“Está acorralado, no puede hacer cambios”. “Más bien, en octubre, luego de las elecciones locales”. “Tal vez solo pueda cambiar a los dos o tres más malos”. “¿De dónde va a sacar ministros sino es haciendo enroques entre ellos?”, “de repente, plantea adelanto de elecciones”. Esto es lo que me responden, cuando les pregunto si habrá nuevo gabinete antes del 28, las mismas fuentes que semanas atrás me decían que ya estaba prácticamente decidida la salida de Aníbal Torres.
¿Qué cambió para que no sea inminente ese cambio? La respuesta nos llega todos los días con nuevas revelaciones: el cerco judicial sobre el presidente se ha estrechado a tal punto que no le da tregua y energía para ejecutar un cambio de gabinete. Cada día hay un golpe que lo atribula. El martes salió libre Zamir Villaverde, entre otras razones, según su abogado Julio Rodríguez, para buscar más pruebas de los delitos que involucran a altos funcionarios, o sea, a él. El miércoles, la fiscalía de la Nación anunció que decidió arrancar la investigación preliminar por el Caso Ascensos Militares que la ex fiscal Zoraida Ávalos había suspendido.
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En realidad, como me dice una fuente, la situación es tan insostenible que, en lugar de buscar el oxígeno de un nuevo gabinete, a Castillo le conviene participar en iniciativas para su salida adelantándose a nuevos pasos que dará el Congreso con mesa directiva renovada. En ello estaría trabajando con algunos asesores y ministros. Otra fuente, que estuvo con él hace poco, me dijo que lo vio muy fatigado y demacrado, sin ganas para cambios proactivos.
Por si fuera poco
O sea, Pedro Castillo está tan ajustado (y asustado) que no tiene cabeza y muñeca para hacer ajustes relevantes. Por si los casos que lo involucran directamente fueran poca cosa, el escándalo de Yenifer, la hija/cuñada imputada de tráfico de influencias, ha desbordado su capacidad de respuesta y le abre un frente en la residencia palaciega, la que debiera ser su reducto de serenidad.
Desde que cometió un lapsus, horas después de la difusión del reportaje de “Cuarto Poder” que denunció a Yenifer Paredes ofreciendo obras, al decir que este era ‘demoledor’; no ha vuelto a acercarse al enjambre de micrófonos. Si así se ha replegado ante la comunicación, no se sorprendan que así se haya replegado también ante la política, confiando en el piloto automático.
Hasta ahora, poco sabemos de la responsabilidad de cada cual en la trama de las obras ofrecidas por Yenifer a habitantes de Chadín y sorprende la descoordinada defensa familiar. Mamá/hermana Lilia Paredes, declaró el viernes 8 en la fiscalía y compareció (aunque no declaró) el miércoles pasado ante la Comisión de Fiscalización. Ese mismo día, Yenifer, que no comparte al abogado Benji Espinoza con Pedro y Lilia, mandó un escrito a la comisión, dándose por no notificada en su domicilio actual que es, tomen nota: Caserío de Chugur.
La respuesta de Yenifer, con lo vulnerable que es a las investigaciones como simple ciudadana, resultó más política y simbólica que la ejercida por Espinoza: volvió al terruño de la inocencia perdida; mientras Lilia cumplía, en vivo y en directo, la vulgar estratagema procesal de replicar ante cada pregunta de los congresistas, “por recomendación de mi abogado, me abstengo de declarar”.
¿Qué siente, qué piensa, qué dice Pedro Castillo ante todo esto? Eso no lo podemos saber, pero tamañas tribulaciones no le permiten encarar nada con contundencia. Esto da margen de maniobra a la discrecionalidad de algunos ministros y al piloto automático de la tecnocracia nacional, pero es fatal cuando se necesita adoptar un cambio, un ajuste, una decisión extraordinaria; y el mando está tan debilitado.
Por ejemplo, el martes pasado, junto a un grupo de ministros recibió a Rebeca Grynspan, secretaria general de la UNCTAD (la división de la ONU para el comercio y el desarrollo), que les expuso las buenas y malas noticias de cómo nos ven desde el ente multilateral: No estamos en la lista de 94 países vulnerables a la crisis alimentaria que se avecina, porque somos exportadores de alimentos y tenemos una deuda baja; pero podríamos estarlo sino se adoptan políticas firmes, en provisión de fertilizantes y ampliación de la focalización de ayuda alimentaria, sobre todo en escolares. De hecho, habrá anuncios al respecto en el mensaje a la Nación, que quedarán a iniciativa de los ministros y de sus técnicos.
A pesar de todo, sí tomó una decisión radical, abusiva y temeraria: el decreto supremo que arremete contra la Derrama Magisterial (DM). Lo pudo hacer desde el año pasado. Conversé con un observador del sector educación y coincidimos en que probablemente Castillo tomó esa decisión para sacarse de encima al Bloque Magisterial de Concertación Nacional que pedía ese golpe contra su enemigo histórico, la trinidad de DM, Sutep y Patria Roja. De paso, se libró de darles cuota en un próximo gabinete. Y estos consiguieron un objetivo –que pende aún de acciones legales cautelares que promueve la DM- que quizá más adelante, si el régimen acaba abruptamente, les hubiera sido imposible.
Ayayeros inútiles
Alejandro Salas de Cultura, Roberto Sánchez de Comercio y Turismo, Modesto Montoya de Ambiente o José Luis Gavidia de Defensa, pueden poner el pecho ante los micrófonos, en defensa de su líder. Pero poco o nada pueden hacer ante los avances de la fiscalía. Félix Chero, el ministro de Justicia, oficia como su abogado en algunas entrevistas, pero los detalles legales quedan en exclusivas manos de Benji Espinoza, penalista sin experiencia en lides politizadas. Espinoza insiste con tutelas de derecho y apelaciones que se estrellan contra la justicia y la opinión pública, y llevó a Lilia Paredes a su embarazosa presentación en el Congreso. La orfandad de asesoría política en la defensa del matrimonio presidencial; nos hace ver cuán solo está Castillo en aquello que más le preocupa.
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La soledad es sinónimo de angustia. El presidente, ya hace buen tiempo cambió de teléfono personal y ha perdido contacto con muchos políticos y amigos. Es probable que lo hiciera porque cayó en la cuenta de que un teléfono celular que había aceptado como regalo de Zamir Villaverde, podría estar intervenido. Este tipo de precauciones, en aras de su seguridad, contribuyen a una sensación de angustiosa soledad.
Varias fuentes me dicen que Castillo ha aprendido desde cero muchos asuntos de gobierno, que ‘ahora está más preparado’. Es obvio, que en un año tan intenso, ha hecho varios cursos rápidos, en algunos casos, con buenos profesionales. La ironía es que ya no tiene ni la serenidad, ni la templanza, ni una reserva de nuevos aliados para que lo acompañen a tomar decisiones correctivas y concertadoras. Ante ese panorama tan sombrío, una fuente me cuenta que la idea de renunciar no aparece con nitidez, pero sí la de plantear un adelanto de elecciones. No a manera de bluff como insinuó que lo haría Aníbal Torres cuando pidió la confianza para su gabinete el 9 de marzo. Esta vez sería en serio. Lo más probable es que la oposición le replique que renuncie de una buena vez, pues ya no está en condiciones de manejar una transición. Algo así como pedir la palabra y tomar una iniciativa en plena caída libre.