Él hizo de su pequeña región un ejemplo de desarrollo. No se atrevió a ser primer ministro de Humala, pero sí a ir con PPK. (El Comercio)
Él hizo de su pequeña región un ejemplo de desarrollo. No se atrevió a ser primer ministro de Humala, pero sí a ir con PPK. (El Comercio)
Fernando Vivas

Este perfil del primer vicepresidente fue publicado el 18 de abril del 2016. Lo volvemos a publicar tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski () a la Presidencia del Perú. 

Su pragmatismo fue fundamental en las negociaciones con los dueños del proyecto minero Quellaveco en el 2012. Martín Vizcarra logró que su región obtuviera decenas de millones adicionales a los inicialmente ofrecidos. Y conquistó a sus paisanos moqueguanos. Pudo jugar a ser un apocalíptico Goyo Santos del sur, pero prefirió ser un integrado al modelo que defiende PPK. Apostó a la educación –cosa insólita en un gobernador– y ganó palmas a la eficiencia.

Claro que uno se pregunta si ese pragmatismo tiene límites. Antes de hablar con él, descubro uno: se le caen las babas por su tierra. En sus 52 años solo la abandonó para estudiar Ingeniería en la UNI. Se casó con una moqueguana y tiene cuatro hijos moqueguanos. Cuando el gobierno lo llamó dos veces, para ocuparse de la PCM, respondió que prefería cumplir sus cuatro años al mando de su región.

—Adiós, Cerro Baúl—
Hasta que a Martín le llegó la hora de destetarse de Moquegua. ¿Cómo se ligó a PPK? “En marzo del 2015, un técnico de su plan de gobierno me invitó a que trabajara en el tema de educación. A los dos meses, PPK quiso reunirse conmigo. Todo fue gradual. En noviembre me pide estar en la plancha”. ¿Lo de la jefatura de campaña fue una sorpresa? “Sí, absolutamente. Yo nunca había ‘jefaturado’ una campaña, ni la mía. Abruma, pero con voluntad y sentido común, se avanza”. ¿Se deprimieron cuando Guzmán estaba en auge y ustedes caían? “No sé si fue depresión; quizá desánimo. Llegó un momento en que el partido empezó a quedarse vacío, la gente comenzó a irse. Los opinólogos decían que es una ley de la política que candidatura que empieza a caer, ya no levanta. Entonces nos decíamos que no era caída, era estancamiento. Buscábamos cualquier argumento para justificar el estancamiento”.

Valga la franqueza ante el pasado inmediato. Ante el presente, Vizcarra se ciñe al análisis FODA ppkausa: ¿Qué creen que deben fortalecer? “Dos temas. Uno: mejorar el mensaje. Teníamos un mensaje correcto pero no amigable, muy técnico. ‘Vamos a reactivar la economía’, no le dice nada al agricultor de los Andes, no le dice nada al trabajador de construcción sin trabajo. Dos: más contacto con la población”.

¿Se imagina pronto sentado, junto a PPK, con Verónika Mendoza, Barnechea? “Sí, si se dan las condiciones. Nosotros tenemos la apertura. A ver, le pongo una difícil: Mendoza les dice cero minería en cabeceras de cuenca. “Nosotros manifestamos que no va a haber minería donde la población no lo acepte. Si proyectos como Conga o Tía María no tienen la aceptación de la población, se postergarán”. O sea, consulta a la población, sí; pero excluir a priori zonas para la minería, no. “Es que soy ingeniero y creo que lo que tiene solución técnica no se tiene que descartar. Ahora, si hay oro debajo de una reserva natural o de Machu Picchu, no se toca, pues”. ¿O debajo del Cerro Baúl [emblema de Moquegua]? “[Ríe] Si se puede hacer un túnel sin tocarlo, quizá”.

—El negociador—
Antes de la gestión que lo puso en la vitrina política, Martín tuvo su pequeña épica. ¿Participó en el ‘moqueguazo’ del 2008? “Claro, por eso fui presidente regional de Moquegua. El ‘moqueguazo’ se genera por unas declaraciones que yo hice. Había una distorsión en el reparto de regalías que afectaba la región y yo lo expliqué en un medio de comunicación. El Frente de Defensa generó un movimiento social”. ¿Sintió que el movimiento popular desbordó sus razones técnicas? “Efectivamente, se desbordó”. ¿Estuvo de acuerdo con el bloqueo de carretera? “No, pero soy consciente de que el motivo era justo. En todos los conflictos hubo muertos, en Moquegua no hubo muertos”. Si entra al gobierno, va a estar del otro lado, ah. “Lo tengo claro, y sabré escuchar”.

Que no era revoltoso, lo demostró al mando de la región. Se abocó a sacarle una buena tajada al Gobierno Central. “Humala me dijo, ‘ya Conga no va, haz todo el esfuerzo para que salga Quellaveco’. Le dije, ‘el pueblo ya no cree. Cuajone tiene 35 años y no se han hecho grandes obras’. Yo tenía una solución: Quellaveco va a generar S/1.000 millones de renta anual, le dije que me los diera como adelanto”. Ahí hay una figura interesante, le digo, que el Estado suelte plata a la región como adelanto de lo que recibirá en muchos años. “Nuestro plan de gobierno establece el concepto de ‘adelanto social’”, dice con la sonrisa de tener todo aprendido y todo calculado.

Pero falta mucho por aprender y calcular para PPK y para su práctico lugarteniente. Si no, no hubieran bajado, luego subido y pasado a la segunda vuelta obligados a coquetear con todo el espectro anti-Keiko. Precisamente, Martín, junto a PPK y Meche Aráoz, son los encargados oficiales del coqueteo y conciliación. Le pongo un ejemplo, ¿conciliarán con los S/1.000 de salario mínimo que plantea el FA? “Que sus técnicos nos expliquen cómo lo justifican y oiremos. Quizá en dos años puede estar en S/1.000”. Claro, con el 6% de crecimiento y con la reactivación que lograremos con la rebaja del IGV, lo pico. “Esa rebaja permitirá ampliar la base tributaria. Lo bueno es que es un proceso gradual, primero se baja un punto, al recuperar, se vuelve a bajar”. Le hago la misma pregunta que hice a PPK. Si tras bajar el primer punto, el efecto no es el esperado, ¿bajan el segundo? “Yo creo que no”, contesta sin titubear. PPK me respondió otra cosa: “Es que eso no va a pasar”.

Vizcarra sonríe y asegura que con PPK hace buena combinación: “Un economista y un ingeniero. Él se encargará de que la caja aumente, yo de hacer las obras y proyectos”. Y Meche Aráoz al Congreso, digo para completar la plancha. “Y puede ayudar en la modernización del Estado”.

¿Es consciente de que de ganar PPK puede llegar a ser presidente?, le pregunto antes de despedirme. “Cuando él esté de viaje, claro. Ya ha dicho que de ser presidente, apenas juramente, el primer viaje que hará será a China”. ¿Y si tiene algún problema serio de salud? “Como te respondió Pedro Pablo a propósito del IGV: es que eso no va a pasar”.