A pocas horas de confirmarse la renuncia del primer ministro César Villanueva, el analista político José Carlos Requena analiza las razones detrás del desgaste de la sociedad palaciega entre Martín Vizcarra y Villanueva, el sentido que podría tener el reemplazo y el giro que decida el presidente.
—¿La salida de Villanueva ha sido una sorpresa anunciada?
Estaba bastante desgastado, su cambio se caía de maduro. Lo sorpresivo es que haya sucedido esta semana, Dios sabe por qué.
—O sea, falta precisar los factores detonantes, pero puedes señalar razones de fondo...
Villanueva tenía el compromiso de estar con el presidente hasta diciembre, esto se extendió. En el camino fue quedando descolocado por el cambio que hizo Vizcarra al enfrentarse al fujimorismo. No olvidemos que fue el primer ministro de la convivencia, antes de que el 28 de julio Vizcarra agarrara otra tónica y Villanueva fuera quedando relegado.
—Pero Villanueva acompañó el giro confrontacional y pidió la cuestión de confianza.
Quedó relegado porque Vizcarra empieza a destacar demasiado. Eran como dos compañeros, pero después agarra un segundo orden hasta volverse prescindible. En las últimas crisis o esfuerzos del gobierno el rol de Villanueva ha sido opaco. ¿Cuál ha sido su papel en la JNJ, por ejemplo?
—En ese tema es donde entra Vicente Zeballos [ministro de Justicia], quien junto con Miriam Morales [secretaria general de Palacio] y otros se dice que componen un entorno de Vizcarra que relega a Villanueva.
Sin duda falta buscar todos los factores desencadenantes. Se habla también de un amago de renuncia del ministro de Economía, de una discrepancia con el contenido del informe de la reforma política, del bajón en las encuestas que Vizcarra estima tanto y podría buscar un relanzamiento con la salida de Villanueva.
—Cifras, relegamiento, desgaste, ¿pero no discrepancia abierta?
No, no creo que haya una ruptura. No dudo de que fuera del Gabinete Villanueva va a seguir siendo un soporte de Vizcarra hasta el 2021. No dudo de que va a ser un vocero amigable y junto a la señora [Gloria] Montenegro va a poner en problemas a APP, que querrá mantener cierta distancia del gobierno.
–No va a correr la misma suerte que los de Contigo.
No, lo veo quedándose en la coalición. En el voto de investidura [del próximo primer ministro] verás si el fujimorismo agarra el tono más dialogante que quiere Carlos Tubino y verás cuál es la bancada de Vizcarra, si los de PpK, los de Contigo, los liberales, los de APP.
—¿Buscará Vizcarra un reemplazo para seguir golpeando al fujimorismo?
No le veo mayor sentido a seguir golpeando al Congreso. Sigue siendo [Fuerza Popular] una bancada de 55 votos que inclinan las cosas. No le veo sentido a marcar lo que queda de su mandato de gestos, que es lo que ha privilegiado este año, y relegar cuestiones de gobierno que le están pasando la factura. Hay impaciencia.
— Ya vimos los defectos, ¿qué herencia deja Villanueva? Se habla de la prevención de conflictos.
Hay dos modos de verlo. El viceministro Raúl Molina sacaba lustre de que había solucionado conflictos sin muertos. Otra cosa es ver cómo se ha solucionado el conflicto: el acta con los transportistas, que tiene de actor a Edmer Trujillo, se ha solucionado con acuerdos controversiales.
—¿Crees que Vizcarra se busque un superministro que lo complemente o buscará a alguien de su entera confianza?
Creo que va a apuntar a lo segundo, los cambios que hemos visto antes apuntan a eso. Cuando recompone el Gabinete trae a gente que conoce, viceministros o directores generales promovidos, o ministros que cambian de cartera. Me inclinaría a pensar que el Sr. [Vicente] Zeballos tiene más posibilidades que algún externo.
—¿Y más posibilidades que Edmer Trujillo, al que no le conocemos capacidad de vocero?
Eso es lo razonable. Cualquier persona que le dé el peso y roce político que pueda faltar a Vizcarra sería más conveniente que Trujillo. Villanueva le daba eso al inicio, pero con su desgaste se convirtió en prescindible. No estamos ante una gran crisis, Vizcarra tiene más popularidad que cualquiera de sus predecesores a estas alturas, pero con una tendencia preocupante al declive. Siendo la popularidad presidencial el único capital que tiene, sin bancada ni partido el deterioro puede ser más serio.
—La salida de Villanueva, que es un político, puede empoderar a técnicos como Miriam Morales?
La información de que dispongo es que Morales ha cobrado fuerza, pero no solo por lo técnico, sino por la confianza.
—Veamos al Congreso. FP hizo su evento en Chincha, preparándose para el paquete de reforma política.
Va a ser interesante ver qué opción tomarán finalmente: si pasan de la gran confrontación a la confrontación numérica, si quieren plantear su propia agenda o ser más dialogantes. La posición que tomen frente al nuevo primer ministro va a ser clave para ver cómo se manejarán. Con Keiko en prisión es como si estuviesen en una transición sin final.
—Daniel Salaverry, horas antes de oficializarse la renuncia de Villanueva, hizo críticas al presidente.
Salaverry desde el inicio de su gestión ha querido marcar un juego propio y claramente quiere hacerlo ahora que está sin bancada. Ha habido rumores de que podría querer repetir el plato en julio y requiere una coalición que no tiene ahora. Pero las disquisiciones de Salaverry van más por tener un espacio propio que por bajarle la llanta a alguien.
—¿Podría Vizcarra sacar ministros del Congreso?
Zeballos ha sido algo así, pero la baraja de nombres es limitada. [...] El presidente va a usar los recursos y poderes que tiene para engreír a sus defensores en el Parlamento. Eso no pasa por toda la bancada de PpK, sino por los menos conocidos. [Jorge] Meléndez es vocero, [Alberto] Oliva preside la Comisión de Justicia, Janet Sánchez preside Ética. Engríe y premia las lealtades y castiga las deslealtades.
—El presidente está concentrado en recomponer el Gabinete. ¿Se alejan las posibilidades de reformas?
El déficit en este primer año es un norte, no hay agenda reformista, no hay reforma laboral, tributaria. La reforma política es lo único que se ha agarrado con entusiasmo, aunque el informe es reservado y el presidente tiene espacio para decir no. No tengo tanta expectativa, Vizcarra juega a hacer menos ruido a su popularidad.
—Sospechamos que la comisión de reforma insistirá en la bicameralidad. ¿Lo hará Vizcarra?
Espero que se atreva, hay consenso en las fuerzas políticas. No estoy seguro de que lo haga, pero podría ser un legado para terminar el 2021. Tendría que encontrar una solución ingeniosa, que los constitucionalistas van a encontrar para instalar el Congreso a partir del 22 con la bicameralidad. Hay que volver a discutir el tema de los distritos electorales, que fue lo interesante de lo que lanzó la PCM.
—¿Vizcarra trató estos temas más con ánimo de pechar al Congreso que de reforma?
El referéndum fue más un baño electoral que otra cosa y la gente votó contra el Congreso, contra el fujimorismo, contra FP. La no reelección es inamovible, eso va a provocar que la clase política se renueve y haya quienes retornen de años atrás.
—¿Y posibilidad de un baño de obras y reformas?
Soy muy escéptico de estas cosas. La visión del país al bicentenario agarró la narrativa de la anticorrupción, ahora ha querido tomar la de la anemia. Hay una mirada titubeante, soy escéptico de reformas y grandes obras al 2021. ¿Cual será el legado de Vizcarra? Haber destruido el fujimorismo, dirán los antifujimoristas. El primer mensaje de Vizcarra fue “el Perú primero”, pero es etéreo y no termina de indicar hacia dónde quiere llevar al país.