Pedro Castillo desde el penal Barbadillo en audiencia.
Pedro Castillo desde el penal Barbadillo en audiencia.
Héctor Villalobos

Un dio pie el sábado a una serie de especulaciones y teorías conspirativas. En él se señalaba que este lunes 4 de diciembre se realizará la audiencia “para dejar sin efecto la prisión preventiva” dictada contra el golpista Tal como está redactado, cualquiera podría pensar que la liberación del expresidente es un hecho que será anunciado en esa audiencia.

Lo que en realidad ocurrirá ese día es que el Poder Judicial analizará el enésimo pedido de su defensa para liberarlo. Como tantas otras veces a lo largo de este año, volveremos a escuchar los estrafalarios y reiterativos argumentos de sus abogados, quienes tratarán de convencernos de que lo que vimos el 7 de diciembre del 2022 nunca ocurrió, de que el exgobernante fue más bien la víctima de un golpe en su contra.

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Las graves imputaciones contra la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, a quien se le atribuye encabezar una organización criminal en el seno del Ministerio Público, han envalentonado la narrativa castillista. Su abogado, Eduardo Pachas, aseguró –en un claro intento de llevar agua para su molino– que los objetivos de la presunta red delictiva eran: “derrocar a Castillo, sacar de su puesto a la fiscal Zoraida Ávalos y deshacerse de la Junta Nacional de Justicia”. Ni en la resolución del juez Jorge Chávez que ordena la detención de Jaime Villanueva, asesor de Benavides, ni en los elementos presentados por la fiscal Marita Barreto se menciona a Castillo como un objetivo político, pero eso no incomoda a su defensa. La prensa alternativa bien puede coexistir con los historiadores alternativos.

Los delitos atribuidos a la red criminal supuestamente encabezada por Benavides no convierten en santo a Castillo. Las intrigas de la fiscal y su entorno no tienen la cualidad mágica de transformar en honrado al corrupto o en demócrata al golpista. El hecho de estar involucrada en actos que podrían tener consecuencias penales no significa una absolución para el exmandatario. La próxima semana se cumple un año del golpe de Estado. Es absurdo pretender burlarse de la memoria de un país. La tinta todavía está fresca como para tratar de reescribir la historia.

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