El juez supremo Juan Carlos Checkley, ordenó la detención preliminar del ex ministro Juan Silva el mismo día en el que se la pidió el fiscal Pablo Sánchez, el 4 de junio. Checkley recibió la papa caliente y se la tiró de vuelta, lo más rápido que pudo, a la fiscalía. También alertó a Migraciones de que, junto a la captura, había un impedimento de salida. “Pero Migraciones ya contaba con una alerta informativa desde el 26 de mayo, por la notoriedad del caso”, me dice Dimitri Senmache, el ministro del Interior.
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‘¿Y no podía la Policía, con la misma discrecionalidad e iniciativa de la alerta en Migraciones (dependencia del Mininter) hacerle seguimiento a Silva aunque la fiscalía no lo hubiera pedido expresamente?’, pregunto al ministro para ir al grano, pues esa es la razón por la que en la oposición ya se habla de interpelarlo. “No podemos ir contra la ley, no podemos hacer lo que no esté expresamente ordenado en la disposición fiscal del 27 de mayo. El fiscal citó el artículo 207 del Código Procesal Penal que habla de videovigilancia; no citó el artículo 14 de la Ley 30077 contra el Crimen Organizado que ahí sí habla de seguimiento”.
‘La fiscalía ha dado a entender que hizo lo necesario y, por lo tanto, esperaban que la policía vigilara los traslados de Silva’; le comento al ministro. Senmache se cierra en su argumento: “No, no puedo interpretar, tengo que cumplir la norma y no se pidió seguimiento”. Me describe una carta del fiscal adjunto supremo, Samuel Rojas, al coronel Enrique Huasasquiche, jefe de investigación de la Dircocor (Dirección Contra la Corrupción), en la que adjunta solo la parte resolutiva de la orden del juez (el detenido podría exigir que le muestren el documento completo a la hora de la captura). Senmache, le tira la papa caliente a los fiscales con dos preguntas: “¿Quién demora, quién no manda los documentos completos? ¿Por qué no pidieron antes la detención, si supuestamente ya tenían elementos de convicción con la transcripción de audios?”.
En realidad, detrás de la captura de Silva y de los prófugos ex secretario presidencial Bruno Pacheco y el sobrino del presidente, Fray Vásquez Castillo; hay miedo y pies de plomo. Algunas autoridades actuaron como los perezosos en “Zootopia” de Disney. Pero ahora están encendidos los reflectores, la orden de captura es imperativa, ya está hecha la alerta de Interpol y la promesa de S/. 50 mil de recompensa, y el ministro me asegura que, con todos las directivas y efectivos puestos en la tarea, caerá pronto. Y esa sería la mejor respuesta, le digo para conciliar. “Bueno, seguro van a decir que ya sabíamos dónde estaba y que recién lo capturamos”, ironiza y se lamenta de que la percepción de la lucha contra el crimen hoy no se centre en la cantidad de bandas desarticuladas, toneladas de droga incautadas y celulares requisados que –este dato abruma- llegan a la friolera de 19,201 en 3 semanas.
Es imposible pronosticar si caerá Silva y cuándo lo hará. El ministro no puede responder tal pregunta, pero me dice que espera aún de madrugada la llamada que le informe de su detención. No me quiere responder si hay una pista, un hallazgo, una corazonada de donde está; pero indago con mis fuentes del ministerio. La hipótesis es que Silva está en el Perú y me cuentan que, en uno de los varios inmuebles suyos allanados, encontraron su pasaporte. Eso, por sí solo, no es prueba de que no haya viajado porque podría hacerlo a países vecinos con DNI; pero indicaría que sus movimientos son locales, recientes y nerviosos. De Bruno Pacheco, prófugo desde hace meses, se presume, en cambio, que ya tendría un escondite y sistema de aprovisionamiento más seguros. Sobre el tuit hinchando a la selección que salió desde la cuenta de Pacheco, la presunción es que no lo generó él pues sería suicida que un prófugo deje huellas trazables.
(Luego de nuestro encuentro con el ministro, la Unidad de Investigación de El Comercio tuvo acceso a un informe del fiscal adjunto Rojas a Pablo Sánchez, en el que este asegura haber hablado más de una vez con Huasasquiche, entendiendo que la policía estaba haciendo seguimiento. Rojas admite que no hubo reportes escritos en el periodo de la vigilancia, confiesa una profunda desconfianza hacia la efectividad policial en un caso como este, y da a entender que por eso estableció una relación directa con la Dircocor y no con más instancias de la PNP. Lo más grave es que dice la fuga fue posible por “acciones ineficaces” de la PNP. Sobre estas discrepancias entre autoridades ha tenido que responder Senmache a la Comisión de Seguridad el martes y al Pleno del Congreso el jueves).
Estaba en la banca
El ministro aceptó conversar conmigo solo para explicar su versión en la controversia sobre Silva y hablarme de su gestión. Pero no quiso hablar de sus conversaciones con el presidente. Sin embargo, con fuentes del sector, he podido reconstruir su fichaje y su relación con Pedro Castillo.
Senmache (Lima, 1974) es abogado egresado de la Universidad Garcilaso de la Vega. Tiene más de dos décadas en distintas áreas del estado y su afán de participación política no es reciente. Apoyó la campaña de PPK, a la que se ligó gracias a Gino Costa. Allí conoció a Avelino Guillén, que estaba voceado como ministro de Justicia, aunque la elegida fue Marisol Pérez Tello. Senmache quedó libre del compromiso que ya tenía con Guillén, y se lo jaló Fiorella Molinelli, a quien también conoció en la campaña, al viceministerio de Transportes. Siguió a Molinelli a Vivienda, al Midis y a Essalud, donde bregó en la pandemia como su asesor. También trabajó con Javier Barreda, el ex ministro aprista de PPK, y en el INPE.
Guillén volvió a estar en el bolo del ministerio de Justicia antes de la toma de mando de Castillo y llamó a Senmache, que estuvo en la comisión de transferencia de ese sector. Como recordarán, el elegido para esa cartera fue Aníbal Torres. Senmache se dedicó en los últimos meses, según me contó, a su asociación Red Peruana Contra la Pornografía Infantil, hasta que Guillén, por recomendación de Mirtha Vásquez, fue fichado como ministro del Interior. Su amigo se convirtió en su jefe de gabinete de asesores.
El 31 de enero hubo un episodio que vale la pena contar, porque explica el porqué de su fichaje como ministro. Ese día, el gabinete de Mirtha Vásquez se vino abajo. Guillén se había opuesto rotundamente a los cambios y pases a retiro que exigía el comandante general de la Policía, Javier Gallardo, pero el presidente decidió respaldar al insubordinado y controvertido general. Ante tamaño desplante, Guillén renunció. Mirtha Vásquez decidió hacer lo mismo, sobretodo, cuando Castillo le dijo que el sucesor sería el oscuro coronel de la Policía, Alfonso Chávarry.
La ex premier hizo un último intento por salvar su gabinete: propuso al presidente que Senmache reemplace a Guillén. Castillo barajó la propuesta pues llamó al asesor y le preguntó si estaba dispuesto. Este le consultó a Guillén, y este le dijo que lo había conversado con Mirtha Vásquez, que aceptara. Pero más poderosas fueron las razones –algún día las sabremos en detalle- para insistir con Chávarry y provocar la salida de Mirtha y de toda la izquierda progresista del gabinete.
Senmache renunció con Guillén. Según mis fuentes del Mininter, lo llamaron el mes pasado para que hiciera una exposición de sus ideas sobre seguridad ante el propio Castillo. Este, con cierta vaguedad, le preguntó si estaba dispuesto a sumarse al gabinete, y con la misma vaguedad, Senmache aceptó. No hablaron detalles ni condiciones, salvo que el invitado le dijo que haría cambios y necesitaba su respaldo. Castillo le dijo que sí como le dice sí a casi todo y a casi todos. Algunos días después, tuvo una reunión con el jefe del gabinete de asesores del presidente, Alberto Mendieta y su secretario general, Jorge Alva. Pasó un par de semanas y, el domingo 22 de mayo lo llamaron a las 3 de la tarde para que vaya a juramentar a las 6pm.
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¿Por qué Castillo fichó al ex asesor de Guillén? Según este relato y según las varias crónicas sobe los apuros e improvisación presidencial, la respuesta más obvia y simple es que Senmache estaba en la banca, es decir, ya había estado en un bolo previo. Igual que otros dos ministros que juraron junto a él: Alessandra Herrera que ya había sido ministra de Energía y Minas por los pocos días que duró el Gabinete Valer, y Andrés Alencastre, que fue el primer voceado para Agricultura en julio del 2021. ¿Para qué buscar contra el tiempo lo que ya se ha encontrado antes?
De todo un poco
¿Por qué Castillo, hasta ahora, le ha permitido a Senmache deshacer algunos cambios claves que hizo Chávarry? ¿Hablaron el presidente con el ministro, de Silva, Pacheco, de los sobrinos y de la cooperación de la policía con los pedidos de la fiscalía que involucran a la cumbre del poder? Esas preguntas no se las pude hacer a Dimitri Senmache pero sí a mis fuentes. Me contaron que Castillo no le ha hablado explícitamente del tema y el ministro no ha forzado esa conversación, más allá de decirle al presidente que va a buscar a quien tenga que buscar. Hasta ahora, Castillo ha firmado las resoluciones supremas que Senmache le ha puesto en el escritorio (en el Mininter no se puede mover un general sin la firma del presidente) y ha optado por un silencioso ‘dejar hacer’ cuyos límites no están claros. Según tienen entendido mis fuentes, el ministro no ha hablado explícitamente con Senmache sobre la mafia que, según hipótesis fiscal, encabeza; ni el ministro ha forzado esa conversación; pero sí le ha dado a entender que ‘tiene que buscar a quienes tenga que buscar’ a lo que el presidente respondió con la mezcla de indolencia y aquiescencia que ya le conocemos.
El ministro decidió que el nuevo comandante general de la policía fuese el general Luis Vera Llerena y eso implicó mandar a retiro al comandante en funciones, Vicente Tiburcio, y al que le seguía en el rango, Miguel Lostaunau Fuentes. Senmache, no tendría ninguna objeción con particular hacia Lostaunau, pero prefería a Vera Llerena y no está descartado que el retirado pase a formar parte del equipo del ministerio. Una mención especial merece el histriónico general Óscar Arriola, que enarboló, en RPP, las marrocas que le piensa poner a Juan Silva. Arriola fue de los generales que Gallardo quería pasar a retiro y Guillén defendió. Luego, se ganó algunas portadas hablando en contra de Vladimir Cerrón. Ahora, Senmache lo ha empoderado dándole la coordinación de varias divisiones especiales.
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El cambio más significativo, porque se dio con resistencia, según me cuenta una fuente con una sonrisa, fue el del célebre y controversial coronel en retiro Martín González ‘Conejo’, empoderado por Chávarry y Castillo como viceministro de orden interno. Senmache no habló con él, sino que le mandó pedir su renuncia. Este le respondió al emisario que prefería esperar a que se lo pida el presidente. El ministro, simplemente, lo sacó del viceministerio.
En el trayecto a hablar con el ministro, encontré funcionarios de diversas tendencias. Su secretario general, Antonio Salazar, lo fue de Guillén, y ahora vuelve al equipo. Reemplaza a Erick Caso que ha pasado a ser jefe del gabinete de asesores. Incluso está Harold Mora, ex viceministro de Juan Silva —sí, así como suena de chocante—, pero Senmache lo defiende como un viejo amigo, que fue pasajeramente viceministro de Comunicaciones, a dónde llegó sin recomendación de Silva, y es un área ajena a aquella en la que se cometieron los delitos por los que se persigue al ex ministro. Le pregunto cómo así, Mora, tal como denunció El Comercio, fue visitado por Carlos Senmache, el hermano de Dimitri. Me replicó que Mora es amigo de larga data de él y de su único hermano; y que no hay conflicto de interés en haber contratado a Mora para que atienda temas informáticos.
¿Cuánto durará y cuál es el alcance de este equipo independiente, técnico y variopinto, ante un presidente sobre cuyo entorno penden órdenes de captura y de allanamientos? ¿cuánto podrá coexistir con un plantel policial en el que hay muchos efectivos que han pagado sobornos por sus ascensos y traslados? En otras crónicas ya hemos contado cómo el actual subsecretario del despacho presidencial, Beder Camacho, recibía en Palacio al controvertido general Gallardo y a policías de distinto rango. ¿Qué hará y hasta dónde podría investigar la actual gestión del Mininter, estos indicios de corrupción político policial? Las respuestas a esas preguntas no las tienen ni el ministro ni el presidente. Las iremos conociendo en los hechos.
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