>César Acuña, el amigo de todos.
>Zoraida Ávalos después de su inhabilitación.
“Fue un gran susto”, me comenta un keikista. No alude ni a la política ni a la justicia, los dos frentes que abruman a Keiko desde que se lanzó de congresista en el 2006. Se refiere a la intervención quirúrgica que sufrió –la hizo pública en su cuenta de Twitter- en la que le extirparon unas tumoraciones que, llevadas a análisis patológico, resultaron benignas. Vuelta a la vida, sana y soltera, quiso manifestarse en la política.
La ‘sanación’ de Keiko no es su única razón para haber salido al fresco, por supuesto. También están las expectativas por minimizar –la ilusión es ‘anular’- los cargos de lavado de activos y organización criminal, debilitados tras varios años sin acusación formal. La decisión del fiscal José Domingo Pérez, némesis del fujimorismo, de postular a juez y, poco después, la noticia de que desaprobó el examen, fueron dos momentos de gran regocijo naranja.
Posición adelantada
Pero no todo es Keiko cuando hablamos de Keiko. Hay un partido nacional, Fuerza Popular, quizá el más organizado del país, que vive por encima de las tribulaciones de su cabeza de 48 años. No es exactamente una ‘federación de independientes’, como se le ha achacado muchas veces;pero sí un movimiento donde muchos tiran para el monte de sus intereses. Eso sí, es más cohesionado que APP y más decoroso que Acción Popular. De 24 curules, ahora tienen 22 (expulsaron a María Cordero Jon Tay y está en proceso la expulsión de su hermano Luis), de modo que su tasa de deserción es más baja que la de otros (por ejemplo, Perú Libre empezó con 37 y ahora tiene menos de la mitad). Vayamos a las razones políticas de la reaparición de Keiko.
Mira: Keiko Fujimori habló de su candidatura y de la bicameralidad.
Un dirigente naranja que prefiere el anonimato me dice: “Es natural y debe ser normal que una dirigente que en 3 momentos ha representado a la mitad del electorado, se manifieste. Hay que ‘desparlamentarizar’ la política, no todo puede pasar por el Congreso’”. Ojalá más dirigentes partidarios salgan a la palestra y nos desparlamentaricen. ¿Pero acaso los oiríamos si no tuvieran bancada y manejo de sus votos? Pues no, sino miren la ausencia de apristas y pepecistas en el candelero.
También hablé con Miki Torres, vocero del partido, y me apunta la principal razón política que ha coincidido con el ‘alta’ de Keiko: “Nunca hemos sido ni hemos dicho que quisiéramos ser un cogobierno ni mucho menos. Estábamos dando chance y queríamos ayudar todo lo posible; pero han pasado 6 meses y nos sorprendió que la presidenta saliera a hacer un recuento donde todo estaba bien”. Miki continúa explayándose en las debilidades de los 4 ministerios cuyas cabezas pidió precisamente su lideresa: Salud, que ya salió; Agricultura; Energía y Minas; e Interior. ¿Es la única manera de pechar y marcar la cancha pedir que rueden cabezas cuyos nombres ni siquiera retiene la opinión pública? Ciertamente que hacer propuestas sobre los temas detrás de las carteras (reactivación económica, inseguridad ciudadana, inversión minera, epidemias, prevención ante el Niño) sería más proactivo y no menos pechador; pero no pidamos peras al naranjo: la tradición en la que se inserta FP es la de la interpelación, la censura, la ley aprobada por insistencia y la vacancia.
“Nunca hemos sido ni hemos dicho que quisiéramos ser un cogobierno ni mucho menos. Estábamos dando chance y queríamos ayudar todo lo posible; pero han pasado 6 meses y nos sorprendió que la presidenta saliera a hacer un recuento donde todo estaba bien”.
De muchos temas programáticos pudo hablar Keiko en su reaparición, pero quiso dedicar tiempo a hacer una precisión para el futuro: se puso a explicar que cuando dijo que no postularía si se adelantaban las elecciones, no cerró la posibilidad de postular en el 2026. Insistió de tal modo en su precisión que puso el tema del adelanto de elecciones en agenda. Sin querer, le puso la pelota a Dina Boluarte para que pateara al arco. Dina así lo hizo, con cachita: “Si la señora Fujimori ha salido con esto, entonces le sugiero que su bancada lo vuelva a plantear”. No les ha hecho gracia, ni a la izquierda ni a la derecha congresal, que Keiko invocara el fantasma del adelanto. Ayudó a revivir, junto a la reacción por polémicas decisiones congresales (inhabilitación de la ex fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos; cambios que constriñen la ley de colaboración eficaz; una ley que desaparece la meritocracia para un grupo de profesores; blindaje a los ‘mochasueldos’ en la Comisión de Ética); un ánimo de protesta contra el Congreso que podría escalar; un anti keikismo difuso que es en realidad un anti parlamentarismo aglutinador y sin bandera.
Pros y antis
Indagué por cómo se organiza el partido hoy. Me contaron que se mantienen las reuniones semanales de la bancada junto al CEN (Comité Ejecutivo Nacional), en el local del Paseo Colón, inaugurado en el 2016, en pleno barrio de los viejos locales partidarios (antes, tuvieron sede en Camacho). Keiko preside las reuniones y, en su ausencia, lo hace el secretario general Luis Galarreta, ex presidente del Congreso y actual parlamentario andino. En el CEN, que tiene continuos ajustes también están, entre otros, Patricia Juárez, que es además vocera de la bancada; Carmela Paucará como secretaria de organización; Diethell Columbus como secretario de comunicaciones; Juan Carlos Torres que, además de personero legal, es secretario de familia; y la congresista Rosangella Barbarán como secretaria de juventudes. Un apunte de nuestros judicializados tiempos: Paucará, que fue asistente de Keiko y está comprendida en el mismo proceso de investigación que ella, no asiste a las reuniones, pues la regla de conducta procesal impide que vea a su coimputada.
Los miembros del CEN, incluida Keiko como presidenta del partido, tienen voz pero no voto en asuntos parlamentarios. Temas como el apoyo a la bicameralidad, o a una denuncia constitucional o a una ley, se deciden por votación. Miki Torres me contó: “Yo no estoy a favor de la bicameralidad, igual que Martha Moyano, pero se impuso en los votos de la bancada, y me fajé por ella”. Por cierto, Keiko tampoco es hincha de la bicameralidad, y lo ha hecho notar. Como dice Miki, “el ADN del fujimorismo es unicameral”, pero el parlamento actual deja tanto que desear que no se puede reclamar la comisión de Constitución, como ha hecho FP, sino es para hacer reformas que se hagan notar.
Cuando tuvo 74 congresistas y mayoría absoluta para votar imposibles en tiempos de PPK; FP se lanzó a la oposición dura. Citar a ministros, interpelarlos o hasta censurarlos como al ex ministro de Educación, Jaime Saavedra; reemplazó a entregas legislativas temáticas, la creación de un ‘shadow cabinet’ (gabinete simulado de oposición) o fiscalizaciones ejemplares. Esa dificultad de comunicar la proposición legislativa programática se sigue arrastrando, con menos curules y con mayor inestabilidad. Por ejemplo, el sábado 24 de junio –al cierre de legislatura- y en pleno día del campesino, Keiko ha tuiteado celebrando la promulgación de la Ley 31801 que fortalece a las juntas de usuarios de riesgo. ¿No es eso más importante que pedir la cabeza de la desconocida ministra Nelly Paredes?
Mira: Fujimorista Martha Moyando responde a Dina Boluarte.
La política peruana, y en especial el transido fujimorismo, vive en función de apasionamientos polarizados. Ello no solo ha marcado acciones pasionales o revanchistas como, por ejemplo, inhabilitar a Zoraida Ávalos porque la presumieron indulgente con sus bestias negras, Vizcarra y Castillo. A la ministra Gutiérrez quisieron censurarla no solo por su negligencia frente al dengue; sino porque participó en la fundación del partido de Vizcarra, Perú Primero.
El anti fujimorismo también ha provocado cautelas e inhibiciones. En algunos casos, Fuerza Popular ha preferido promover o dejar que otros tuvieran iniciativas que ellos hubieran querido tener y a la que luego adherían (por ejemplo, la ‘Ley Mulder’ contra la publicidad estatal en los medios, o la primera vacancia contra Castillo presentada por Patricia Chirinos de Avanza País). Donde hay identidades atribuladas hay complejos existenciales, y uno de estos, por ejemplo, inhibió al fujimorismo de reclamar la presidencia de la mesa directiva. Fue realista calcular que su presencia arruinaría el consenso; pero fue también algo acomplejante. He ahí un dilema de identidad, mostrar la naranja encendida o prestarse colores ajenos para recuperar fuerzas.
Tras dos mesas directivas, hay fujimoristas que piensan que podrían reclamar la presidencia congresal. Pero ello haría muy difícil jalarse a un izquierdista a la mesa, idea que ha surgido en el bloque de derecha para conjurar la posibilidad de que triunfe una propuesta de izquierdistas y de ‘niños’. El fujimorismo vive y colea con tanta fuerza como el anti fujimorismo (que lo hay de izquierda pero también de derecha). Así que FP tendrá que seguir con cautela, sino los aliados la arrinconarán por alimentar el presagio de una cuarta candidatura que se queme en la puerta del horno. El trauma de la derrota ante Castillo no se borra así nomás.
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