‘La alianza con Cerrón no va más. Quizá se le mantenga su cuota en el Minsa y algunas direcciones y puestos que tiene por aquí y por allá; pero no hay voluntad de caminar con él a ninguna parte. Queremos pensar en el país, y no en agendas particulares, vamos a contratar a buenos técnicos en un próximo nuevo gabinete. Por eso, el presidente hablará con otras bancadas para una alianza de centro, sin pensar en cuotas, y establecer una nueva relación con la próxima mesa directiva’.
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Este es, grosso modo, el mensaje que el gobierno está lanzando a diestra y siniestra, a través de fuentes diversas. En realidad, es el mismo ‘wishful thinking’ concertador que ha aparecido con recurrencia desde el año pasado: no más Vladimir Cerrón, no más cuotas, ancha base, fichar técnicos, pensar país. De allí a los hechos, hay mucho trecho. De todo lo prometido, lo más certero, como ya hemos contado en otras crónicas (“Pedro, el errático”, 9/6/2022), es que la formación de las bancadas Bloque Magisterial de Concertación Nacional y Perú Bicentenario, ha sido alentada y celebrada por el castillismo. Perú Libre ha descendido de 37 a 16 curules. Sin embargo, 16 votos no se pueden ignorar. Reclaman cuota y derecho a veto.
Otro hecho ineludible es que los posibles aliados son más esquivos que antes. Los cargos de corrupción investigados por la fiscalía de la Nación, asustan a cualquier figura de consenso que pudiera reemplazar a Aníbal Torres. Y asustan a los partidos y bancadas. Pedro Castillo no la tiene ahora más fácil que antes. Sabe más del Estado pero lo queda menos oxígeno, menos candidatos decorosos en la banca de ministeriables. Indagué en las bancadas no oficialistas sobre cómo recibirían su llamado.
El dueño de la mesa
Alianza Para el Progreso (APP) despierta el vivo interés del castillismo. Porque son 14 votos bisagra entre la oposición dura y el acompañamiento crítico, porque el líder César Acuña es paisano tacabambino de Castillo y porque, si otras bancadas respetan un pacto de palabra hecho en el 2021, presidirá la próxima mesa directiva. Una fuente oficialista, entusiasmada, me dijo que ya se había producido un entendimiento; pero en APP niegan tal cosa.
Hablé con Luis Valdez, secretario general del partido. “Aunque hay facciones y yo soy de los que piensa que debe haber una total distancia respecto del gobierno, puedo asegurar que esa es la posición que predomina en el CEN”. Añadió que no sabe de ningún acercamiento reciente del gobierno hacia ellos, no ha visto ninguna señal para llegar a un entendimiento y no ha sido informado por César Acuña de que haya recibido alguna llamada o mensaje por WhatsApp de Castillo.
Otra fuente dirigencial de APP me comentó dos razones por las cuales, en esta coyuntura, Acuña no recibiría de buen agrado un mensaje palaciego: ha comenzado su campaña para volver al gobierno regional de La Libertad –el sólido norte apepista- y la posición timorata respecto a la tesis de maestría de la pareja presidencial que incluye segmentos plagiados y menciones a falsos supervisores (la universidad pasó la denuncia por agua tibia), los hizo parecer como perdonavidas de Castillo. Cuando le pregunto qué podría provocar un entendimiento con el gobierno, un apepista me responde: “El milagro de que nombren de primer ministro a un personaje de primera, concertador, pero eso es imposible”.
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A los apepistas más les preocupa asegurar la presidencia de la mesa directiva y, aunque no quieren de ningún modo a un oficialista en alguna vicepresidencia, sí estarán atentos al voto de aquellos, en caso de que no haya una candidatura gobiernista. La campaña a la mesa ya se desató con la difusión de un audio de Lady Camones –vicepresidenta del Congreso y voceada para el cargo- hablando pestes de ‘Los Niños’ de Acción Popular con una generalización –'banda delincuencial’- que ofende a bancada y partido.
La frase la soltó Camones en una reunión del CEN. A esas reuniones también asiste, el otro voceado a la mesa, Eduardo Salhuana, que tiene, para ser atractivo a las otras bancadas, que borrar la percepción de oficialista asolapado que se ganó con votaciones como aquella en la que, traicionando un acuerdo interno y su papel de portavoz, votó por dar la confianza al gabinete Torres. Pidió disculpas en otra reunión del CEN. Con estas cuitas sucesorias en la oposición, a las que se suma la posibilidad de que Gladys Echaíz rompa bancada y pacto para ser candidata ajena; APP y Acuña no están para tentaciones palaciegas. En cortas declaraciones a Expreso, publicadas ayer, Acuña ha dicho: “Jamás avalaremos a este presidente y a su gobierno corrupto”.
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No Somos Salas
Llamé a una fuente de la cúpula de Somos Perú y le pregunté si había un acercamiento renovado hacia el gobierno. Me repitió lo que siempre me dicen en Somos: que no hay ninguna alianza ni nada por el estilo, y me agregó que ellos ya han están cansados de cargar, por algunas votaciones mal decididas, con el sambenito de ser oficialistas.
La negación de alianza de parte de esta fuente es relativa. Fuentes de gobierno me dicen que Castillo tiene contacto directo con Patricia Li, la presidenta del partido, y más de una vez la ha presionado para que induzca actitudes y votaciones condescendientes en los dos o tres votos que controla de su bancada. Sin embargo, mi fuente me asegura que hay más distancia y desconfianza que antes. Las bases quieren recuperar su identidad opositora y han reclamado que se expulse a Alejandro Salas, el ministro de Cultura, que pidió licencia al partido, pero lo compromete a diario con su defensa ciega a todo lo que haga Pedro Castillo. El CEN (comité ejecutivo nacional) del partido ya habría acogido el pedido de las bases y la expulsión de Salas sería muy pronto anunciada.
De modo que Somos, la bancada que se percibía con un pie en el oficialismo, quiere sacar ese pie de allí y –esta es otra decisión que me cuenta mi fuente- meterlo, si es posible, en la mesa directiva del Congreso. Tengan en cuenta que, con la disolución de la bancada de Podemos por la renuncia de Carlos Anderson, se abrió un hueco (son tres vicepresidencias) que animó a Somos a ocuparlo.
Tampoco Podemos
Hablé con Enrique Wong, secretario general de Podemos y portavoz de la bancada hasta el 16 de marzo cuando renunció Anderson, y quedó en mero grupo, con una esperanza de rehabilitación: sumar al congresista Luis Picón, ex APP, y contar 5, el número mínimo para ser bancada. Sin embargo, Picón, al haber sido expulsado formalmente por APP, perdió su capacidad para sumarse a otra bancada. Luego de nuestra conversación, sorpresivamente, se anunció el fichaje de Óscar Zea, el ex ministro de Agricultura que ya estaba en proceso de ingresar a la bancada magisterial (fue cuota de ellos en el gabinete); pero ha preferido fichar con Podemos tras la mala cara que sus ex colegas le pusieron tras su indecorosa aventura ministerial.
Cuando le pregunté a Wong si estaban dispuestos a tender la mano a Castillo, me dijo: “El primer año hubo buena voluntad de colaborar con un gobierno sin experiencia”. ¿Ya no hay buena voluntad?. “Ya no se le puede creer. Le hemos dicho cuando nos ha llamado, que contrate a buenos técnicos; se lo prometió al cardenal Pedro Barreto y a Max Hernández, y nada. Yo soy vicepresidente de la Comisión de Fiscalización y allí hemos oído el testimonio de Karelim López y estamos viendo que todo lo que dijo se confirma. ¿Cómo creerle [a Castillo]?. Es muy difícil”.
A Enrique Wong no le consta si Castillo se ha comunicado directamente con papá José Luna Gálvez e hijo José Luna Morales, la dinastía que manda en el partido; pero a él, que es secretario, no le han llegado recientemente mensajes ni señales de entendimiento y apertura. ¿Qué señal podría convencerlos?, insisto. “Que llamen, aunque suene imposible, a un primer ministro que pueda dar confianza a otros sectores y a los empresarios, como Pedro Cateriano, por ejemplo”. Con Podemos, tampoco se podría, según su secretario general, aunque el fichaje de Zea recuerde la perenne disposición negociadora de los Luna.
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Los exaliados
Ante la crisis de Nuevo Perú, el partido fundado por Verónika Mendoza a quien sucedió Anahí Durand en la presidencia, quien, a su turno, prefirió dejarse expulsar para mantener un vínculo laboral con la PCM; su bancada se rebautizó como Cambio Democrático –Juntos Por el Perú (JPP). Que se mantenga el nombre del partido que fue plataforma de la candidatura de Mendoza, fue un pedido de Roberto Sánchez, ministro de Comercio y Turismo, líder de JPP y único militante de ese partido en la bancada.
Sánchez, además, es el último vínculo oficial de Cambio Democrático con el gobierno. Según mis fuentes del grupo parlamentario, el ministro no se reúne con ellos, ni los presiona para que voten disciplinadamente a favor del gobierno. A pesar de ello, lo han hecho, por ejemplo, oponiéndose a la censura de Betssy Chávez; pero no son incondicionales ni mucho menos. Son una versión flexible de lo que Anahí Durand llamó ‘acompañamiento crítico’.
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Mis fuentes me dicen que no han percibido recientemente señales para renovar o fortalecer un entendimiento con el gobierno. Hubo el ofrecimiento de Castillo de un ministerio al congresista Edgard Reymundo, pero este, según lo comentó en su entorno, tomó la oferta como algo ligero y la rechazó. No es primera que oímos de estos ofrecimientos de Castillo que dejan a los invitados desconcertados, ansiosos o molestos. Por ahí, alguno pica.
Tras esta indagación por las bancadas de centro, la conclusión preliminar es dura: si Castillo les extiende la mano, esta quedará tendida a menos que consiga el milagro de un gabinete concertado y de alto vuelo técnico. Pero en julio no hay milagros.