La juramentación de Pedro Cateriano como presidente del Consejo de Ministros –en reemplazo de Vicente Zeballos– ha generado controversia por el perfil que tuvo durante el gobierno de Ollanta Humala. Tres especialistas analizan el rol que podrá tener en la gestión de Martín Vizcarra.
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¿Qué gana el Gobierno al nombrar a Cateriano en la PCM?
Hay unanimidad en dos aspectos: Cateriano le da oxígeno al Gobierno y a la vez mayor manejo político que el saliente Zeballos. A raíz del último enfrentamiento con el Congreso, varios especialistas advertían que uno de los mayores flancos del Gobierno era entablar una relación con el Parlamento.
Para el analista político Erick Sablich, el Gabinete Zeballos venía muy desgastado y estaba solo políticamente: tenía malas relaciones con el Congreso, el sector privado y las autoridades subnacionales. A ello, la politóloga Gabriela Vega le agrega que la Presidencia del Consejo de Ministros “había llegado a un punto de irrelevancia en el debate público y de incompetencia de gestión”.
“A diferencia de sus predecesores, es un político con experiencia en gobierno, un rol que requiere capacidades en negociación y gestión”, añade Vega. Para ella, Cateriano aporta legitimidad, pero a la vez Vizcarra gana por el solo hecho de apretar el botón de reinicio. “El Gabinete Cateriano ha jurado en el Salón Dorado, después de meses de juramentaciones casi en la oscuridad”, señala.
En el mismo sentido, Omar Awapara, director académico de ciencias políticas de la UPC, señala que “el capital de Cateriano está en lo político más que en lo técnico. Es una figura con peso propio, y parece que Vizcarra busca cuidar el flanco político”.
Awapara también señala que este nombramiento también puede significar que Vizcarra busca que la atención recaiga sobre Cateriano, de modo tal que él puede concentrarse en otras tareas de gestión en su último año de gobierno. “Revela que Vizcarra también está dispuesto a ceder un poco, pues siempre tuvo un núcleo muy cercano vinculado a Moquegua; aunque no es un gesto muy dramático. Hay una intención de ceder protagonismo”, añade.
Aún así, para Sablich todo dependerá del perfil con el que entre Cateriano: confrontacional como lo fue como ministro de Defensa o como primer ministro en el último año de Humala, época en la que fue más dialogante. “Mi impresión es que va a ser más como lo último: defender al Gobierno y articular con otros sectores como el Congreso, para lo que tiene mayores capacidades que su antecesor”, señala.
“Mi impresión es que es un cambio positivo. Me parece que tenemos un mejor Gabinete y un mejor primer ministro en particular”, finaliza Sablich.
¿El estilo de gestión de Cateriano beneficia o perjudica el diálogo con el Congreso?
Para Awapara, hay un factor decisivo: la confrontación de Cateriano en el pasado fue con el fujimorismo y el aprismo, dos fuerzas políticas que hoy no están tan representadas en el Parlamento. Por ello, habrá que evaluar cómo se ubica el primer ministro en el nuevo Congreso. “No estoy seguro de que él sea necesariamente confrontacional, pero sí es alguien dispuesto a ir a pelear”, señala.
Sablich considera que Cateriano ya ha demostrado que, así como confronta, también puede acercarse a otras fuerzas y conciliar. Por ello, su misión va a tener que navegar entre ambas posturas dependiendo de las circunstancias. “Antes, el Gobierno solo pechaba, y hay un punto en el que eso ya no funciona, más aún cuando ya disolviste un Congreso y se te agotó el arma de la cuestión de confianza”, añade el analista político.
Ante las primeras críticas que señalaban que Cateriano representa una continuación respecto del gobierno de Humala, Awapara considera que, por el contrario, es valiosa su experiencia de haber navegado en aguas políticamente más torrentosas.
Por ello, más que el estilo de gestión, lo que importará será su estilo de negociación con el Congreso, señala Vega. “No se debe olvidar que el Congreso está compuesto mayoritariamente por políticos noveles. Su legitimidad pública tendrá que materializarse en las bancadas actuales, pues el Gobierno no tiene una agrupación que lo represente. No es posible predecir cuál va a ser la mezcla de Cateriano con este Congreso que es impredecible”, agrega.
¿Qué implica que Vizcarra haya renovado a casi la mitad del Gabinete?
“Varias carteras necesitaban ser oxigenadas: Salud y Justicia, que han estado al frente en esta coyuntura”, señala Awapara. Además, agrega que cuatro de los seis ministros que el Congreso quería interpelar han sido removidos. Solo sobrevivieron Martín Benavides, titular de Educación, y María Antonieta Alva, de Economía. Aún así, varios de los nombramientos son de personas que han estado ligadas a la gestión de Vizcarra.
Algunos otros cambios están relacionados a las propuestas de Cateriano. “Es un Consejo de Ministros más alineado ideológicamente”, señala Sablich.
¿Qué otra diferencia trae Cateriano? “Los antecesores, sobre todo Zeballos, eran muy cercanos al presidente y muy proclives a supeditarse a la agenda planteada por Vizcarra. El perfil de Cateriano es distinto, y ha traído a una mayor cantidad de ministros para balancear las fuerzas al interior del Gabinete. No creo que se vaya a ir por la libre, pero tiene más espaldas”, señala Sablich.
Aún así, Vega señala que renovar ministros no es sinónimo de hacer cambios de política sectorial, para bien y para mal.
¿Los cambios representan oportunidades de mejoras?
Para Vega las salidas pueden haberse dado por los errores cometidos durante la pandemia, pero las designaciones no parecen atender los problemas de gestión que las ocasionaron. Para ella, el recambio en Midis, luego de las dificultades para la entrega de bonos, no priorizó el perfil de gestión, sino uno político. Mientras, “en Minsa más que de una renovación, se trata de un sinceramiento de quién tenía la confianza del presidente para liderar el sector”, señala.
Vega se suma a las críticas que recibe el nuevo ministro de Trabajo, Martín Ruggiero. “El Perú la peor crisis laboral de su historia y, después de meses de inacción, se ha elegido para liderar el sector a un abogado laboralista del sector privado sin experiencia en gestión pública”, añade.
¿Vizcarra cometió un error al no ofrecerle ningún ministerio a algún partido del Congreso?
Tanto para Awapara como para Sablich, era un tema complicado para el Ejecutivo. Si bien pudieron hacer algo más para establecer un vínculo, había dos problemas.
El primero de ellos era la dificultad de encontrar alguna bancada afín que tenga un voto disciplinado. “¿Cómo le vas a dar un ministerio a Acción Popular si no sabes a quiénes [qué sector] puede representar?”, se pregunta Awapara.
El segundo, comenta Sablich, era conseguir que algún partido con aspiraciones electorales con miras en el 2021 acepte participar en el Gabinete del último año.
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