Rosa Bartra dio por superado el incidente de este martes con el presidente del Congreso, Daniel Salaverry. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
Rosa Bartra dio por superado el incidente de este martes con el presidente del Congreso, Daniel Salaverry. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
Maria Alejandra Campos

Hay un tango que empieza con un verso: “Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo ni es azul. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza”.

El mensaje de de la semana pasada pudo confundirse con un anuncio sobre la actitud de diálogo que iba a estrenar de ahora en adelante. Sin embargo, si uno escuchaba con detenimiento el monólogo de la lideresa fujimorista, quedaban amplias dudas sobre el verdadero contenido de su discurso. Por ejemplo, nunca habló en singular, excepto para referirse a su inédita iniciativa: “Esta experiencia me ha comprometido en ser yo la primera que promueva un verdadero reencuentro entre todos los sectores políticos”.

El resto de su alocución fue absolutamente plural, en el sentido gramatical de la palabra: “No sigamos buscando la culpa en los demás, miremos hacia adelante y preguntémonos qué podemos hacer mejor”, “terminemos juntos esta guerra política, reconociendo que todos hemos sido parte de ella” o “es el momento de recuperar un diálogo sincero con todos quienes quieran deponer lo que nos divide”.
Omitiendo la autocrítica, Fujimori pasó directamente a lo que parece ser el foco real de su estrategia: mantener pegada una bancada que cada vez da mayores visos de inestabilidad.

“Con el propósito de contribuir con este objetivo, Fuerza Popular realizará cambios en diferentes niveles. Estoy segura que la unidad que se está logrando en mi familia, se proyectará también en el partido”.

Hoy, una semana después del confuso anuncio, hemos comprobado, para regocijo de los nostálgicos, que la Fuerza Popular que todos conocemos sigue manteniendo la esencia confrontacional que la caracteriza.

Empezaron con la recontratación del cuestionado ex jefe de seguridad del Congreso Walter Jibaja. No fue hasta que este Diario destapó el caso, que se vieron obligados a aceptar su renuncia. Al parecer, el nuevo capítulo fujimorista no incluía desvincularse de personajes que insultaban a periodistas y opositores en las redes sociales.

Luego, su presidente en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, César Segura, se negó, en repetidas ocasiones, a poner en agenda las denuncias pendientes contra el fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, aduciendo que iba a priorizar el orden de llegada de los casos. Por lo visto, la renovada agenda del fujimorismo no implicaba dejar el blindaje.

Finalmente, sería difícil pensar en un vocero menos dialogante que el flamante titular de la bancada, Carlos Tubino, quien ha acuñado frases del talante de “si no quieren la paz y la concertación, responderemos como corresponde...”, hace solo 5 días, hasta la elegante “ándate a la c… de tu ma…e!!!”, en el 2017.

Como colofón, ayer Rosa Bartra se negó enfáticamente en el pleno del Congreso a que se levante la reserva del informe final de la Comisión Lava Jato, extenso documento que ha costado más de S/3 millones de nuestros impuestos y que, sin duda, todos los peruanos tenemos derecho a conocer.

En fin, lástima grande que no haya sido verdad tanta belleza.