La injerencia del presidente de México en asuntos internos del Perú condujo esta última semana a reacciones concretas de nuestro país. Una de ellas, la salida del embajador mexicano Pablo Monroy. El excanciller Allan Wagner conversa con El Comercio sobre el inesperado camino que han tomado las relaciones entre el Perú y países de Latinoamérica.
MIRA: Lilia Paredes asilada: Qué condición tendría en México y qué opina la oposición de este país
— Una vez ocurrido el golpe de Estado de Pedro Castillo, presidentes como Gustavo Petro (Colombia) y Andrés Manuel López Obrador (México) se alinearon con un discurso que deslegitimaba nuestra institucionalidad. ¿La respuesta del Perú frente a esta injerencia ha sido contundente y célere?
Ha sido una respuesta correcta frente a una injerencia inaceptable por parte de los cuatro países [Bolivia, Argentina, Colombia y México], pero en especial del presidente Andrés Manuel López Obrador, que día tras día ha continuado con una narrativa que es falsa porque desconoce que Pedro Castillo dio un golpe de Estado, o pretendió darlo, y fue detenido en flagrancia. Y si cambia [un presidente] las cosas haciendo de Castillo una suerte de perseguido político, quiere decir que hay algo que está fallando, sea en su información o sea en su manera de pensar.
La reacción del Perú, en general, ha sido correcta porque ha sido gradual. Primero se hizo una protesta, se llamó a los embajadores de estos cuatro países. Como continuaron las cosas, se llamó en consulta a nuestros embajadores de esos cuatro países y, finalmente, se ha declarado persona non grata al embajador de México. Ha sido un proceso gradual, muy profesional.
—En un primer momento, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, llamó a la presidenta para expresarle su saludo por haber asumido el gobierno, pero luego se suma a un pronunciamiento donde más bien comunica lo contrario.
Llamó la atención porque el presidente Fernández llamó a la presidenta Dina Boluarte para reconocer lo que había ocurrido. Y luego se suma a ese comunicado de los cuatro país. Es algo que es incomprensible, pero incluso hemos obtenido información a través de medios argentinos que esto provocó una discusión al interior de la Cancillería argentina. En todo caso, el presidente Fernández mantiene su reconocimiento a la presidenta Boluarte y no ha vuelto a intervenir en el tema.
— ¿Qué razones puede haber para que países como Colombia y México se pongan de lado y no reconozcan la sucesión constitucional?
Sería interesante que lo expliquen. Da la impresión de que son motivos ideológicos porque mala información es difícil presumir. Estos países tienen embajadas acá y deben haber informado con detalle qué es lo que ha sucedido con el golpe de Estado que dio Castillo, cómo luego el Congreso peruano lo destituyó constitucionalmente y asumió Dina Boluarte la Presidencia. Son hechos, no están sujetos a interpretación.
— Pero pese a estas explicaciones que dio la Cancillería, no tomaron en cuenta esos hechos señalados por Perú.
Y lo que todos quisiéramos es que pare esta desinformación y comentarios que constituyen una injerencia inaceptable.
— El presidente de México dijo el miércoles que haber declarado al embajador Pablo Monroy como persona non grata fue una medida arbitraria. ¿En algún punto ha sido una reacción desproporcionada por parte de nuestro país?
En absoluto. La declaración de persona non grata es algo contemplado en la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas cuando un país considera que existen motivos para expresar un fuerte desagrado frente a alguna acción o actitud que ha tomado otro país. Diría que ha sido una medida prudente porque lo otro hubiese sido romper relaciones diplomáticas, que es algo que no quisiéramos.
— Se respetaron entonces los cauces diplomáticos.
El Perú ha actuado de acuerdo con lo que señala la Constitución y ajustado al derecho internacional.
—México concedió el asilo diplomático a la familia del expresidente. Considerando que en el Perú, tal como ha dicho la canciller Ana Cecilia Gervasi, no hay persecución política, ¿el asilo diplomático ha sido una decisión apresurada de México?
Es una decisión incorrecta porque no hay en el Perú persecución política. Somos parte de la Convención de Caracas de 1954, que establece que el Estado asilante es el que califica al asilado y el Estado de origen está obligado a aceptar esa calificación y emitir un salvoconducto. Era lo que correspondía hacer, aun cuando pudiéramos no estar de acuerdo con ello. Al emitirse esa decisión, la canciller ha señalado con claridad que Lilia Paredes tiene un proceso abierto en investigación y el Perú se reserva el derecho de solicitar su extradición.
— Aunque México ha dicho que no quebrará sus relaciones diplomáticas con el Perú, es evidente que el vínculo se ha desgastado en poco tiempo. ¿Cómo anticipa puede ser la relación entre el Perú y México?
Por lo pronto, se ha quedado a nivel de encargado de negocios. Esperamos que próximamente se den las condiciones para restablecer el nivel de embajadores en nuestras relaciones, pero es algo que dependerá de cómo evolucionan las cosas.
MIRA: Canciller sobre Lilia Paredes: “No hay persecución política. En el Perú impera el Estado de derecho”
— ¿Cómo superar una tensión como esta?, ¿cuáles son las herramientas para reconstruir las relaciones?
Tenemos muchos asuntos que nos vinculan con ambos países [México y Colombia], y continuarán vigentes. Seguro la Cancillería esperará el momento oportuno para que nuestro embajador regrese. Es algo que los acontecimientos determinarán. Tenemos temas comunes de cooperación, comercio. Ninguno de los países mencionados estará interesado en perjudicar las relaciones que son provechosas para nuestros países.
— Pero cómo quedan las relaciones entre presidentes. Perú tiene agendas bilaterales con sus vecinos, ¿esta situación aleja a la presidenta Boluarte del grupo de jefes de Estado de la región?
Es algo que van a señalar los acontecimientos, hagamos una apuesta para que las cosas vayan mejorando, se remonte la situación y se vaya normalizando. El Perú ha reaccionado de la manera en que debía, de acuerdo con las normas y usos diplomáticos; lo ha hecho prudentemente, sin precipitarse a tomar medidas extremas. Veamos cómo evolucionan las cosas y en la medida de que las relaciones continúen, porque hay intereses de todo tipo entre nuestros países, las cosas se irán normalizando. […] la diplomacia peruana ha procurado la unión entre los países, mantener las mejores relaciones. Esto sin duda es un hecho complicado que se ha presentado, no por razón nuestra sino por una falsa narrativa que otros han tomado, pero esperamos que las cosas vayan tomando su nivel.