Fernando Vivas

“El mejor aliado de Pedro Castillo es el Congreso”, me dice un amigo que cubiletea con ambos poderes. En efecto, Castillo tiene congresistas descubiertos y encubiertos que conjuran la posibilidad de recolectar 87 votos para su vacancia. Y, cuando las bancadas que sí quieren golpearlo, deciden hacerlo, lo hacen con tanto apuro, caos y desunión; que no lo mueven de su sitio. En realidad, lo más cómodo y prudente que puede hacer el Congreso, es dejar trabajar al mayor enemigo del presidente, el Ministerio Público. Aunque el viernes, Castillo caminó orondo entre Palacio y la oficina del fiscal de la Nación, Pablo Sánchez; la procesión de sus temores iba por dentro.