“Castillo está pensando en intervenir el PJ y el Ministerio Público, como hizo Montesinos con José Dellepiane en los 90″, me dice una fuente que antes me ha contado despropósitos que se convirtieron en realidad; aunque este no veo que pueda pasar de mero afán. Para tamaña acción, tendría que haber un diagnóstico catastrófico de ineficiencia y corrupción en la Justicia. Hay, por ahí, denuncias, algunas bien documentadas, sobre los cambios de subalternos hechos por la fiscal Patricia Benavides; pero ello no afecta al equipo especial que ve los casos del entorno de Castillo ni a la investigación sobre el presidente mismo.
Para mala noticia de la defensa presidencial, los casos de Keiko Fujimori y Susana Villarán han cobrado nueva vida, junto a otras pesquisas y capturas contra mafias de alcaldes como el de Carabayllo; de modo que no se puede sostener que el presidente y sus presuntos cómplices son los únicos perseguidos de la Nación. Benavides, a pesar de los cambios cuestionados, está dinamizando el Ministerio Público. El plan desesperado del Ejecutivo para actuar contra otro poder del Estado, requeriría de la difusión de denuncias contra jueces y fiscales, incluyendo a la fiscal Marita Barreto, que dirige el equipo especial. Lo más probable es que el plan, si llegara a esa fase, moriría por falta de credibilidad y de convicción en la cúpula.
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En lugar de ese despropósito mayúsculo, se llevó a cabo otro, más modesto, pero temerario: pedir, en un oficio dirigido por el presidente al inspector general de la PNP, una investigación y pase a retiro de Harvey Colchado, el policía estrella del equipo especial. He conversado, recientemente, con fuentes de alto nivel de la PNP, y constaté que no hay en sus mandos superiores simpatía por Colchado. Recelan de su fama y de su participación en casos contra políticos (estuvo en pesquisas contra Alan García y Keiko Fujimori), aunque reconocen su talento mostrado en la desarticulación de diversas mafias. También percibí, conversando con estas fuentes, que la PNP es una compleja y gigantesca institución, preparada para convivir con este presidente y su DINI (Dirección Nacional de Inteligencia); y sobrevivirlos con la menor cantidad posible de bajas. Más les tiene que preocupar los casos de oficiales que negociaron sus ascensos, que ajustar cuentas con Harvey porque lo pida Pedro.
Castillo y quienes le han aconsejado reclamar públicamente la cabeza de Colchado, están abusando de su aparente buena relación con la PNP y cargando sobre el inspector Raúl Alfaro, sobre el comandante general Luis Vera Llerena y sobre los altos mandos; lo que no pueden cargar sobre los hombros del apocado ministro del Interior, Willy Huerta. Lo más probable es que la PNP tome con pinzas y guantes el pedido y le dé largas. A propósito de apocados, hablemos de los nuevos ministros que entran al gabinete llenos de dudas y limitaciones.
*Nota de actualización: Tras el cierre de esta crónica, hoy amanecimos con la noticia de cambios en los altos mandos policiales. Pasaron a retiro a Vera LLerena y ascendieron allí a Raúl Alfaro, quien le sigue en la línea de mando, para lo cual lo sacaron de la Inspectoría (Alfaro, de buena reputación, no se prestaría a descabezar al Equipo Especial). En la inspectoría han puesto al general Segundo Mejía. Mejía es paisano de Castillo, nacido en el distrito de Chiguirip, provincia de Chota. Ello no es una mera casualidad. Según mis fuentes, Mejía ha hecho valer su condición de paisano del presidente. Dos mandos policiales con los que conversé, me describieron sus antecedentes cuestionables -entre ellos, que trabajó para el tristemente célebre Luis Cervantes Liñán, rector de la Universidad Garcilaso, de forma irregular- y me contaron que ha emprendido una campaña buscando el pase a retiro de sus superiores en la cadena, para llegar a la comandancia general. Cuando le tocaba, antes de la formación del equipo especial por el ex ministro Mariano González, coordinar las áreas de inteligencia para afrontar la búsqueda de los entonces prófugos Bruno Pacheco y Juan Silva, tomó oportunas vacaciones, huyendo del dilema de afectar los intereses de su paisano. Afortunadamente, esa función la asumió el jefe de la Dircote, el general Óscar Arriola, que hizo importantes avances. Mejía no logró la comandancia, que hubiera requerido el pase a retiro de Vera y también de Alfaro y del jefe de estado mayor Vicente Álvarez; sino que lo coloquen donde más lo necesitan, en la Inspectoría, para que haga el informe que corte las cabezas del equipo especial. Alfaro, de quien, repito, fuentes civiles y policiales me han dado buenas referencias, tiene varios dilemas que resolver antes de que, previsiblemente, de acuerdo al plan que se intuye entre líneas, lo pasen a retiro junto al jefe de estado mayor Álvarez; para acercar a Mejía a la comandancia.
¿Y las cuotas?
“Esos cambios no tienen lógica” me dice una fuente del gobierno. Me pongo en sus zapatos y le doy la razón. Ninguno de los tres ministros nuevos aporta algo más que sus predecesores, separados sin pena ni gloria. Empecemos por Wilbert Rozas, el nuevo fichaje en el Minam, (Ministerio de Ambiente) quien no tiene ni partido ni bases visibles y está peleado con el Frente Amplio (FA) por el que llegó al Congreso en el 2016. Tierra y Libertad Por el Buen Vivir, su pequeño grupo, ya emitió un comunicado, concediéndole licencia y rechazando por igual al “golpismo de derecha” y al “continuismo del actual gobierno”.
Aprovechemos a Rozas para contar que en el periodo de protesta magisterial del 2017 y 2018 está la raíz del amor odio de Castillo hacia el parlamento. Cuando lideró, con el Conare influido por el Movadef, la huelga del 2017, tuvo el apoyo decidido de algunos congresistas del FA. Hernando Cevallos lo ayudó a alojarse en un hospital, Zacarías Lapa fue su incondicional y Wilbert Rozas bregó para que su gente saliera pronto de las comisarías. Desde entonces, quedó entre Pedro y Wilbert, una relación intermitente, retomada en la campaña por la segunda vuelta y que incluye esporádicas visitas a Palacio.
¿Pero para qué darle un ministerio a un izquierdista venido a menos y que, para remate, fue procesado por peculado? Cara nostalgia del 2017 y más caras amistades que además lo alejan de un defensor con predicamento. Me refiero al ex ministro Modesto Montoya, quien se iba por las ramas de la ciencia en cada entrevista y monólogo en los CMD (consejos de ministros descentralizados), y escapaba a los libretos que sí cumplen Alejandro Salas o Félix Chero; pero defendía a Castillo a su manera. Incluso lo ha hecho en un tweet pos fajín, agradeciendo su paso por el Minam y negando las versiones que decían que se enteró de su reemplazo por la tele. Le he pedido que me cuente detalles de su salida, pero no me responde.
Rozas podría poner una cuota de confrontación en el Minam si se atuviera a sus convicciones cuando era presidente de la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y de Medio Ambiente del Congreso; pero el gobierno ya no está en condiciones de sostener acciones reformistas o disruptivas, que aumenten tensiones con empresarios y gremios. Por el contrario, Castillo, urgido de respaldo, está manirroto con gremios como el de los restaurantes y ministros leales como Roberto Sánchez, a quienes les ha concedido una rebaja del IGV. El ministro de Economía, Kurt Burneo, ha advertido que si se repite una acción similar, renuncia. Si Burneo ya no soporta que abusen de su heterodoxia, ¿se imaginan los dilemas de otros ministros?
La designación de Rozas, delata que Pedro Castillo, atosigado por las noticias del frente judicial, ya no discierne lo que le conviene a la hora de cambiar ministros. Tampoco hizo caso, a los pedidos de cuota del Bloque Magisterial, poniendo a prueba la lealtad de esos 10 votos. No ha sido, esta vez, ni cuotero, ni técnico, ni estratégico.
Mujeres y generales
No las quiere en política, pero les teme. Por eso, descartó para primer ministro a Róger Nájar cuando un grupo plural de parlamentarios le advirtió que no lo nombre el 28 de julio del 2021; por eso mantiene a Dina Boluarte en el MIDIS a pesar de que otros aliados le han pedido ese ministerio (sé por fuentes palaciegas que ha intentado quitarle la cartera pero ella le pidió permanecer en ella); por eso sacó a la congresista y profesora ultraconservadora Kathy Ugarte del MIMP (Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables), apenas se alzó la grita feminista. En su lugar puso a la activista feminista Diana Miroslavich, recomendada por Lourdes Huanca, la lideresa de la Fenmucarinap, que ganó reciente notoriedad acompañando a Yenifer Paredes a entregarse.
Miroslavich desaprovechó varias sensibles oportunidades que se le presentan a una ministra de la Mujer para afirmar sus políticas públicas en un país con alta tasa de feminicidios y otros crímenes de género. No sentó su presencia y su voz enfática ante el caso de las mujeres torturadas por ronderos y, por el contrario, criticó públicamente un remedo cómico de Carlos Álvarez sobre Lilia Paredes, aduciendo estereotipos discriminatorios que no vieron los expertos. Las ONG feministas en las que trabajó marcaron una prudente distancia con ella. Le he pedido tanto a Miroslavich como a Huanca, que me cuenten las claves del cambio, si lo saben; pero tampoco contestan. El reemplazo, Patricia Dávila, ha rotado por varios ministerios. Llevaba algunos meses en el Mininter, estuvo una temporada en el Mimp, otra en el Midis y siguen entes en su lista. No creemos que disminuya su ritmo de rotación.
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El general del Ejército, en retiro, Richard Tineo, nuevo ministro de Defensa, nos deja con muchas presunciones. Ha sorprendido a mis fuentes palaciegas que creían que el renunciante José Luis Gavidia sería reemplazado por su vice Leonel Cabrera o por un vice de la gestión anterior, José Robles Montoya. Que Tineo haya trabajado en el MTC hace pensar que estaba ya en la órbita del castillismo. Una teoría conspirativa lo liga a un pacto con Antauro Humala para que agite a sus reservistas en respaldo presidencial. Sin embargo, la liberación se ha producido cuando el conteo de días de redención de pena por trabajo, estuvo listo para Humala. A lo sumo, podría sospecharse que el gobierno no intentó obstaculizar su salida con la esperanza de crear miedo generalizado; pero no podemos sostener la existencia de un pacto.
Conversé con Virgilio Acuña, amigo de Antauro Humala, que estuvo en Palacio unos días antes de la liberación, y me repitió reiteradas veces que su visita fue para presentarle a Castillo un plan para montar una fábrica de urea en Piura. Me asegura que no hablaron de Antauro. En la cita también estuvo Aníbal Torres, quien se comprometió a recibir a Virgilio al día siguiente para oír el desarrollo de su plan, pero ese encuentro se frustró. Por cierto, el propio Antauro ha sido enfático en marcar una distancia crítica con Castillo. La reciente visita de licenciados del Ejército a Palacio es ajena a los grupos de reservistas afectos a Humala.
Acorralado y con la frustración autoritaria de tener que soportar que devasten su entorno y allanen sus viviendas (la palaciega y la de Chugur); Castillo actúa contra sus heraldos negros, los mensajeros y ejecutores de órdenes judiciales. En ello se distrae y se consume su gobierno.