Cualquiera que conozca bien a Mariano González presentía que no iba a ser un ministro funcional a Castillo. Que iba a hacer lo que en efecto hizo: armar un equipo de élite para pillar a los prófugos Juan Silva, Bruno Pacheco y Fray Vásquez; y zafarse de una buena vez la etiqueta de ‘ministro del amor’ que le costó la cartera de Defensa en el gobierno de PPK. Mi sorpresa no fue enterarme del fichaje de Harvey Colchado y Walter Lozano, los célebres ‘René’ y ‘Bica’; sino de que Castillo no supiera que había fichado como ministro a quien podría ser su carcelero.
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Ha quedado demostrado, pues, que el entorno castillista tiene una distorsionada lectura de la realidad, de las gentes y de sus motivos. González no le contó a Castillo lo que pretendía hacer ni dio oportunidad para que le diga lo que esperaba de él. Cualquier compromiso de palabra entre un presidente judicialmente acorralado y un ministro ejecutor, hubiera terminado en traición literal. El ministro prefirió evitar esa conclusión. También la evitó con los filtros de Castillo, el subsecretario Beder Camacho y el hombre de ‘inteligencia’, Henry Shimabukuru que, según mis fuentes, no vieron peligro en González, sino, al contrario, alguien que les permitiría controlar el sector. En las redes se han difundido versiones de que el inspirador del fichaje fue el asesor Alberto Mendieta; pero ello parece responder a una campaña de los primeros para culpar a Mendieta del estropicio y deshacerse de él en el intento. Tal es la pugna del día en el despacho presidencial. González –cuando se lo he preguntado- insiste en que lo fichó directamente Castillo y que su entorno, salvo Aníbal Torres, se mostró amable con él.
Volvamos al eje de la crisis. Recién Castillo le trasmitió su malestar a González y le pidió explicaciones sobre los cambios el mismo martes en la tarde, luego de difundida la noticia de que el Mininter tenía armado un equipo para pescar la gran corrupción a la par que el equipo creado por la fiscal de la Nación, Patricia Benavides. González quedó con él en que le daría personalmente las explicaciones. El presidente le dijo que le precisaría la hora. Cortó y a los pocos minutos tuiteó separándolo del gabinete.
Pedro Castillo ya había tenido suficientes días y pruebas como para confirmar, sin lugar a dudas, que González no era de los suyos. Aníbal Torres lo detestaba y, en cualquier momento, podía anunciarse la captura de Pacheco o Silva. Le sobraban razones para actuar rápido a pesar del escándalo que provocaría. Y ya tenía un reemplazo, Arturo Willy Huerta Olivas. Huerta había conocido las cuitas íntimas del presidente un día muy, pero muy especial.
¡Fiscales en Palacio¡
Huerta estuvo en Palacio el lunes 20 de diciembre entre las 12:46 y las 14:33 según el registro de visitas. ¿Saben qué pasó ese día? La fiscalía hizo un sorpresivo operativo de allanamiento al despacho presidencial y en el baño que había sido de Bruno Pacheco, encontraron $ 20 mil. Huerta fue acompañado del obispo Miguel Cabrejos, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) y de Guillermo Inca, secretario adjunto de la CEP. El ahora ministro era el encargado de los asuntos de la iglesia católica en el Ministerio de Justicia y antes había asesorada a la CEP, así que no es de extrañar que estuviera con esa compañía.
En el registro, los tres aparecen como visitantes del entonces secretario general Carlos Jaico. Me comuniqué con Jaico y me dijo que ni los atendió ni supo de su visita. Y está seguro de ello, pues esas horas se la pasó atendiendo a los fiscales. ¿Qué hizo Huerta ese día aciago para el entorno íntimo de Castillo? ¿Quién lo atendió ya que Jaico no lo hizo? Una hipótesis que cobra hoy fuerza es que las dos horas que pasó allí como testigo del alboroto y el pánico que generaron los fiscales, afianzó contacto con el sub secretario Beder Camacho y colaboró como pudo con el entorno castillista. Abogado y policía en retiro, ex jefe de un equipo de investigación en la Dirección Contra la Corrupcón (Dircocor) de la PNP en apoyo al Ministerio Público, tenía el perfil ad hoc para ayudar a los castillistas en sus tribulaciones.
Huerta ya había visitado dos veces Palacio. El 18 de octubre fue también acompañando a monseñor Cabrejos; y el 12 de diciembre fue sin Cabrejos y su visita coincidió con Abel Tarazona, un policía en retiro ligado a la DINI. Luego de la emergencia del 20 de diciembre, solo registra una visita, el 31 de marzo, y fue recibido por Camacho. Tras la sorpresa que se llevaron con Mariano González, el entorno ya no quería darse el lujo de equivocarse de nuevo y llamaron a un amigo conocedor de sus apremios.
La obstrucción
González tomó algunas precauciones. El equipo especial que formó, fue hecho por encargo de la fiscalía de la nación, que pidió estuviese compuesto exactamente por quienes él sugirió. Por lo tanto, mover a ese equipo se puede entender como un acto de interferencia a la justicia. Huerta, tras una primera declaración equívoca donde dijo que lo iba a ‘evaluar’, ante la Comisión de Fiscalización se corrigió y dijo que, en vista de las resoluciones fiscales, lo respaldaría. Queda la duda de cómo lo respaldará o infiltrará. La palaciega Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), como contamos en la crónica “Mariano y el Interior revuelto” (18/7/2022), ha penetrado el Mininter y probablemente se encargará de ello. De todos modos, Huerta, Castillo y el gobierno podrían verse sorprendidos por una acción policial que los desborde. Por cierto, antes de dejar el cargo, González pidió la reubicación de Elky Alexander Fernández Latorre de la DIRIN (dirección de inteligencia de la PNP) y de Carlos Óscar Fernández Latorre de la Digimin (la dirección de inteligencia del ministerio). Ambos son hermanos de José Luis, el ex comisario de Tacabamba, hoy jefe de la DINI y puntal en el entorno defensivo castillista. No sabemos si se llegó a ejecutar su orden.
Las capturas siguen siendo proyecciones inciertas. Por ahora, queda en duda la vigencia del gabinete. Dos fuentes me confirmaron que el mismo día en el que Castillo decidió deshacerse de González, estaba negociando el premierato con Dimitri Senmache, el censurado ex ministro del Interior. Una de las razones que precipitó la salida de González, además del pánico de que pescara a los prófugos, habría sido el evitarle al próximo primer ministro, fuese Senmache u otro, estar asociado a ese polémico cambiazo.
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Senmache ha negado que Castillo le haya propuesto el premierato, pero dos fuentes me aseguran que sí lo hizo y no está descartado que llegue a un acuerdo con el presidente. En la madrugada del miércoles aciago, recibió al ministro de Comercio y Turismo, Roberto Sánchez, quien es, para muchos, la mejor carta para reemplazar a Torres dentro del gabinete. Conocemos varias historias de posibles ministros y primeros ministros que fueron invitados por el presidente hasta que se sintieron mecidos o postergados. Consulté con otra fuente palaciega que me dijo que Castillo mantiene la intención de cambiar entre 3 y 5 ministros, pero, respecto al PCM. le es difícil encontrar a alguien “que patee y ponga el pecho” como Torres.
Esta crisis, por cierto, ha demostrado que Castillo no está solo en sus tribulaciones. Como conté la semana pasada, el equipo dirigido por Harvey Colchado que ya había empezado a trabajar, estaba más cerca de Pacheco que de Silva. La caída del ex secretario es más temida por el entorno palaciego que la de Silva. El subsecretario Beder Camacho fue el brazo derecho de Pacheco y, como hemos contado varias veces, solía recibir a miembros de la PNP y las FFAA, lo que da pie a la hipótesis de que esté involucrado en la trama corrupta de los ascensos militares. Por todo esto, no es insólito que Castillo le propusiera la posibilidad de nombrarlo como viceministro. González, según me ha contado, lo evaluó pero consideró que no tenía el perfil y le dijo a Castillo que no quería contaminar su gestión con alguien implicado en las investigaciones de corrupción. Probablemente, el presidente y su hombre de confianza, ya estaban demasiado preocupados al percatarse de lo que estaba pasando en el Mininter y de que Pacheco podría caer muy pronto.
La crisis provocada por la posta abrupta en el Mininter, en lugar de precipitar el cambio de gabinete, podría complicarlo. Con tambores de vacancia que anuncian una próxima moción cuando haya nueva mesa directiva y comunicados de gremios y ONG que por primera vez exigen la salida de Castillo; es más difícil encontrar ministros que no pongan condiciones imposibles de cumplir por Pedro, el acorralado. González antes de cortar la breve conversación que tuvimos, me dijo que ha dejado un equipo muy bueno que podría hacer una captura en cualquier momento. La realidad supera miedos y obstrucciones.