MDN
El último senador: a un año de la partida de Felipe Osterling - 4

“Señor ministro de Justicia, tiene usted un problema”, le comunicó Fernando Belaunde Terry con su clásica solemnidad. El viernes 25 de julio de 1980, Belaunde todavía no era presidente. era ministro designado, pero no tenía fajín. Tampoco había tiempo ni paciencia, solo lo que Osterling llamó “la oportunidad de patear un penal y hasta sin portero”.

Durante su campaña electoral, Belaunde había jurado que no dormiría “ni una noche en Palacio de Gobierno” sin restaurar la libertad de prensa, secuestrada por la dictadura militar. Para cumplir su promesa, había una maraña de decretos y disposiciones por desenredar. Osterling era el encargado.

RETORNA LA DEMOCRACIA
Entre memorias  e historias de la política, Osterling repasa en “Páginas del viejo armario” (2005) el razonamiento legal que lo llevó a encontrar la fórmula demandada por Belaunde. La respuesta fue paradójica: “El gobierno, aplicando decretos, leyes vigentes, nombraría nuevos directores y gerentes de los diarios, eligiendo naturalmente a los propietarios”. La restauración plena quedaba de tarea para el nuevo Congreso.

El 28 de julio, después de la juramentación del Gabinete, Belaunde firmó las resoluciones supremas sobre los diarios confiscados y durmió tranquilo. La mañana siguiente, Alejandro Miró Quesada Garland y Aurelio Miró Quesada Sosa retomaron el diario El Comercio, al igual que propietarios de otros medios.

Un año más tarde, Osterling completó una misión legal más extensa: la revisión del Código Civil de 1936, que dio origen al Código Civil de 1984. Un documento más humanista para una patria nueva.