Flor Sofía Aroqui Poma fue presentada el 21 de diciembre en oficio firmado (ver documento) por el jefe de la DINI (Dirección Nacional de Inteligencia), José Luis Fernández Latorre y dirigido al subsecretario general del Despacho Presidencial (DP), Beder Camacho, como poligrafista que debía instalarse en la oficina de coordinación de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI). A ver, un momento. ¿Hay un detector de mentiras en Palacio? ¿Hay gente que podría pasar por un polígrafo antes de ser contratado? ¡Pero si justamente nos quejamos de que no hay filtros ni estándares técnicos en el predio castillista!.
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Le he preguntado a dos fuentes palaciegas por el presunto polígrafo. Una no sabe ni vio nada, la otra me dice que oyó que querían instalar el aparato en la oficina que perteneció a Arturo Arciniega, diplomático asignado a la dirección de protocolo, que cayó en una de las varias purgas en el DP. Que quede el polígrafo como uno de los arcanos del castillismo.
Caos y control
Si creyeron que, tras el descalabro del 5 de abril, inspirado por un reporte de la DINI, los aficionados a la ‘inteligencia’ dejarían de rondar al presidente, se equivocaron. Henry Shimabukuru, presentado como colaborador de la DINI en el mismo documento que reveló Panorama, mantiene su influencia según todas mis fuentes. Cristina Boyd, que fue fichada en el equipo de comunicaciones y es aficionada a la inteligencia militar, en realidad no era parte del grupo alrededor de Shimabukuru, como se especuló; pues ha sido enviada a trabajar de forma remota. En el cargo que parecía destinado a ella, la dirección de prensa, han vuelto a fichar a Romelia Vásquez, que colaboró con Castillo desde tiempos de campaña. No solo hay purgas sino retornos, patinadas y descuajeringues en el primer despacho de la nación.
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Fernández Latorre, a pesar de que entró por recomendación de Richard Rojas, el ex jefe de campaña con quien tiene un parentesco político, mantiene la confianza de Pedro Castillo. Subrayo el vínculo con Rojas porque pone a prueba una tensión esencial en el despacho: los chotanos sienten que es su territorio natural y no quieren allí a nadie ligado al cerronismo. Por eso, Beder Camacho y Fernández Latorre, amigos el uno del otro y de Rojas, despiertan la ojeriza chotana.
La ‘inteligencia’ es necia y persiste. Una fuente me proporcionó un oficio del General PNP Ulises Guillén Chávez, jefe de la DIRIN (Dirección de Inteligencia de la PNP) por el cual se había invitado a Fernández a una reunión de todos los jefes de las oficinas de inteligencia policial. Es decir, una suerte de ágape de agentes policiales al que suman a la cabeza de la DINI, que es independiente de ellos y está adscrita a Palacio. ¿Había algo especial que celebrar, algo grande que coordinar? Pregunto a mis fuentes y me dicen que esa reunión ampliada era tan inusual como que el jefe de la DINI frecuentara Palacio e instalara allí a una poligrafista quien, por cierto, según la misma fuente, es agente de la DIRIN destacada a la DINI.
El ágape de Guillén confirmaba, por otro lado, los estrechos vasos comunicantes entre Palacio y algunos mandos policiales, cosa que se reforzó cuando entró el general cajamarquino Alfonso Chávarry como ministro del Interior. Recientemente, este ha nombrado como viceministro de Orden Interno a Martín González, el célebre ‘Conejo’ que pasó por la DIVIAC, la dependencia que ganó fama al develar mafias como la de los ‘Cuellos Blancos’ y a la vez se acusó de politizada y mediatizada.
Una fuente asociada a las Fuerzas Armadas me asegura que los servicios de inteligencia de las tres armas (Marina, Fuerza Aérea y Ejército) no guardan con Palacio la relación estrecha y sospechosa que sí guardan algunos sectores de la PNP. Como si el gobierno buscara compensar con la policía la simpatía que le es esquiva en los mandos militares.
El descalabro del 5 de abril no fue, pues, suficiente para expulsar a los mensajeros de proyecciones conspirativas y recomendaciones represivas. El premier Aníbal Torres, cuando en una conferencia de prensa el 6 de abril se vio obligado a dar explicaciones de la barbaridad cometida el día anterior, dijo que la decisión se basó en una recomendación del Ministerio de Interior, que leyó, y en otra de la DINI que, por ser secreta, no leyó. Esta incursión de civiles en la asesoría de inteligencia con filo político hace recordar a las exposiciones que las empresa Business Track, con su representante Giselle Gianotti, hicieron ante autoridades civiles y militares, durante el segundo gobierno de Alan García. Aquella vez, los intrigantes de la ‘inteligencia’ no llegaron a la cima del poder pero su actividad en el espionaje industrial provocó el escándalo político de los ‘petroaudios’.
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Hoy, los agentes que presumen de ver el futuro, están en Palacio. Provocaron el 5 de abril. Le pregunté a Andrés Gómez de la Torre, ex director y profesor de la Escuela Nacional de Inteligencia, si es frecuente y conveniente que un informe incluya recomendaciones y fue tajante: “El reporte de inteligencia empieza con antecedentes, sigue con análisis, algunas conclusiones y proyecciones, no recomendaciones. Un reporte no debe recomendar un curso de acción, no debe sustituir a los tomadores de decisiones”.
Cuchillo constituyente
He sido testigo de algunas danzas de cuchillos en el despacho presidencial. La más sonora acabó, a fines de enero, con la salida del secretario general Carlos Jaico y la entronización del asesor Biberto Castillo y del subsecretario Beder Camacho. Sin embargo, el puesto de Jaico quedó vacante hasta que fue fichado Jorge Alva Coronado, quien trabajaba en el despacho de la primera dama, Lilia Paredes.
La primera dama, según mis fuentes, entró a la danza de cuchillos, con su estrecha colaboradora Irma Rojas, y con un civil aficionado a las labores de inteligencia, el ya mentado Henry Shimabukuru. Mis fuentes palaciegas, me contaron que a este lo veían regularmente haciendo guardia para hablar con el presidente y asumen que fue crucial en la toma de la decisión de inmovilizar Lima el 5 de abril.
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El impulso de este nuevo grupo ha traído la renovación de un cargo clave, la jefatura del gabinete técnico. Biberto Castilllo ha sido desplazado, aunque sus vínculos con Palacio parecen no haberse roto del todo. Le pidieron la renuncia a Wilson Pretel, el jefe del gabinete técnico que era de confianza de Biberto. Pretel renunció el 16 de abril y al día siguiente fue contratado en su lugar un hombre de izquierda con predicamento, el economista Alberto Mendieta.
El único de Patria Roja
Luis Alberto Mendieta Gavirondo, fue el más destacado cuadro estudiantil del Partido Comunista del Perú Patria Roja (PR) a comienzos de los 80. Estudió Economía en la Universidad de San Marcos y presidió el centro federado de su facultad. Luego fue presidente de la FUSM (Federación Universitaria de San Marcos) en una época convulsa, cuando Sendero Luminoso amenazaba tomar el movimiento estudiantil y partidos como PR se resistían a ese extremismo.
Hacia los 90, Mendieta ya estaba apartado de Patria Roja pero no de la izquierda y, según me recuerda un ex correligionario suyo, acometió la aventura de pretender ser candidato presidencial. Luego, fue uno de los impulsores del movimiento y las reivindicaciones de los fonavistas. Más adelante, se ligó al humalismo y fue su candidato al parlamento andino en el 2006, sin éxito. Se convirtió en asesor de la bancada nacionalista. Es muy probable que en el Congreso haya labrado los vínculos que hoy lo han acercado al castillismo.
Por ejemplo, entre los congresistas nacionalistas, destacó como uno de los más radicales y mediáticos, el cajamarquino Jorge Rimarachín, de quien Mendieta se hizo buen amigo. Pues, Rimarachín es el secretario de Demarcación y Organización Territorial de la PCM, oficina dentro del viceministerio de Gobernanza, que Aníbal Torres ha cedido a Perú Libre, sobre todo a Bellido. Varios de los funcionarios de esa área, fueron sacados o aislados por Mirtha Vásquez, pero han sido repuestos o empoderados por Torres. Entre ellos está Rimarachín y otros que, como hemos señalado en pasadas crónicas, son presionados para intentar politizar peligrosamente la gestión de la conflictividad social junto con el Ministerio de Energía y Minas, también en manos del cerronismo.
Sea por Rimarachín o por otros contactos, Mendieta ha entrado al entorno castillista y se ha convertido en asesor de confianza del presidente. Óscar Vásquez, que fue asesor de Vizcarra y escribe la columna “Apuntes a lápiz” ha recopilado declaraciones de Mendieta en los últimos tiempos y ha encontrado unas que se centran en la propuesta de realizar a toda costa una asamblea constituyente (AC). Es muy probable que haya bregado para que Pedro Castillo lanzara la propuesta el viernes 22 en el Cusco; mientras el coro cerronista, y en especial Bellido y sus tentáculos en ‘gobernanza’, preparaban la portátil que aplaudiría ese lance. Mendieta sería el único izquierdista oriundo de Patria Roja –partido que Castillo detesta por su preeminencia en el magisterio- conpredicamento en Palacio; un izquierdista como no lo es Biberto Castillo y que coincide con el coro cerronista que pide Asamblea Constituyente a cualquier precio.
Un aliado y, a la vez, observador crítico del castillismo, me dice que el gobierno ha entrado en una fase desesperada donde ya no busca frenar los conflictos, sino agitarlos y manipularlos. Sin negar el tino de su observación, le digo que ello más que una táctica, es una improvisación. Además, la pretensión de controlar la conflictividad suele estar condenada al fracaso o al desborde. Lo padecemos en estos días.
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