Tan posible era dialogar con los dirigentes que ocho de los nueve puntos de la negociación del fin de semana fueron conseguidos. No actuar oportunamente empaquetó todo en una sola demanda. (Foto: Juan Ponce/El Comercio)
Tan posible era dialogar con los dirigentes que ocho de los nueve puntos de la negociación del fin de semana fueron conseguidos. No actuar oportunamente empaquetó todo en una sola demanda. (Foto: Juan Ponce/El Comercio)

Afirmar que los más perjudicados por la prolongada son los niños no solo es una verdad de Perogrullo, sino que la repiten los que tienen en sus manos la solución a esta medida que se ha convertido en el punto central de la agenda pública.

El principal problema del gobierno ha sido dejar que las demandas de los maestros, varias de ellas muy atendibles, treparan de ser una reivindicación localizada en algunas regiones del país a una nacional y movilizada. Es impensado que un evento de tal magnitud se alargara sin que se encendieran las luces rojas de emergencia.

Tan posible era dialogar con los dirigentes que ocho de los nueve puntos de la negociación del fin de semana fueron conseguidos. No actuar oportunamente empaquetó todo en una sola demanda. Está demás decir que a la falta de oportunidad se agregó la tan reiterada falta de pericia política para enfrentar el problema que comprometió al presidente Pedro Pablo Kuczynski, al primer ministro Fernando Zavala y a la ministra Marilú Martens.

Si al gobierno se le acusa de no tener norte, la oposición carece de cualquier orientación. En pocos días se pasó de acusar a los huelguistas de ser azuzados por “terrucos”, y acusar al gobierno por dialogar con ellos para, luego de que las encuestas mostraran que la huelga tenía la simpatía de la opinión pública, pasar a señalar que la huelga era justa y que se debe dialogar con los maestros sin distinción de donde provengan.

La salida de los partidos opositores de cumplir su función de mediación política fue acertada y desnudó claramente que quienes se oponían a una solución negociada eran la dirigencia, encabezada por Pedro Castillo, y Fuerza Popular. Su lideresa Keiko Fujimori emitió un pronunciamiento genérico, sin salidas y sí exigencias. Finalmente, si Fuerza Popular hace más de un año controla de manera absoluta el Parlamento, no solo no ha hecho nada por la educación, sobre todo pública, sino que hay señales inequívocas de que quieren dar marcha atrás en la Ley Universitaria y en la Ley de Carrera Magisterial.

Es claro también que en los últimos años Patria Roja estaba perdiendo el control del Sutep a manos de facciones extremas, con el Movadef a la cabeza, que controlaban varios SUTE regionales. Esto no es solo la debacle de Patria Roja, partido ligado al secretario general del Sutep que hoy nadie recuerda, sino también la incapacidad de todos los partidos de dejar a los maestros en manos de grupos extremistas y frontales boicoteadores de cualquier reforma educativa seria.

Esto último claramente demostrado al oponerse a la evaluación de desempeño docente. Si desde hace más de tres décadas el Estado abandonó la educación pública en el Perú, uno de sus efectos ha sido la mala formación de los profesores, muchos de ellos atrincherados en la docencia porque, más allá del bajo sueldo, les ofrecía una estabilidad laboral soñada.

Y es aquí donde se juega buena parte del futuro de la educación y de su reforma. La evaluación de desempeño está hecha para garantizar en algo la calidad de la enseñanza. Oponerse al diseño planteado por la ley es entregar a los niños de nuestro país a seguir en manos de la mediocridad de la que ahora se padece y se prolonga también en la educación superior. Aumentar a los maestros sí, incrementar el gasto en educación también, pero rendirse jamás en la evaluación docente. De lo contrario, que la huelga continúe.

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