Había un curso de colisión que no se vio con claridad. El pensamiento ideal o ‘wishful thinking’ era que el Congreso, considerando la pandemia, no añadiría un brinco más al país y confiaría en Pedro Cateriano. No fue así y aquí están algunas claves para entenderlo.
La ideología
Los voceros y fuentes consultadas, coinciden en que la ideología tuvo un peso determinante pues Pedro Cateriano subrayó enfoques de derecha en un Parlamento inclinado hacia la izquierda. Dos bancadas, el Frente Amplio (FA) y Unión Por el Perú (UPP) ya habían anticipado reparos ideológicos. Cateriano se inscribe en la tradición neoliberal que desde 1990 con Vargas Llosa, estuvo en las antípodas de la izquierda de la que es tributaria el FA. Rocío Silva Santisteban, vocera de la bancada, me comentó que “desde que lo nombraron, ella puso algunas atingencias” pues, recordó que, “había sido premier de Humala y durante su gestión sucedió lo de Tía María y no se mostró dialogante”.
El FA dialogó con Cateriano y las discrepancias quedaron expuestas y claras. Aunque tenían su rechazo definido, Silva Santisteban, confiesa: “me sorprendió la votación”. Es decir, el FA creía que sus reparos no iban a ser suficientes para echarse abajo a Cateriano. De hecho, hubo otros factores.
En UPP, hay una mezcla de izquierda tradicional, como el ala de José Vega, con el radicalismo antaurista que se niega hasta a dialogar. Su ‘No’ también estaba cantado y quizá se hubiera extendido a cualquier otra carta.
El Frepap es una izquierda verde agraria, en comunión con su religiosidad de Perú profundo y periurbano. No tiene vasos comunicantes con la izquierda tradicional del FA. Es probable –no lo he podido confirmar con sus voceros- que no tuvieran su voto tan prejuzgado como ya lo tenía el FA, pero la defensa que hizo Cateriano de la minería en su presentación, terminó de definirlos.
En el caso de Alianza Para el Progreso (APP), una fuente ligada a ellos, me asegura que hay un componente de raigambre izquierdista en varios de sus miembros, que han reaccionado de manera equivalente al FA y al Frepap. Y añade otra consideración, que ya explicaremos. En AP también ha sido el ala izquierda de la bancada la que concentra los votos en contra.
La reforma universitaria
Los intereses en contra de la reforma universitaria han sido el factor anti Cateriano más señalado antes de la votación. El propio ex primer ministro insinuó, en su discurso de madrugada antes de la votación, que se le dio a entender que ceder en ese tema (lo que implicaba cambiar al ministro Martín Benavides que fue jefe del ente reformista Sunedu) le granjearía votos a favor. El presidente volvió a mencionar esta narrativa en el mensaje a la Nación en el que lamentó la decisión del Congreso. Y Cateriano fue explícito en la entrevista que concedió a El Comercio refiriendo que Manuel Merino, el presidente del Congreso, lo llamó unos días atrás a su despacho y le dijo que la presencia de Benavides era un escollo para que obtenga el voto. Cateriano cuenta que lo comentó con Vizcarra y ambos decidieron no ceder la cabeza del ministro.
Sin embargo, en el testimonio de Cateriano no hay evidencia de que Merino haya asociado lo que le dijo de Benavides a su pasado en la Sunedu. En la narrativa congresal, Benavides debiera caer por la desatención de la educación rural, manifiesta en la frustrada compra de cientos de miles de tablets sin las cuales muchos niños podrían perder su año escolar. Podemos es la única bancada cuyo líder partidario, José Luna Gálvez, tiene un interés manifiesto en el tema, pues se le negó la licencia a su criatura, Telesup, y ello le generó un ánimo revanchista que ha provocado cabildeos de su bancada para promover la interpelación a Benavides, como lo relata Martín Hidalgo en “La historia detrás de la negativa de la confianza al Gabinete de Pedro Cateriano”.
Se podría pensar que la reforma universitaria también fue un factor de peso en la abstención en bloque de APP. Sin embargo, una fuente ligada a APP asegura que no lo es pues César Acuña, el líder del partido, consiguió licencia para la Universidad César Vallejo. Hay una universidad sin licencia, la Universidad Señor de Sipán, pero las fuentes de APP dicen que Acuña no se desvive por el ala de su familia que es la propietaria. Más bien, señalan su resentimiento por no haber sido considerado o consultado por Vizcarra antes de emprender sus decisiones cruciales y ello se remonta a la designación de César Villanueva (que era congresista de APP) como primer ministro.
El FA votó en contra de la interpelación a Benavides y defiende la reforma en manos de la Sunedu. El Frepap no tiene intereses en universidades pero se sumó al pedido interpelatorio porque tiene críticas y preguntas no resueltas sobre lo que consideran el relego a la vulnerable educación rural.
Conversé con Luis Roel, de AP, que votó en abstención y ejemplifica la impredictibilidad de Acción Popular (AP), bancada abierta al voto de consciencia y donde los varios dirigentes del partido (Raúl Diez Canseco, Yonhy Lescano, Mesías Guevara, Manuel Merino) no llegan a definir los resultados. Roel asegura que defiende a la Sunedu pero se sumó al pedido de interpelación a Benavides por razones similares a las del Frepap. Es decir, Benavides sí era una presencia incómoda y con interpelación pendiente cuyo cambio hubiera podido alterar el voto a Cateriano para algunos congresistas; pero las razones de ello exceden a la reforma universitaria y tienen que ver con las múltiples controversias -contenido ideológico de la currícula, religión, desbalance entre educación pública y privada, presupuesto- que la hacen una cartera de conflictos entre poderes. No es casual que la interpelación al exministro Jaime Saavedra fue el primer gran conflicto entre el Congreso y el Ejecutivo precedentes.
Para volver a la impredictibilidad congresal que relativiza cualquier factor del ‘No’ a Cateriano, Roel me cuenta que él, en su intervención, hizo una serie de preguntas, sobre salud, educación y economía. Las de salud se las respondió Pilar Mazzetti. Las otras preguntas no fueron respondidas. “Si me las hubieran respondido satisfactoriamente, no me abstenía, votaba a favor”, concluye.
La minería
No tendría que haber sido un factor que jugara contra Cateriano, pero este abandonó la lectura mecánica del discurso, para agregar, enfático, frases sobre la importancia de la minería en la economía nacional. Ello fue asumido pro varios congresistas como una provocación y, de hecho, la contestaron más tarde en los discursos más críticos contra él. Una fuente ligada al Frepap me comentó que si bien el voto en contra estaba más o menos decidido, ese momento fue confirmatorio. La vocera María Teresa Céspedes, una de las primeras en intervenir, dijo que si para Cateriano la minería era una ‘bendición’, para muchos peruanos, sobre todo en la provincia de Espinar, ‘era una maldición’. Rocío Silva me comentó que le extrañó que Cateriano no mencionara el el conflicto en la provincia de Espinar a su favor pues, de hecho, el gobierno tiene un plan de acción y diálogo al respecto.
Pandemia subestimada
En varias intervenciones de distintas bancadas hubo críticas e interrogantes sobre el relativo poco espacio (4 páginas frente a las 27 del eje ‘impulso a la economía’) que la presentación de Cateriano dedicó a la prevención y lucha contra la pandemia. Fue el primer tema tratado y el que se anunció como el más importante; pero dejó cabos sueltos. El vocero de AP, Otto Guibovich, por ejemplo, subrayó esa cortedad frente a lo anunciado como capital. Es probable que entre los indecisos y entre aquellos que reclamaban por la intervención central de sus precarios aparatos sanitarios regionales, esa primera parte del discurso haya sido un factor para decidir o confirmar su negativa.
En el escueto comunicado, que, al final de la tarde de ayer, difundió el Congreso, la mesa directiva al mando de Manuel Merino de AP, trata de oponerse a la narrativa del chantaje de la contrarreforma universitaria con otra sobre la pandemia subestimada, que es una manera de decir que al Ejecutivo no le interesa la vida y la salud de los peruanos. Lo hace en estos términos: “Exhortamos al señor presidente de la República para que en la conformación de su nuevo gabinete se considere como tema prioritario la emergencia sanitaria por la que atraviesa nuestro país”.
La confrontación
La confrontación del Ejecutivo con el Congreso es una constante desde los últimos años de Humala. Parecía haber llegado al paroxismo con PPK, que renunció antes de ser vacado por este; pero todavía vivimos una temporada extrema, cuando el Parlamento fue disuelto por Vizcarra el 30 de setiembre del 2019. El arma que permitió ese desenlace fue la negativa de dos cuestiones de confianza. El nuevo Congreso ha reeditado el enfrentamiento con nuevos actores y, desde el 28 de julio, con un nuevo marco: a un año de las elecciones, no puede haber disolución y sí puede haber sucesivos baloteos de gabinete. El arma cambió de manos.
Frente al nuevo marco, el presidente Vizcarra planteó una nueva estrategia invitando a los dirigentes de los partidos a debatir lo que llamó un Pacto Perú. Sin embargó, la convocatoria efectiva a estos, se postergó para luego de la investidura que no llegó. Cateriano, apenas designado, se reunió con algunos dirigentes y bancadas en una ronda protocolar que no llegó a conciliar o negociar temas esenciales. Si recibió señales y críticas expresas a la permanencia de Benavides y María Antonieta Alva y al fichaje de Martín Ruggiero en Trabajo; Cateriano las desoyó o decidió, junto al presidente Vizcarra, no atenderlas. Sin que el presidente adelantara las llamadas conciliadoras de su Pacto Perú ni evaluaran las reacciones ante cada item del discurso, el ex primer ministro fue lanzado al hemiciclo impredecible, hostil y con abrumadora mayoría de las regiones inquietas.