Vladimir Cerrón no estaba ni cómodo ni seguro en Huancayo, epicentro de la mayor revuelta contra el gobierno, el 1 de abril. Pedro, su cónyuge en el papel, está en Lima; su hermano Waldemar y su bancada también; su mayor ámbito de influencia, el Congreso, también. Así que, con el debido informe al Poder Judicial, se mudó a Lima algunas semanas atrás. De vez en cuando, se reúne con su bancada, como pocos líderes partidarios (Keiko Fujimori y Julio Guzmán, que yo recuerde) han hecho regularmente con las suyas. Con Pedro, se ve poco o nada. La última vez fue, por poco tiempo, el 26 de mayo y lo hizo acompañado del mejor amigo común que les queda, Richard Rojas, el ex jefe de campaña.
Le pregunté a Silvana Robles (37), vocera alterna de la bancada y próxima vocera titular, juninense como su líder, cuadro de juventudes desde el 2009 cuando Perú Libre era un movimiento regional; si han barajado el escenario de una ruptura total con el gobierno. Es decir, ¿qué harán si quedan cero cuotas, cero ministerios, cero contacto y cero agenda compartida?. Castillo es impredecible para ellos como para usted y yo; el fin les puede llegar de sopetón y, ¡zas!, en el próximo cambio de gabinete que se vocea para julio, sale Jorge López Peña del Minsa, el único ministro propuesto por Cerrón.
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¿Qué me respondió Robles?. “No somos bancada oficialista sino de apoyo [’oposición propositiva’ dijo Waldemar]; sabemos que el presidente en cualquier momento puede decidir cambiar su gabinete y no aceptar nuestras propuestas, pero no estamos dispuestos a sumarnos a la vacancia y al golpismo de derecha”. Pero, las situaciones evolucionan, ¿qué podría cambiar esa decisión?, repregunto. “Un caso de corrupción probado, muy grande, eso no podemos apoyar”.
Como bien saben, Vladimir Cerrón y varios dirigentes de PL tienen sus calaveras en el armario y sus propios expedientes en el Ministerio Público. Los Dinámicos del Centro es una mafia que surgió a expensas del gobierno regional de Junín, que lideró Cerrón en dos oportunidades (del 2011 al 2014 y en el 2019 hasta que fue suspendido por haber sido sentenciado por negociación incompatible en el Caso La Oroya). El ex gobernador está comprendido en las investigaciones por una serie de delitos derivados de la actividad de los ‘Dinámicos’. En el 2021 los reflectores estaban prendidos sobre el avance de la fiscalía en ese caso; luego los reflectores se desviaron hacia el Puente Tarata III que involucra a Castillo. Cerrón, además del caso de Los Dinámicos, se le investiga por otros delitos. Junto a Guillermo Bermejo, Guido Bellido y otros, afronta una investigación por delito de terrorismo.
Sin embargo, tamañas calaveras no se oponen a que, llegados a una hora crucial, según el sentido de la correlación y el tamaño del escándalo, se sumen –como insinúa Robles- a una vacancia. Hasta ahora, los políticos judicializados en el Perú han sido más efectivos, mal nos pese, en el combate todos contra todos esgrimiendo la ley como puñal; que todos concertados contra la ley. Un ejemplo puñalero entre Vladimir y Pedro es que se oyen, en predios castillistas, reclamos porque la fiscalía no camina rápido en las pesquisas de ‘Los Dinámicos’; mientras en PL se jactan de que los mayores escándalos de corrupción en el gobierno comprenden a castillistas y no a ellos. Otra señal puñalera, es que Castillo permitió que el censurado ministro Dimitri Senmache empoderara al Gral. Óscar Arriola, jefe de la Dircote, que sostuvo un público intercambio de denuestos con Vladimir Cerrón.
Entre la caída de Pedro y un mandato de quien presida próximamente el Congreso, está, por supuesto, Dina Boluarte, sucesora constitucional de Castillo. Se han tejido especulaciones sobre un posible acuerdo entre Vladimir y Dina, para que esta afronte la eventual transición con su apoyo. Fuentes ligadas a Boluarte admiten que, luego de un profundo distanciamiento que incluyó su separación y abucheo público del partido, ella llamó telefónicamente a Cerrón unas semanas atrás. El tema de conversación fue el apoyo que ella requería de la bancada de PL ante la acusación constitucional que afronta en el Congreso. No hablaron, según mis fuentes, sobre la eventual sucesión y no han hablado desde entonces. Todo indica que la decisión de pedir la desafiliación a Castillo, se cocinó con pica y en política soledad.
La pura pica
El mismo día en el que Robles me explicaba, serenamente, la posición de PL ante un escenario de vacancia; a sus líderes se les ocurrió una idea a la que, sin darle muchas vueltas, sumaron a la bancada. Presumo que el autor fue Vladimir, o Waldemar, o Guido Bellido, pues los tres han mostrado ser inspirados por la pica. ¿Qué pasó? Que PL lanzó un comunicado en el que “invita al presidente Pedro Castillo a renunciar a su militancia”.
Primero, unas líneas sobre qué hacía Castillo en un partido que le es tan ajeno: Simplemente se afilió unos meses antes de postular, como pide la ley para poder ser candidato presidencial. Nunca hizo vida partidaria, ni nada que se le parezca. Sin embargo, el partido tiene un estatuto y la política tiene algunas reglas éticas elementales, que el afiliado Castillo trasgredió impunemente. En verdad, esas trasgresiones merecerían el rechazo de cualquier grupo.
En primer lugar, Castillo promovió la ruptura y disidencia en la bancada. De eso, tenemos innumerables pruebas y testimonios. Fuentes de gobierno cuentan abiertamente del interés del presidente en traspasar votos de Cerrón a otras bancadas. Es más, hay un caso redondo: Betssy Chávez, la ex ministra de Trabajo, llegó al Congreso como cuadro de PL y ya en la segunda vuelta se alejó del partido y se convirtió en operadora incondicional de Castillo. En ese afán, uno de sus propósitos –según fuentes diversas- era apoyar la disidencia de congresistas (muy aparte de los 11 maestros del Bloque Magisterial de Concertación Nacional que han tenido una ruta propia de disidencia que no sorprende a nadie, pues fue un sinceramiento).
Volviendo a Betssy, esta tenía su propia zona de inducción y en ella estaría la punta de lanza de la nueva bancada Perú Bicentenario, Jorge Marticorena, quien difundió su renuncia el día en que parte de su bancada votó en pro de censurar a Chávez. La carta estaba fechada días antes, pero la hizo pública como una señal hacia el motivo de su disidencia. Deserciones varias y confusas, pues Betssy se encuentra en la bancada Perú Democrático que es obra de Guillermo Bermejo, otro tránsfuga, más no hacia el castillismo, sino que construye su partido propio, Voces del Pueblo (primero, se llamó Vamos Pueblo).
En el comunicado rupturista, PL también acusa a Castillo de “promover la inscripción de dos partidos políticos paralelos”. No se refieren al partido de Bermejo sino al Partido Magisterial y Popular, liderado por el congresista Édgar Tello y Mery Coila, a quienes el presidente ha recibido varias veces en Palacio. Al otro que se refieren es a un partido que no hace alarde como el de Tello y Coila, pero es más castillista. Peruanos Como Tú (PPT, la misma sigla de Pedro Castillo Terrones), es liderado por el congresista chotano Segundo Quiroz, quien ya desde antes de liarse con PL, barajaba con Castillo y otros maestros, la idea de fundar un partido.
Que Pedro es traidor y faccioso respecto al partido que lo llevó al triunfo, es un punto que Vladimir no necesita demostrar. Que invitarlo a renunciar bajo amenaza de expulsarlo, sea una maniobra con cálculo de rebote y carambola, una suerte de ‘me sumo a la derecha, te vaco y te friegas junto a tus compinches’, es demasiada proyección en un país inestable con actores cortoplacistas. Lo más probable es que PL se haya adelantado, con la invitación a desafiliarse, a la decisión de Castillo de romper con ellos, sin perder, necesariamente la opción de mantener cuotas. Y Pedro no respondió de inmediato, sino que se tomó unas horas, suficientes para meditar las consecuencias. Recién renunció al día siguiente, el jueves 29, presumiendo que la cabeza de Dimitri Senmache también rodaría con votos cerronistas. Así fue. Pica con esperanza de negociación, ese es el combo de emoción y política que ha hecho presas de Vladimir y Pedro.
De cuotas y de cuñas
No solo con cuotas ministeriales se ha hecho Castillo de aliados para conjurar su vacancia, sino con cuñas, puestos y concesiones en algunas áreas del Estado. PL no solo tiene el Minsa y tuvo el Ministerio de Energía y Minas (lo perdió con el ingreso de la ministra Alessandra Herrera), sino áreas de la PCM, una embajada (Carina Palacios, embajadora en Bolivia) y un connotado militante, Rogelio Huamaní, presidió Agro Rural, el ente ejecutor del Ministerio de Agricultura. Recientemente, por el escándalo de los dos procesos de compra de fertilizantes anulados, el ministro Andrés Alencastre separó a Huamaní.
Cuando le pregunto por estas cuñas perulibristas, Robles me dice que Castillo puede designar a quien quiera y hay dirigentes de PL a los que conoció en la campaña y estableció una personal relación de confianza. Ese es el caso de Huamaní y, es especial, de Richard Rojas y de Róger Nájar. De todos modos, la baja de Huamaní el jueves 23, no deja de ser un antecedente del proceso de divorcio.
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El martes 28 en la noche, bancada y partido se reunieron y tomaron decisiones importantes. Dos fueron hechas públicas: la invitación a que Pedro se desafilie y la elección de Robles para reemplazar a Waldemar Cerrón a partir de julio, como vocera principal. También han discutido otros temas capitales cuyas decisiones, sea voto en bloque o al libre albedrío (tara común de tantas bancadas) se las han guardado y de las que nos iremos enterando pronto: Su posición respecto al proyecto de ‘ley mordaza’ que penaliza la filtración de documentos reservados (Waldemar Cerrón adelantó su posición a favor, Robles me admitió que tenía dudas al respecto), su actitud respecto a la próxima mesa directiva y, last but not least, sus perspectivas para las elecciones subnacionales de octubre.
Mientras más lejos esté Castillo del partido, el discurso de los candidatos a gobernadores y alcaldes será más encendido contra el ‘corrupto, traidor al pueblo, vendepatria’ (ustedes imaginen los adjetivos) que llegó a Palacio. Por supuesto, todo ello está condicionado a la vigencia inestable del gobierno y a las diversas teorías conspirativas sobre las intrigas y cálculos que aún atan a Pedro y Vladimir. Ni Perú Libre puede librarse de Pedro Castillo, si es eso lo que busca.