El periodista Juan Paredes Castro conversa con El Comercio sobre las urgentes tareas con las que deben comprometer las autoridades del país, desde sus diferentes espacios, para sacar adelante la institucionalidad del Perú. Por ejemplo, observa como determinante que la presidenta Dina Boluarte asuma un contundente compromiso por la gobernabilidad.
De no darse estos pasos, el ex director interino y ex editor central de Política de este Diario advierte que la regresión de nuestra democracia sería uno de los principales riesgos para el país, análisis que Paredes Castro también ha trazado en la reedición de su libro “La república incompleta”.
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—Seis personas allegadas a la presidenta Dina Boluarte han obtenido contratos con el Estado, según ha revelado Cuarto Poder. ¿Cómo se sostiene el Estado si vemos, nuevamente, que personas allegadas al poder consiguen contratos por estas conexiones?
Te diría que estamos viviendo una de las más graves y peores regresiones institucionales de los últimos 20 años. Es decir, una vuelta atrás preocupante de lo que ya habíamos avanzado, del 2003 al 2023. 2003, año en que publico la primera edición de mi libro y 2023, cuando publico la reedición. […] Es una regresión que puede poner al borde del colapso nuestro sistema democrático, constitucional y a sus órganos de poder. Necesitamos una urgente reconstrucción de los órganos de gobierno. Necesitamos un urgente compromiso de las autoridades de hoy para sacar adelante la institucionalidad afectada del país. El Perú ha quedado seriamente afectado después de este año y medio de gobierno de Castillo y aún sigue afectado porque necesita un compromiso de la autoridad y del gobierno.
—¿De qué dependería avanzar hacia esta reconstrucción institucional que menciona para evitar esas regresiones, solo un compromiso de las autoridades o qué más?
Ese compromiso tiene que funcionar con quienes en este momento tienen el poder en manos: Gobierno, Congreso, Poder Judicial. Tiene que haber una decisión en este momento. […] Tiene que nacer de las propias autoridades que ahora ostentan el poder la gran decisión, no sé si a través del Acuerdo Nacional, de comprometerse con una salida institucional para el país. Sin eso, no vamos a tener ni siquiera elecciones garantizadas.
—¿Hay una falta de espacios para iniciar el gran diálogo?
Siguiendo la línea autodestructiva de la política peruana, esa jungla va a terminar devorándose nuestro sistema político si no hacemos nada, comenzando por el diálogo. [...] Hay un Acuerdo Nacional que debe hacerse vinculante, en algunas cosas fundamentales que puedan ayudar al Perú a estabilizarlo política, económica y socialmente. Tiene que haber un compromiso. No podemos quedarnos en compartimentos estancos. […] El Congreso de hoy está sumamente desacreditado. Algunas cosas importantes hizo este Congreso en su defensa frente a la amenaza de Castillo de disolverlo, pero ahí se quedó.
—La serie de revelaciones respecto a la gestión de Boluarte, el financiamiento de su campaña, las contradicciones en que ha caído, ¿pueden hacer tambalear al gobierno de la presidenta?
Un gobierno de transición como el de Boluarte, le tenemos que llamar de transición, es uno sumamente frágil. La propia presidenta tiene también su propia fragilidad por venir de donde viene: el gobierno de Pedro Castillo, del proceso electoral acompañando a Castillo. Lo que más se necesita en este momento es que la presidenta Boluarte asuma un fortísimo compromiso de gobernabilidad. Ella tiene que marcar la agenda del país y establecer agendas eficientes piloto en cada ministerio para poder responder a las cosas más urgentes. Necesitamos pruebas de gobernabilidad [de Boluarte].
—¿Por qué considera que hasta el momento la presidenta no ha dado esas pruebas de gobernabilidad?
Creo que ella está viviendo las coyunturas, dejándose llevar como una montaña rusa por las coyunturas y tratando de salvarse de esas. Ella tiene que desprenderse de eso, sin dejar de esclarecerlo. Tiene en este momento un buen equipo de gobierno.
—El Congreso rechazó la primera moción de vacancia presidencial en contra de Boluarte. ¿Hay una relación de no agresión entre el gobierno y algunas bancadas del Congreso, es sostenible?
Yo creo que ha sido un error de la izquierda que ha acompañado a Dina Boluarte plantear una vacancia que no se sostenía en su peso constitucional. Por ejemplo, Castillo hizo méritos casi cotidianos para ser vacado y no se le podía vacar porque tenía comprados una buena cantidad de votos. Tuvo que cometer un acto demencial para motivar su vacancia. Pero en este caso, con Boluarte, iba a pasar lo que todos esperaban: que eso no iba siquiera pasar por la admisión, pero yo veo ahí más bien un arrebato de la izquierda, que es gratuito. Ella tenía que suceder a Castillo.
—¿Considera entonces que no hay evidencias de un cálculo político entre el gobierno y el Congreso?
Es normal que entre el Ejecutivo y el Legislativo exista un juego político y que el Ejecutivo busque un respaldo en el Congreso, sobre todo los votos de confianza. Lo mismo el Ejecutivo busca acercamientos estratégicos en el Congreso, pero en la política peruana nos hemos acostumbrado a la confrontación. Entonces, cuando no vemos confrontación, especulamos. Pero el Congreso si estuviese yendo por ese camino, el de estar siendo la comparsa de este gobierno, se encontrará a la corta o a la larga asumiendo responsabilidades. […] Otra cosa es que por razones respalde una posición u otra. Yo creo que darle un respaldo de gobernabilidad a Boluarte es una buena cosa, pero el Congreso también tiene que acompañar críticamente ese funcionamiento gubernamental del Ejecutivo.
—El Congreso tiene 82% de desaprobación (Ipsos, 31/3/23). Habría que tomar en cuenta lo último que ha ocurrido: los cobros de la congresista Rosio Torres, los gastos del Parlamento en un buffet, viajes al exterior, el blindaje a congresistas. ¿Qué mensaje está dando el Legislativo a la población con todo esto?
Hemos visto en este Congreso comportamientos políticos nefastos, comenzando por uno de los peores, que es que un buen número de congresistas hayan pactado con Pedro Castillo un respaldo político a cambio de favores en ministerios y en concesiones de obras. Nunca hemos visto una negociación, salvo en los tiempos que Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos también compraron conciencias parlamentarias, no hemos visto una cosa más escandalosa que eso. Como eso hay muchas conductas parlamentarias que nos revelan que nuestro sistema democrático está precisamente enfermo. Hemos tenido breves momentos de avance institucional y grandes, desgraciadamente, momentos de regresión.
—¿Existe un desgaste político que podría detonar nuevas manifestaciones?
Eso no lo podemos descartar. Por supuesto que hubo dentro de las manifestaciones, digamos planificadas por Castillo, también otras de insatisfacción popular. Si bien es cierto que nos acompaña el crecimiento económico, al lado no tenemos el crecimiento institucional.
—Entonces, qué tendría que tener en cuenta el gobierno ahora, como anticipo, sobre lo que podría volcar nuevamente a las personas a las calles.
¿Qué lleva generalmente a la gente a las calles? En primer lugar, no tener un canal de expresión política, que no lo tienen en el Congreso. Se han desacreditado, entonces nadie piensa canalizar a través del Congreso sus intereses y demandas. Hay pocos partidos políticos, no hay organizaciones políticas. Entonces, siempre la protesta de la calle está abierta porque no hay canales. ¿Por qué tendría que haber una nueva protesta? Porque probablemente Dina Boluarte no sepa gobernar en los próximos meses. Por eso, ella necesita agendas piloto de gobierno y eficiencia en cada uno de los ministerios para dar las primeras señales a esa sociedad descontenta de que se está gobernando. […] El gran pacto que suele hacer un gobierno con la sociedad es la confianza y eso se crea solamente con el servicio del Estado a la gente.
—En su libro “La república incompleta” traza los desafíos que enfrentaba el Perú a fines del régimen de Alberto Fujimori y el inicio de un nuevo período. ¿Siguen siendo los mismos desafíos que tenemos hoy, 20 años después de la publicación el 2003, o cuál es su diagnóstico?
Hemos tenido la suerte de que el crecimiento económico haya podido acompañarnos hasta ahora. No descarto que la Constitución actual necesita reformas, pero tiene sus propios mecanismos para eso. Gracias a esas reglas de juego y crecimiento económico tenemos la posibilidad de que los gobiernos que van pasando puedan repartir bonos, auxiliar las contingencias. […] Sin embargo, lo que puedo decir de estos 20 años es que democráticamente hemos avanzado un poco en institucionalidad desde el desde el 2001 hasta el 2016. Cuando Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori inician una confrontación a muerte, pasando por la confrontación de Martín Vizcarra, diría que estamos llegando a ese punto de regresión institucional. Eso me ha preocupado de estos 20 años porque hemos tenido sucesiones normales, democráticas. Pero la democracia tiene que funcionar al servicio de la sociedad, no al servicio de los elegidos. Pareciera que el mandato es que el elegido tiene que estar bien servido, no como lo demuestran muchísimos congresistas. Nos falta austeridad, humildad y sencillez en la política.
—¿Hay nuevas oportunidades perdidas en este tiempo?
Perú es un país, desgraciadamente, de oportunidades perdidas casi todo el tiempo. Esta es una gran oportunidad para reconstruir el sistema democrático y no lo dejemos pasar. Pero como vivimos una especie de sedación, la procesión por dentro que tenemos es el deterioro grave de nuestro sistema democrático. Un sistema que no está funcionando. […] Necesitamos humildad para gobernar, para saber hasta dónde van mis potestades y dónde me tengo que detener. No puedo ser un presidente que haga lo que me da la gana. No puedo estar negociando con inversionistas, firmando cualquier cosa a espaldas de la sociedad. […] Tiene que haber un cambio de cultura, una nueva manera de hacer política.
—Hemos visto a una serie de operadores de Pedro Castillo viajar a Europa y países de América Latina para difundir falsas narrativas sobre el golpe de Estado, ¿la Cancillería tiene una actividad suficiente para desbaratar estos discursos o hay algún vacío comunicacional que advierte?
Los vacíos comunicacionales los veo en todos los poderes del Estado y en todos los órganos de gobierno. Qué bueno sería que tuviéramos una buena comunicación, que nos hiciera ver claramente cómo funciona el Estado. Esa narrativa que está circulando en el exterior de Castillo, que fue puesto contra la pared y que le han dado un golpe de Estado, si supieran lo que Castillo ha representado para el Perú en año y medio, si vieran la película interior de Palacio de Gobierno, pensarían distinto. Lo que pasa es que hay una maniobra maniquea de invertir las cosas para salvar a Castillo de la cárcel. Pero ¿qué revela esta maniobra? Que Castillo tenía preparado este golpe desde el primer día.