en una embajada de peso al ahora ministro de Relaciones Exteriores, Óscar Maúrtua. El embajador en retiro de 74 años acudió el pasado jueves a Torre Tagle. También fue visto en las instalaciones de Cancillería, el mismo día, Hernán Couturier, embajador de Perú en Bolivia durante el mandato de Toledo.
Otro voceado es Luis Chuquihuara Chil –secretario general de la Presidencia en el gobierno toledista y cercano a Rodríguez Cuadros y a Harold Forsyth– como embajador en Ginebra.
El posible cambio más comentado en los pasillos de Torre Tagle, sin embargo, involucra al mismo Rodríguez Cuadros. Según distintas fuentes, el diplomático tendría como objetivo ser designado representante del Perú ante las Naciones Unidas, en reemplazo de Néstor Popolizio. La decisión se tomaría “cuando se calmen las aguas” en el panorama político.
“El plan [del gobierno] es reforzar las relaciones multilaterales. Eso significa que van a poner a gente de su mayor confianza en embajadas clave, como Ginebra, la OEA y la ONU”, indicó una fuente.
Este Diario intentó comunicarse con Manuel Rodríguez Cuadros, pero su asistente señaló que no daría declaraciones. Asimismo, se solicitó a Cancillería información sobre la Comisión Consultiva, pero, al cierre de este informe, no obtuvo respuesta. Según pudimos conocer, la oficina asignada a Rodríguez Cuadros fue desactivada el pasado jueves.
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