La marcha fue tan grande que no cabía en un día ni en una región. La agitación en sí tomó tres días -26, 27 y 28 de julio- pero la preparación, cerca de dos meses. Como se llamaba ‘Marcha de los 4 Suyos’, había que honrar la idea de recibir en Lima a delegados de todos los vectores del país. Y, para eso, hubo muchas coordinaciones, viajes a regiones y se prepararon ‘tambos’ y ‘comedores de la resistencia’ que acogieron a los marchantes. El tambo más animado, y poblado por militantes de izquierda, estaba en la Plaza Manco Cápac, en La Victoria.
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¿De dónde salió la idea de una marcha tan ambiciosa y de dónde la inspiración andina? No, no fue de Alejandro Toledo. Alejandro fue solo el líder circunstancial que había acaparado la intención de voto contra Fujimori en las elecciones del 2000. El resto de opositores no tenía más remedio que andar con él. La oposición nunca fue más unida y realista. Formó un comando político para apoyar las acciones que lideraría Toledo y hacer una escalada de presiones en todos los frentes –desde la movilización popular hasta la diplomacia internacional- para provocar la caída del ‘Chino’.
De todos los colores
Carlos Bruce, antes de ser ‘Techito’, fue líder de ADEX (Asociación de Exportadores). Esa experiencia en la dirigencia empresarial, lo llevó, una vez que enganchó en la política en el 2000, a ser un gestor de campañas. Tras postular al Congreso del 2000 en vano en la lista de Somos Perú, se enganchó a tiempo completo en la campaña de Toledo.
En realidad, tuvimos una campaña muy extraña entre el 9 de abril, día de la tensa primera vuelta en la que Fujimori perdió por un pelo, y la segunda vuelta del 28 de mayo del 2000. El ‘Chino’ corrió prácticamente solo, pues la oposición repudiaba la contienda. Incluso, muchos le recomendaban a Toledo retirarse para no legitimar lo que se anunciaba como un triunfo cantado de Fujimori. Pero este ni renunció ni se promovió lo suficiente. Su actitud indecisa provocó ya entonces, tempranas sospechas de que su candidatura, en alguna medida, estaba chantajeada —sino negociada— con Montesinos.
Toledo se dedicó a hacer lo que más le gustaba, viajar captando fondos y contactos, mientras sus cientos de miles de simpatizantes fueron a votar de mala gana o protestaron con su ausentismo (por esta razón, la congresista Anel Townsend, promovió meses después una ley que, por única vez, perdonó las multas de los que no votamos en esa elección espuria).
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Carlos recuerda que, luego de la 2da vuelta con resultado previsible, estaba preparándose para cerrar y desmontar la oficina de campaña, cuando se apareció uno de esos opositores variopintos que apoyaban a Toledo, Javier Diez Canseco, comentando que las cosas no podían quedar allí, que había condiciones para organizar mítines y marchas contra Fujimori. Javier mismo sugirió –recuerda Carlos- hacer una gran marcha que se llamara de los 4 suyos con gente de todo el país. La propuesta fue acogida inmediatamente por los demás opositores y por el entorno peruposibilista.
La iniciativa nació con fecha, las Fiestas Patrias, porque esa era el deadline de la asunción de mando y la oposición quería deslucirla, sino arruinarla. Había, por lo tanto, cerca de 2 meses para organizarla. El comando político opositor eligió a Bruce como jefe del comando operativo de la marcha, que estuvo integrado por representantes de los partidos. El lugarteniente de Carlos fue el aprista Javier Morán. El APRA y la izquierda eran quienes más experiencia de activismo callejero tenían, así que tuvieron más presencia en la organización que Acción Popular (AP) y el PPC.
El 26, hubo varias marchas en puntos importantes de Lima, y el 27 hubo más movilizaciones que confluyeron en un gran mitin central en el Paseo de los Héroes Navales. La puesta en escena estuvo a cargo de Alfonso Salcedo, el publicista aprista que luego lo fue de la campaña de Toledo en el 2001. A él se le ocurrió la idea de hacer jurar a una niña por la democracia y por el derrocamiento de la dictadura. La joven fue Lucía Arias Urízar, hija de la difunta aprista Ilda Urízar (primera mujer en ser ministra en el Perú).
El orador de lujo, antes de que Toledo cerrara el mitin, fue un aporte de AP: Fernando Belaunde Terry. A sus 87 años, FBT tuvo que pararse sobre un cajón que se había colocado sobre el estrado para darle cierta prominencia a Toledo, que era de baja estatura. Bruce me cuenta que vio como al terminar su discurso y retirarse, FBT pisó en falso y se hubiera caído si su gente no lo recibe en el aire.
El 28 fue un caos, con sangre, humo negro y gases lacrimógenos disparados a mansalva. Tiempo después se supo que Montesinos había montado un plan para infiltrar y desacreditar la marcha, provocando el incendio del Banco de la Nación (esquina de Jr. Lampa con La Colmena) que causó las 6 muertes por las que se pidió orden de captura para los organizadores.
Con ese saldo, no se puede decir que la oposición saliera airosa de la marcha en los primeros días; pero, por otro lado, otras acciones, como el abandono del hemiciclo por parte de los congresistas no fujimoristas y la pantalla dividida de Canal N y Canal A (en una mitad veíamos jurar a Fujimori, en la otra veíamos la humareda de las llantas quemadas) mancharon la 3ra y última elección del ‘Chino’.
No fue la Marcha de los 4 Suyos sino el vladivideo Kouri Montesinos, difundido unas semanas después, el 14 de setiembre, lo que marcó el no va más del ‘Chino’; pero, de hecho, la marcha fue un complemento social indispensable. Por ejemplo, los 3 días de agitación sostenida, obligaron a cancelar el desfile militar del 29 en la Avenida Brasil. En su lugar, se realizó una versión pequeña y privada, dentro del Pentagonito.
Soros y el primer millón
¿Cómo se financió la marcha? La oposición, decíamos, estuvo más unida que nunca pero era realista. Si Toledo iba a ser la estrella, la principal fuente de financiamiento debía provenir de su partido Perú Posible. Entonces, entró a tallar George Soros.
Álvaro Vargas Llosa me contó esta historia: El 26 y el 27 de junio del 2000, un mes después de la segunda vuelta y uno antes de la marcha, Toledo, Gustavo Gorriti, Álvaro, Vladimir Kocerha (un amigo de Toledo) y Baruch Ivcher, se encontraron en Varsovia para participar en el Foro Mundial Sobre la Democracia, organizado por varios gobiernos y ONG. Soros era uno de los invitados estelares. Por ese entonces, su fundación Open Society (OS) invertía en iniciativas antiautoritarias, principalmente en Europa del Este, pero ya empezaba a extender sus acciones a otros continentes.
Según recuerda Álvaro, a Gorriti se le ocurrió que sería una buena idea reunirse con Soros pues la OS podía apoyar las acciones contra Fujimori. Conversé con Gustavo y él recuerda, más bien, que Soros tenía curiosidad de conocer al grupo peruano, pues había sido muy sonoro en el Foro el apuro que padeció Ivcher en el aeropuerto de Varsovia, cuando casi fue detenido por una orden de captura de Interpol que había activado Montesinos.
Hubo una cita, recuerda Gustavo, en la habitación de Soros que estuvo acompañado de Aryeh Neier, célebre activista pro derechos humanos, fundador de Human Rights Watch, que presidía la OS e hizo algunas preguntas a los peruanos.
Soros los oyó con atención y ofreció 1 millón de dólares. Álvaro, en su recuerdo, los asocia únicamente a los 4 Suyos; pero Gustavo evoca que en realidad fueron para las actividades de resistencia que había por delante, siendo la marcha la más importante. Los detalles de cómo este aporte se canalizó y distribuyó, los manejó Toledo. Los demás organizadores de la marcha, asumían que ese fondo sirvió para montar los 4 Suyos. Al menos, así lo tiene entendido Bruce, que recuerda: “Yo simplemente le pedía a Toledo, y él me daba el dinero”.
También recuerdan, Álvaro y Carlos, haberse incomodado con el destape, hecho en mayo del 2001, de que el sobrino favorito, Jorge ‘Coqui’ Toledo, tenía una cuenta de alrededor de $700 mil en el First Union Bank de Charlotte, Carolina Del Norte. Muchos presumieron que era parte del millón de Soros; manejado sin transparencia. Sin embargo, no hubo indicios de que los depósitos estuvieran asociados a la donación de Soros. Gorriti recuerda que tiempo después de la marcha vino un funcionario de la OS a que le rindieran cuentas del aporte de la fundación.
Álvaro también recuerda un evento posterior en el que Toledo coincidió con Soros y lo buscó para pedirle otro aporte; pero Soros le dio largas. En realidad, no conocemos testimonios que muestren, luego de lo de Varsovia, una proximidad del magnate con Toledo y su gobierno. Por el contrario, un amigo que años más tarde fue representante de la Open Society en el Perú, me contó que hace aproximadamente una década, fue a un evento en México, en el que estaba Soros, a quien no conocía personalmente. Para su sorpresa, lo buscaron unos enviados del magnate y lo llevaron a una suite. Tan pronto se abrió el ascensor en plena habitación, apareció el anciano.
Nuestro compatriota lo saludó y este le dijo que lo había llamado porque le quería hacer una sola pregunta. “¿Me robó Toledo?”. El peruano, algo aturdido, le dijo que no lo sabía, que la respuesta quizá escapaba a los peruposibilistas y con mayor razón a él; pero le contó que la Marcha de los 4 Suyos se había llevado a cabo y jugó un papel en la caída de Fujimori. Soros, informal y campechano, se despidió con una sonrisa.
Años más tardes, nuestra sorpresa se multiplicó. El porcentaje del millón de Soros que hubiera podido ser desviado para fines subalternos, era una especulación vana. Jorge Barata, en un testimonio documentado con pruebas contables, relató que Odebrecht le pagó 20 millones de dólares a Toledo, cuando este era presidente, para que su gobierno le allanara el camino para la licitación y ejecución de la carretera Interoceánica Sur.
Barata no se ahorró detalles. La triangulación de la mega coima se hizo con Josef Maiman, el magnate peruano israelí amigo de Toledo y hubo una ocasión en la que el propio Alejandro convocó al brasilero para presionarlo porque habían cesado los pagos ilícitos que, según el pacto inicial, debían llegar a $35 millones. Sucede que al terminar la gestión de Toledo, habían llegado a $20 millones, y los brasileros no confiaban en que el proceso siguiera el curso que ellos pedían.
Tan desorbitada coima a un ex presidente revela una personalidad única en los anales de la corrupción, al punto que hace pensar que, desde que postuló por primera vez, en 1995, su plan de llegar al poder ya incluía el afán de delinquir. En la época de los 4 Suyos, no hablamos de la multiplicación de millones sino de una fracción que pudo ser manejada sin transparencia. Igual es triste que se asocie la mala fama de Toledo a la historia de la movilización popular más grande desde el paro del 19 de julio de 1977 (que sirvió de presión para que Morales Bermúdez convocara a la Asamblea Constituyente de 1979).
Para remate, Toledo, que se la pasó viajando las semanas anteriores a la marcha, convirtió a los 4 Suyos en su pequeña épica de presentación en la campaña del 2001. Ese 28 de julio siguiente, fiel a sus pretensiones, ya no estuvo corriendo con una máscara anti gas; sino poniendo en escena su juramentación en Machu Picchu.
La marcha, por fortuna, tiene un valor propio y ajeno a la perversión toledista. Fue la más contundente expresión de una oposición plural a un gobierno autoritario. Está asociada íntimamente a las fiestas patrias, y alteró todos sus ritos, como el desfile militar. Han tenido que pasar 20 años para que un desfile en la Avenida Brasil se vuelva a cancelar; esta vez por la pandemia, aquella vez por miedo a la indignación popular.