“La estrategia es que no hay estrategia”, me dice un amigo del gobierno. Pero no es un mero juego de palabras, es un drama real: la improvisación, la toma y abandono de decisiones, la indefinición; han pasado de ser defectos, para convertirse en recursos fáciles, en un modo de sobrevivir. El rechazo del presidente Pedro Castillo a las entrevistas es parte de este drama de dejadez ejecutiva: no quiere arriesgarse a poner al desnudo su indecisión ante un interrogatorio. Eso sería peor que el silencio. Por ahora, según me cuenta una fuente, se ha decidido por un punto medio antes de abrir la cancha: exponerse por unos minutos a las preguntas de los reporteros.
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Hasta dónde he indagado, no hay señales de una estrategia unívoca, ordenada y firme para afrontar la investidura el jueves 26 de agosto. Se demostró con la salida de Héctor Béjar el martes 17. El lunes, el ministro de Defensa, Walter Ayala, apareció en calidad de componedor entre los marinos y el canciller. Dijo esperar con expectativa a que Béjar hiciera sus explicaciones y descargos sobre las afirmaciones sobre la marina como pionera del terrorismo. Se entendió que Ayala hablaba con la venia de premier y presidente y se percibió un atisbo de estrategia: demorar la salida de Béjar y presentarla como una ofrenda en pos de la investidura, quizá junto a otras cabezas.
Pues no fue así. Béjar ha contado, en entrevista con Nicolás Lúcar, que Guido Bellido le pidió su renuncia, a pesar de que él quería replicar a sus críticos. Apuntemos que no fue Castillo, sino Bellido quien se tomó ese trago amargo, manifestando un pleno acuerdo de cúpula. No hubo, en el escueto comunicado confirmando su salida, ni en las palabras del primer ministro, nada que hiciera pensar en un plan. Ni siquiera mis fuentes diplomáticas tenían noticia, el miércoles, de que alguien, además del renuente Manuel Rodríguez Cuadros, estuviera sondeado para juramentar. Un par de consultados me sugirió otra idea, que no era exactamente una estrategia, sino la posibilidad de convertir la indefinición en éxito (el sueño de los improvisados): quedarse sin canciller hasta la investidura. En ese caso y cartera, allí sí podría haber una negociación. Si la hubo, la estrategia abortó: el viernes juró el ex canciller Óscar Maúrtua; según mis fuentes, recomendado por Rodríguez Cuadros que es probable que pronto parta a la una misión internacional.
Los aliados primero
Si hay una primera fila en la que estén los aliados de Pedro Castillo y Perú Libre, es la de las cabezas podables. Una personalidad de la izquierda. Rocío Silva Santisteban, lo ha dicho claramente, en un tuit, al reaccionar ante la caída de Béjar: “Ahora la derecha se siente ‘ganadora’ y van a ir uno por uno contra los ministros. Primero, los que no son de PL por ‘sacrificables’ como Béjar”. Lo interesante de Silva no está en el orden de prelación opositor (que no es único ni necesariamente letal, pues las bancadas tienen distintos pareceres), sino en la prelación oficialista de los sacrificables. La llamé y me aclaró su idea: “Los ministros son fusibles. Ante el ataque, van a estar más protegidos los que son del partido, los aliados serán sacrificables”.
Bellido tiene cuestionamientos más serios que los que hundieron a Béjar –los posts de Facebook que se le imputan expresan cierta simpatía hacia Sendero Luminoso; lo de Béjar ha sido la expresión oral de teorías conspirativas que relativizan o minimizan a SL- y tiene investigaciones abiertas en el Ministerio Público, una por apología al terrorismo y otra reciente por estar incluido en la cúpula de Perú Libre asociada al caso de Los Dinámicos del Centro. La pregunta que se hacen los aliados de Castillo y los maestros ajenos a Vladimir Cerrón, se cae de madura: ¿tiene sentido que el gobierno afronte una sangría de ministros para sostener una cabeza que igual puede caer por peso muerto y propio?
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La gran incertidumbre que carcome la gobernabilidad es si Castillo se atreverá a cortar pronto esa cabeza y provocar la caída del gabinete antes de la investidura. Dos fuentes me dijeron que ´hay un trabajo’ en ese sentido; pero no logré precisión cuando repregunté cuándo podría verse el resultado. Si es antes de la investidura, los próximos días veríamos claras señales de ello; si no, es probable que el presidente y su círculo íntimo le digan a las bancadas de centro que ello sucederá muy pronto, y que esperan, más allá del voto de confianza, una tregua para gobernar sin obstrucción.
Este impulso del entorno castillista podría ser burlado por el acomodo de Cerrón. En las dos entrevistas que dio una semana atrás, insinuó que Guido Bellido es fusible y que su continuidad depende de la voluntad de Castillo. Es más, dijo que el presidente lo escogió de entre un grupo de 3 o 4 cuadros de Perú Libre que él le propuso. O sea, Cerrón dio a entender que Bellido era un fusible y su suerte estaba en manos de Castillo. Por lo tanto, hay otra posibilidad: que caiga Bellido muy pronto, pero no necesariamente se rompa la alianza con Cerrón, sostenida en arcanos que mis fuentes prefieren no adivinar.
El tuit en el que Cerrón deplora el fichaje de Maúrtua en la cancillería, por ‘injerencista’ (poco menos que ‘imperialista’); lució ayer otra grieta en la relación. Pero lo ostentoso del tuit no es necesariamente el anuncio de una ruptura irreversible. El viernes se había desmontado una conferencia de prensa del nuevo partido magisterial castillista, que esa sí es una grieta enorme para cualquier sociedad política (luego les cuento los detalles).
El matrimonio Castillo Cerrón ya ha afrontado demasiados reveses y sigue en pie. Pero la presión de aliados, maestros y ministros, es irresistible. Una fuente palaciega me contó que uno de los días en los que Pedro Castillo estaba despachando con los ministros en el Centro de Convenciones, antes de mudarse a Palacio, se apareció Vladimir Cerrón queriendo participar. Alguien se acercó a anunciarlo y ante la incomodidad del grupo reunido, Castillo dijo ‘no entra nadie que no sea ministro’. Algunos de los aliados e independientes lo tomaron como el anuncio de un giro inevitable, aunque también es probable que se dejaran embaucar por su wishful thinking.
Palabras de maestros
Si bien, el caudal electoral de Castillo, en la primera y segunda vuelta, fue su propia historia; a Perú Libre le debía mucho: la campaña, la logística, el lápiz y parte del discurso que creíamos suyo. Hasta el lema ‘no más pobres en un país rico’ venía de Cerrón. Sin embargo, hay un aporte fundamental que no venía ni de Castillo ni de Cerrón, pero que está asociado al primero: la organización de los maestros. Consulté con fuentes magisteriales y me contaron su historia.
Los profesores que hoy integran la bancada de Perú Libre no fueron escogidos a dedo por Castillo como su ‘cuota de invitados’. Es cierto, que Castillo le planteó a Cerrón tener una importante representación magisterial en la lista y que este aceptó; pero se formó una ‘coordinadora nacional magisterial’ que fue la definió la cuota en cada región. El resultado es conocido: 12 escaños de 37, que conciliaron en la vocería de Betssy Chávez, militante de PL que se ha apartado del círculo de Cerrón y hoy es más cercana a Castillo y a sus nuevos aliados. Digamos que es un perfil similar al de Dina Boluarte, aunque sin más cargo, por ahora, que el de congresista.
Chávez renunció a la vocería y la bancada nombró al profesor Álex Paredes y, de alterno, a Jaime Quito de Perú Libre. Deliberadamente, buscaron esa representación de sus dos alas en la vocería y en el grupo designado para negociar la mesa directiva, compuesto por dos profesores (Edgar Tello y el chotano Segundo Quiroz) y dos dirigentes de PL (Guido Bellido y Álex Flores). Se podría pensar que PL fue generoso en darle igual voz y voto al ala magisterial; pero se reservó el derecho de decidir que uno de los suyos iba a la mesa directiva. Que su primera opción fuese Waldemar Cerrón, siempre resintió a los profesores. El grupo de los 6 negociadores se puso trejo en pedir presidir la mesa y perdieron soga, cabra y comisiones.
Las alas quedaron profundamente resentidas y desalentadas como para dividirse y armar una nueva bancada. Martín Hidalgo ha contado ese trance y ha explicado las trabas para ello en “Los secretos de la negociación que acabó con el hermano de Vladimir Cerrón como vocero en el Congreso” (7/8/21). No solo eso: entre el grupo, hay quienes alientan la formación de partidos políticos propios. Uso el plural, porque se trata de dos. Uno ha sido anunciado el 11 de agosto por el congresista Édgar Tello y la sindicalista Mery Coila, ambos cercanos a Castillo. Coila y dirigentes de su grupo fueron ampayados, en un reportaje de “Panorama”, entrando a Palacio a visitar a su líder camuflados como trabajadores del ministerio de Energía y Minas.
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Llamé a Coila y me dijo que el viernes 20 habría una conferencia de prensa y que ahí podría conocer los detalles del proyecto. Pero no hubo tal conferencia y luego, consultando otras fuentes, me enteré que hay otros congresistas y dirigentes ajenos a esa iniciativa al punto que han hablado de fundar otro partido cuya base no sería el Fenatep, como ha dicho Coila. El congresista chotano Segundo Quiroz, también hace articulaciones con su paisano Castillo, pero no en el mismo sentido de Coila.
Según mis fuentes, una decena de los maestros congresistas se reunió hace pocos días con Castillo y le dijeron que la tensión en la bancada era insostenible y necesitaban definiciones de él en cuanto a la alianza con PL. Algunos de ellos, incluso cargan a cuestas con ásperos incidentes padecidos con Bellido. Que haya uno o dos movimientos que pretender cosechar del triunfo de Castillo es hasta ahora, la respuesta más provocadora al partido que los ha dejado sin vocería y sin comisiones. Pero los 12 no son un bloque sólido, sino que reproducen la división entre las facciones del magisterio y apuntan a distintos brotes partidarios; lo que fortalece el dominio de PL en la bancada. Le pregunto a uno de ellos qué pasaría si Castillo da un paso decisivo hacia una ruptura con Cerrón y una caída de Bellido. Me responde: “En ese caso, los 12 sí estaremos alineados”.
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