El analista político Gonzalo Banda consideró que el presidente Pedro Castillo, en su primer año de mandato, “no se ha esforzado para reformar nada, sino para mantener el poder”. Agregó, en una entrevista con El Comercio, que el Ejecutivo y el Legislativo tienen una “seria crisis de legitimidad”.
— En solo un año de gobierno, el presidente Pedro Castillo acumula cinco investigaciones preliminares en el Ministerio Público. Dos de ellas por presuntamente ser el cabecilla de organizaciones criminales instaladas en el Estado. ¿Su mayor mérito ha sido sobrevivir?
Creo que él, desde el primer día del gobierno, en lugar de ser el mandatario reformista que quería [ser] o que había pregonado en la campaña, se mostró como un político que pertenece a la larga familia de políticos peruanos emparentados con el reparto de cargos y prebendas para medrar del Estado peruano. Entonces, no se ha esforzado para reformar nada, sino para mantener el poder, como bien tú dices, para sobrevivir. Y para sobrevivir no le ha importado al presidente Castillo pactar con quien tuviese que pactar por más que fuesen ministros deleznables, con acusaciones gravísimas, funcionarios que no estaban preparados, ha sido un gobierno no solamente mediocre sino que ha hecho entrar en descomposición a varias partes del Estado peruano.
— Bruno Pacheco, ex secretario general de la Presidencia, se entregó y ha comenzado a cantar. Por ejemplo, señaló que sobornos por ascensos en la Policía se pagaron a través de los escoltas de Castillo. Y también que el presidente ordenó que un alto funcionario ayude en su fuga. ¿En qué situación deja al mandatario esto?
[…] A mí no me sorprendería que mañana [hoy], Castillo embanderase un discurso de lucha contra la corrupción, pero que se va a parecer mucho a los mensajes que él siempre ha tenido, que es un mensaje vaciado de contenido, simplemente retórico para cumplir con una arenga política antes que con una real preocupación por los casos de corrupción, como han sido sus mensajes por Twitter, lacónicos, generalistas, tratando de poner el parche antes de que haya sangre.
Entonces, a mí no me sorprendería para nada que el presidente Castillo trate de que el caso de Pacheco pase lo más desapercibido posible y nuevamente comience a poner rostros de enemigos a todos aquellos que sostienen que este es un gobierno con acusaciones de corrupción. Seguramente, va a denunciar que esto es parte de un complot de los medios de comunicación. El típico discurso que le hemos escuchado a Castillo, cuando se siente acorralado.
— ¿Es peligroso que esté al borde del abismo? ¿Esto lo puede llevar a patear el tablero de la democracia?
El Perú en sí mismo, en este momento, es un país asediado, creo yo por distintos tipos de descomposición del aparato público, es peligroso que se esté cercenando a muchas partes del Estado peruano de su talento, es peligroso que el presidente de la República no entienda las condiciones mínimas que se necesitan para gestar un gobierno funcional. Yo creo que allí radica el peligro del gobierno de Castillo, ese peligro de que con tal de permanecer en el cargo ser capaz de pactar con quien sea, y ese es un reflejo muy propio de Castillo en los últimos meses. Por eso, es que solo así se puede entender las disparatadas alianzas que a veces surgen en el Congreso, el reparto de algunos cargos públicos donde no hay coherencia programática ni ideológica, simplemente es el reparto de prebendas para que el poder se mantenga, eso es lo que el Perú es en este momento. Lo más peligroso es que el Estado peruano se convierta en un botín en el cual los funcionarios son recompensados por su lealtad personal con el mandatario.
— En plano político, en 12 meses, Castillo tuvo cuatro Gabinetes, casi 60 ministros y, de acuerdo a Cerrón, provocó el fraccionamiento de Perú Libre en el Congreso en cuatro bancadas. ¿Cómo lo evalúa en este aspecto?
Creo que en primer lugar habla, pues de la fragilidad en general de la política peruana, de la total debilidad de los partidos políticos, en este caso de Perú Libre reflejándolo como lo que es, y no aquello que vive como arquetipo modélico en la mente de Cerrón, para Cerrón seguramente Perú Libre es la punta de lanza de la revolución y en realidad lo que se puede mostrar es que es un partido político que tiene debilidades de organización, militancia y coherencia que tienen casi todos los partidos políticos […] Perú Libre es un partido con representación improvisada, como lo otros, con el agravante de que en este momento tiene el gobierno del Estado peruano y que seguramente no va a tener cómo llenar esos vacíos que se le están presentado en este momento al presidente Castillo. Eso me parece lo más dramático de Castillo. ¿Hasta qué punto, o con quiénes va a terminar gobernando? Su círculo íntimo se ha ido reduciendo de una manera cada vez más agigantada. Y termina siendo un círculo íntimo, donde confía en un ministro de Cultura que meses antes desconfiaba totalmente de su candidatura, y donde está un premier que en lugar de concertar, es el primero en poner barreras a la concertación, que rivaliza y divide.
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— El presidente y casi todo su entorno cercano, incluyendo a la primera dama, cuñados y sobrinos, afrontan investigaciones. ¿Por qué la ciudadanía no ha protagonizado una protesta masiva? ¿Los que antes marchaban son hoy oficialistas?
Esa es una interpretación que algunos han hecho, creo que parte de la realidad es precisamente esa, efectivamente la ciudadanía, alguna se ha vuelto oficialista, porque ha recibido seguramente algún cargo burocrático, pero también es cierto que la población en general está un poco cansada de lo político, indiferente en un momento en el cual las preocupaciones y urgencias populares van por otro lado, están más vinculadas al costo de vida, a la inflación, a temas económicos y pragmáticos. Las personas en el Perú han aprendido a hacer su vida, no solo en este gobierno, a pesar del Estado y eso que hemos celebrado mucho como la cultura de aquel que emprende, pues ha destruido vínculos colectivos muy importantes. Muchos se preguntan por qué la gente no protesta, yo diría que el alma nacional no tiene vínculos colectivos, es cada vez más individualista, se ha vuelto superviviente. Lo que pasó en el 2020 fue una excepción, fue una protesta, sobre todo, de la clase media en contra de Merino, eso fue fugaz, nunca llegó a echar raíces.
— La extrema derecha califica de “cojudignos” a los que votaron por Castillo, y la izquierda cercana al poder tilda de “golpistas” a la oposición. ¿Bajo esta polarización resulta imposible que se genere un movimiento ciudadano con el suficiente peso en la calle que viabilice salidas a la crisis?
Para que haya una salida a la crisis tiene que haber un momento en el cual todas esas personas que se insultan recíprocamente entiendan que más allá del insulto hay un momento dramático que afrontar. Aquí se desconoce que en los grandes momentos históricos en los que el Perú tuvo una crisis muy grave, pues los rivales políticos tuvieron la grandeza de dejar atrás sus diferencias y echarse a andar sobre un programa político. En este momento, los líderes de estas propuestas son personas que en lugar de construir vínculos colectivos, simplemente desparraman, dividen, no tienen la capacidad ni les intereses tener la capacidad de coordinación y de diálogo, porque están más preocupados por tener la razón que por encontrar una salida al entrampamiento.
Y cuando alguien encuentra una salida al entrampamiento, rápidamente lo acusan o de golpista o de caviar. Es difícil que en este contexto, las voces mesuradas tengan un lugar. Estoy de acuerdo contigo cuando sostienes que esa polarización no sirve si se quiere encontrar una salida de corto plazo a la crisis.
— La nueva presidenta del Congreso, Lady Camones, refirió que ante una vacancia o renuncia de Castillo, le corresponde a Dina Boluarte asumir la conducción del Ejecutivo. ¿Ella es capaz de liderar un gobierno de transición?
Lo que hemos visto es que en los últimos meses [Boluarte] ha pasado a estar en un lugar muy relegado. No la hemos visto intervenir para tener un papel político más importante. No la hemos visto asaltar la escena pública, como sí lo hizo Vizcarra en su momento […] Y como ministra nunca le hemos visto abanderar una causa política o la defensa de una política pública determinada, muchos ministros tuvieron una labor, desde el punto de vista mediático de liderazgo, como Salvador del Solar, o Daniel Urresti. Es bastante impredecible saber si Boluarte tiene, por lo menos, las calidades de liderazgo político que se necesitan. Es una incógnita.
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— ¿Y cómo evalúas al Congreso? Bajo la administración de María del Carmen Alva aprobaron la contrarreforma la Sunedu y blindaron al excontralor Edgar Alarcón, al ex fiscal de la Nación Pedro Chávarry y a Manuel Merino.
Creo yo que el Congreso en un momento de crisis como el que vive el Perú debería en teoría transmitir esa urgencia en acciones concretas, muchos de los parlamentarios dicen que vivimos en un estado terminal, pero a la hora de elaborar las listas del Congreso para la Mesa Directiva que permitan afrontan esa crisis terminal, pues termina escindiéndose y dividiéndose, transmitiendo el mensaje que, por lo menos para ellos, la crisis no es terminal. Ese es un mensaje contradictorio.
Y en segundo lugar, más allá de lo que se puede ver en esos mensajes equívocos que transmite el Congreso a la ciudadanía, subestimando la inteligencia del ciudadano, también está la segunda parte que es el hecho de que el Congreso cree ser la manifestación de la voluntad popular, pero al mismo tiempo tiene una profunda desconexión con la gente, la desaprobación del Congreso no es gratuita. Y muchos congresistas se apropian de esa especie de representación popular y se aprovechan de ello para medrar de ello. Entonces, si al Ejecutivo se la ha criticado que ha tomado el aparato estatal y que está descabezando ministerios, pues el Legislativo también ha avanzado en contrarreformas, como en la educación, y con leyes que tienen que ver con favorecimientos a ciertos sectores. Este Congreso ha sido la mejor ruta de evacuación para Castillo.
— Integrantes de este Congreso también están comprometidos a los presuntos actos de corrupción de Castillo. Según Pacheco, “Los Niños” son 12. ¿En este escenario, la vacancia está lejos de concretarse?
Claro, porque no van a votar para que se vayan ellos, para que se vaya aquel que les hace los favores, uno siempre tiene la certeza y lo decía en la columna de hoy, parece que son enemigos que se enfrentan, y por lo menos fungen de oposición, cuando en el fondo tal vez son parientes íntimos, que de cara a la tribuna hacen un pleito, pero por lo bajo están negociando acuerdos corruptos. ¿Cuál es el alcance de lo que va a decir Pacheco? Eso [la prebenda a congresistas] es lo que en el fondo blinda al presidente Castillo. Muchos de los que debaten este tema lo hacen en el abstracto de que las circunstancias que alcanzaron a PPK y a Vizcarra lo van a alcanzar, rápidamente, a Castillo, pero se olvidan que Castillo tiene un colchón legislativo que lo hace ver un poco indemne a estos ataques.
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— Solo con Perú Libre, y sus satélites y Cambio Democrático (antes Juntos por el Perú) tiene, al menos, 44 votos. Con eso bloquea cualquier intento de vacancia.
Es un equilibrio donde los únicos favorecidos son los que detentan el poder, pero el perjudicado es el ciudadano, es bien lamentable, pero es así, es una situación de tal nivel de descomposición que es ridícula. No creo que en el corto plazo la situación vaya a cambiar, a no ser que haya pues un avance significativo en las denuncias que va a hacer Pacheco. Ahora si te has fijado, siempre que hay una especie de bulo en el cual se dice “van a renunciar muchos ministros, se viene el fin de Castillo, está a punto de caer”, hay una cuestión inexplicable en los hechos que termina por rescatarlo y eso que parece inexplicable simplemente son los votos que están ahí y que hacen que Castillo se mantenga en el poder.
— ¿La salida constitucional y democrática más viable es el adelanto a elecciones generales?
Tú lo acabas de decir, la salida más viable, ósea mucha gente va a decir “no, porque eso no va a resolver el problema de fondo, el problema de fondo son los partidos políticos, su representación, y la militancia interna”, ya sé, todos esos son problemas, todos los conocemos, pero si los problemas de fondo van a hacer que simplemente digamos “no” y nos tapamos los ojos y decimos “como no se pueden resolver los problemas de fondo, hay que aceptar lo que tenemos”, nos inmovilizamos. Creo que el escenario hace bastante tiempo dejó de ser el ideal. Entonces, hay que salir del entrampamiento. Y creo yo que tanto el Ejecutivo como el Legislativo tienen en este momento una seria crisis de legitimidad y las crisis de legitimidad, por lo menos, encuentran un tubo de escape en la elección popular. A veces no, en el Perú tengo la impresión de que las elecciones en lugar de resolver las crisis políticas, en algunas ocasiones, las perpetúan.
Creo que en este escenario, además de eso, hay una serie de cuestiones mayores que están relacionadas a la descomposición del aparato público, que hace que esa variable [de nuevas elecciones generales] se tenga que poner en la ecuación, porque si no va a haber un empeoramiento de las condiciones de convivencia y, tal vez, lo que quede del Estado luego vaya a ser muy difícil de recomponer. Eso pasa necesariamente por un reseteo del tablero político.
— En la situación de “que se vayan todos”, ¿qué sigue? ¿Una nueva elección garantiza otro final?
No, no garantiza, porque no sabemos lo que va a suceder, pero creo que la inamovilidad tiene un costo muy alto en términos de manejo del Estado peruano, es muy costoso, en términos institucionales, la descomposición que tendría que afrontar el Estado peruano simplemente por el hecho de inmovilizar todo, porque no se van a resolver los problemas de fondo. Podría ser que las nuevas elecciones arrojen nuevos problemas, pero serán problemas que discutiremos en el camino tratando de arreglar un poco lo que se ha descompuesto, no puede ser que por el hecho de que una nueva elección no vaya a resolver todos los problemas de fondo digamos que “por ahí no pasa”. Estamos más allá del escenario ideal hace mucho tiempo y el entrampamiento tiene necesariamente que pasar por un reseteo.
El reseteo no garantiza que estemos en una situación ideal, pero, por lo menos, va a garantizar que haya un reordenamiento de las fuerzas políticas, que me parece se necesita para que muchos aquellos que creen que tienen más poder que el que tienen, lo vean reflejado en una elección. En este momento, sobre todo la izquierda radical cree que tiene un poder que lo legitima de una manera más grande del que realmente lo tiene, y de igual manera la derecha más radical peruana. Pero, fundamentalmente, creo que en este caso es la izquierda radical y esa obnubilación los hace pensar que pueden con esa cuota de poder, pues hacer cualquier tipo de revolución, cuando ni siquiera pueden atender reformas cotidianas del Estado. Cuando tú reseteas el tablero electoral, tú haces que esos políticos despierten en su real dimensión.