Un análisis realizado por la Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio de las últimas gestiones de gobierno de ocho países de América del Sur: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Uruguay y Perú, revela que este último es en el que menos días puede durar un ministro: 200 en promedio. Perú tiene el último lugar en permanencia en sectores como economía, salud, interior y educación.
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Además, es el país donde el máximo número de días que se puede permanecer como líder de una cartera es 53% menos que en los otros países evaluados: mientras que en todos se pasa de los 1.200 días en el cargo, en el Perú apenas se llega a los 575.
La politóloga Katherine Zegarra explica que una alta rotación de ministros y de altos funcionarios, en general, también genera que exista una alta rotación dentro todo el aparato burocrático, “No solamente se va la cabeza política de un sector al reemplazar un ministro por otro, sino que también se va un equipo y se dejan de lado políticas públicas”, afirma.
En esa misma línea, Paulo Vilca, analista político, sostiene que en términos de gestión pública es importante la continuidad de las políticas públicas. Los cambios constantes de funcionarios, impiden esa continuidad y evitan que se concreten proyectos o se logren los objetivos esperados. “No solo es el cambio en sí, sino que hay esta idea de empezar todo de nuevo”, señala.
Vilca explica que las preocupaciones de los gobernadores y los alcaldes tienen que ver con la baja permanencia de ministros. “Ellos buscan obtener presupuestos de los sectores sobre la base de acuerdos políticos con el titular, pero si en año se cambia tres veces a un ministro deben realizar tres acuerdos que muy probablemente no se cumplirán”, afirma Vilca, quien sostiene que en una situación de crisis, como la vivida durante la pandemia por Covid-19, las consecuencias de este problema se agravan.
Hace poco más de un mes, el presidente Pedro Castillo tomó juramento a cuatro nuevos ministros que hoy lideran las carteras del Interior, Energía y Minas, Agricultura y Transportes y Comunicaciones. La gestión de Castillo tiene el récord de ministros cambiados en 11 meses de gobierno, con 38 cambios. El segundo lugar lo ocupa Jeanine Añez de Bolivia, con 14. La diferencia con otras gestiones es mucho mayor.
Katherine Zegarra sostiene que para generar buenas políticas públicas es importante que exista una burocracia especializada y profesional: que los gestores públicos tengan un tiempo de experiencia en el sector, así como conocimientos técnicos y políticos sobre el mismo. “Priorizar, por ejemplo, una cuota partidaria, en lugar del expertis, como lo que al parecer sucedió con el ministro de salud, en plena pandemia, representa un desprecio hacia el bien público”, afirma.
Factores para la alta rotación
Para Paulo Vilca, el constante cambio de ministros obedece a dos factores. Por un lado, a que, a diferencia de Perú, en muchos países los ministros son de alguna manera actores políticos y su llegada a determinado cargo obedece también a su habilidad de negociación con el presidente. “De alguna manera, son personas que tienen trayectoria política y peso, por lo que hay acuerdos y negociaciones que garantizan cierta estabilidad al gobierno”, señala Vical.
El experto afirma que eso no existe en el Perú. Por tanto, la permanencia de un ministro peruano depende únicamente de la voluntad del mandatario. No son personas que tengan un peso político propio. “Todo se lo deben al presidente. Eso los hace más dependientes a él y su presencia es mucho más precaria, cambiarlos no significa mayor costo”, dice Vilca.
Por otro lado, los presidentes, en especial los últimos, también han sido débiles políticamente. Esto ha generado una serie de crisis recurrentes que les cuesta mucho más superar, por lo que se ven obligados a tener refrescos con los cambios de ministros.
Para el gobierno de Castillo, Vilca añade un tercer elemento. “Existe una predisposición del presidente para buscar congraciarse o establecer cierto tipo de acercamiento con algunos sectores, sobre la base de entregarles la conducción de un ministerio”, sostiene.
No obstante, según afirma el problema está en que estas alianzas también son precarias. No garantizan que estos aliados permanezcan en el cargo.
En ese sentido, Katherine Zegarra señala que las cuotas políticas se alejan del bien común y nos han traído perfiles muy lamentables en las cabezas de carteras. La experta también menciona que el Congreso tiene una cuota de responsabilidad. Como institución que brinda balance entre poderes, tiene la posibilidad de censurar a un ministro y acortar su mandato. “La salida de un ministro en el país no siempre ha dependido del ejecutivo. Este podría designar a un buen elemento como cabeza de un ministerio, pero a veces por razones políticas estos son censurados”, asegura.
¿Qué perfil debería tener un ministro?
Según los expertos, un ministro o un alto funcionarios requieren de conocimientos mínimamente cercanos al sector que van a liderar. “Debería haber concordancia con el perfil de vida y el historial profesional de la persona. Claramente alguien que se dedica a la industria alimentaria no sería el ideal para minería o para el ministerio de relaciones exteriores”, expone Zegarra.
También, debería contar con habilidades políticas que le permitan obtener apoyo y poder manejar ciertos escenarios que requieran de ellas. En ese sentido, Vilca menciona que quienes asumen estas responsabilidades deberían contar con un mínimo de trayectoria o peso, una suerte de prestigio que les garantice, que además de que sus decisiones estarán en el marco general de la política de gobierno, podrán interactuar y coordinar con el presidente, los congresistas y todos políticos hasta llegar a un acuerdo favorable para los ciudadanos. “No puede ser alguien que solo obedece órdenes o se sujeta al gobernante en ese momento”, recalca.
Zegarra también considera relevante que sea una persona con experiencia en el sector público. Según explica, las reglas de juego en el Estado son muy diferentes a las del privado. “Cuando diriges un ministerio tienes que enfrentarte a una serie de retos que no tienes en el sector privado, como el control político, el presupuesto, entre otros”, señala.
Por su lado, Vilca menciona que dado las circunstancias en las que se vive en el país también se requiere que la persona muestre una trayectoria vinculada a la integridad. Eso podría garantizar que hay un mínimo nivel de honestidad en conducir una cartera. “Hay que considerar que los problemas más recurrentes que existen en la administración pública tienen que ver con la corrupción”, expresa.
Posición en frente a otros países
Ambos expertos coinciden en que estas cifras no ubican en una posición desventaja frente a los otros países, dado que el funcionamiento del estado es crucial en el desarrollo del bienestar de la ciudadanía. Sobre todo, si consideramos que los objetivos de las políticas públicas giran en torno a la problemática ciudadana.
Además, se debe considerar que si bien cada ministro es responsable de un sector, el Consejo de Ministros, en general, es la instancia que fija las políticas generales de un país y cuando hay constantes cambios al interior del Consejo se impide que este se pueda consolidar como un equipo de trabajo, lo que también perjudica al logro de objetivos.
No obstante, Zegarra también explica que la estabilidad total, el hecho de que un ministro se quede permanentemente los cinco años de gobierno, no necesariamente garantiza que se generen buenas políticas públicas. Existen otros matices que se deben considerar para entender la generación de buenos servicios a la ciudadanía, como la capacidad estatal, la profesionalización de la burocracia, la generación de buenos indicadores, o la gestión de buenas políticas públicas.