“En tu nombre”, así se llama la exposición que hasta el viernes exhibió un conjunto de cuadros y fotografías de presos por terrorismo como Maritza Garrido Lecca y Elena Yparraguirre.
Basta con el nombre para darse cuenta de que es una muestra reivindicativa, que busca que relativicemos los horrendos crímenes cometidos por Sendero Luminoso entre 1980 y 1992, y que asumamos como “normal” y parte de una legítima libertad de expresión que muestren lo que hacen en sus celdas.
No olvidemos que son los mismos que pusieron un carro-bomba en la calle Tarata que acabó con la vida y sueños de gente inocente, quienes asesinaban cobardemente a policías, que se ensañaban con los más pobres de los Andes y de la selva y que hicieron volar en pedazos a María Elena Moyano.
El cabecilla de su banda, Abimael Guzmán, es el peor genocida de nuestra historia. Aquí no se vivió un conflicto armado. El país fue atacado por la locura de un grupo de fanáticos radicales.
Basta con escuchar a Manuel Fajardo, abogado de Abimael Guzmán, para darnos cuenta de que la lucha armada sigue siendo su bandera. El viernes lo vimos con el ministro del Interior, Daniel Urresti, afirmando que los senderistas son “prisioneros políticos”. Y dijo más: “¿dónde dice en la condena que no pueden pintar?”, y añadió “de acuerdo al Tribunal Constitucional para que sea apología tiene que haber incitación”. Y lo último, no le falta razón, saben hasta dónde pueden llegar.
En el 2003 se determinó que para que se configure la apología del terrorismo tiene que haber incitación, y, en este caso, no la habría habido.
No es delito, pero sí una ofensa a nuestra memoria. Es indignante oír a Fajardo que es una “lucha por la solución política”. Sí, eso dice el abogado de Guzmán, que al defenderlo justifica la masacre que perpetró.
Se ha debatido mucho sobre la presencia de Urresti en la muestra y el emplazamiento a Fajardo.
Para unos hizo bien al cuadrar públicamente a Fajardo, para otros buscaba cámaras y cometió el error de darle tribuna al cabecilla del Movadef.
“Esto es totalmente necesario, y aquí no me vengan con que me expongo, Sendero está tratando de revivir”, dijo entonces el ministro. Fajardo respondió: “La presencia del ministro es una imposición del poder de la derecha. El problema es unir al pueblo contra la derecha”.
Lo cierto es que con Daniel Urresti o no, la ideología del Movadef –el neo-Sendero– sigue viva en sus seguidores, que buscan posicionarse usando otras armas pero la misma ideología.
Con cámaras o sin ellas, avanzan y parece que no se estuviera haciendo nada al respecto. Lamentablemente, la discusión quedó en que si Urresti fue más bien ‘Figurresti’, construyó una cortina de humo o busca una opción electoral, y, en este caso, ese no es el problema.
El fondo del asunto, es que gente como Fajardo divulgan impunemente su ideología del terror, y quién sabe si en las sombras ya se viene pergeñando el sucesor de Guzmán y no nos hemos dado cuenta.