“Las brechas sociales que atraviesan al país lo fragmentan tanto como lo hace su accidentada geografía”, escribió Max Hernández Camarero en el libro “Doce años del Acuerdo Nacional”, publicado en el 2014. Psicoanalista de carrera, Hernández se ha ganado un lugar entre los intelectuales más respetados del Perú contemporáneo.
Este martes, en el Foro del Acuerdo Nacional –encuentro en el que se conversa sobre la reactivación económica del país tras el estado de emergencia por el COVID-19- Hernández asumió la secretaría ejecutiva del Acuerdo, luego de la renuncia de Javier Iguíñiz.
Para el también escritor de 82 años, la Asamblea Nacional no es terreno nuevo. Fue, de hecho, la primera persona en asumir la secretaría técnica, tras su fundación en el año 2002, y lo ostentó durante los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.
En una entrevista con este Diario a fines del año pasado, Hernández recuerda sus años en el Acuerdo Nacional para reflexionar sobre el Perú de hoy.
“Fui secretario ejecutivo del Acuerdo Nacional y una de las cosas que intentamos fue sacar la idea de que el adversario es un enemigo al que hay que aniquilar. Esto se ha perdido con la inmensa polarización, que llega a que las fuerzas enfrentadas provoquen una parálisis, como la que se dio entre el Parlamento y el Ejecutivo. [...] La política es una actividad racional, y es emocional. [António] Damásio, el gran neurofisiólogo, habló del ‘error de Descartes’, que dejó la emoción al margen de la razón. Hay una emocionalidad con cauces perfectamente válidos, y otra desbordada que añade leña al fuego”, dijo en aquel entonces.
CAMINO ACADÉMICO
La hoja de vida de Max Hernández es vasta. El psicoanalista es Doctor en medicina por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMS).Tiene, además, un diplomado en Psicología Médica por el Real Colegio Médico de Londres.
Hoy, es docente de la maestría en Estudios Teóricos en Psicoanálisis de la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP) y del Instituto de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis. Es, también, miembro de distintas instituciones, como Transparencia, el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), la Asociación Psicoanalítica Peruana y la Asociación Psicoanalítica Británica.
Hernández fue fundador y presidente de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis. De hecho, la historia del psicoanálisis en el Perú es, en gran parte, la historia de Max Hernández. Pese a que Honorio Delgado fue el pionero en la difusión de la teoría psicoanalítica en el país durante las primeras décadas del siglo XX, Hernández, de la mano con otros pilares del psicoanálisis como Carlos Crisanto y Saúl Peña, introdujo con fuerza la disciplina en territorio peruano. “Esto significó una entrega en alma, vida y corazón al lado de quienes empezaban a formarse como psicoanalistas con nosotros”, cuenta Peña en el libro “En el juego de la vida”, una obra de homenaje a Hernández.
El aporte académico de Hernández, sin embargo, trasciende las fronteras terapéuticas del psicoanálisis. Desde una perspectiva psicoanalítica, Hernández ha dedicado años al estudio de la realidad social peruana.
Sus indagaciones han sido plasmadas en distintos textos. Uno de ellos es “Memoria del bien perdido. Conflicto, identidad y nostalgia en el Inca Garsilaso de la Vega”, publicado en 1993. En el prefacio del libro, el fallecido antropólogo Carlos Iván Degregori reseña el aporte:
“En tiempos de intolerancia y exclusiones, esta es una obra profundamente humanista. A las puertas del s. XXI, en un difícil contexto de globalización y trasnacionalización, es un clásico peruanista. Lo que en generaciones anteriores fue logro de historiadores, literatos o sociólogos, hoy lo es de un psicoanalista. La coyuntura de crisis tan profunda que vive el país, posibilita estas reflexiones desde el límite, desde allí donde la mera razón no es suficiente para entender tan dolorosos acontecimientos”.
Otros de sus libros –escritos solo por él o en conjunto con otros autores- son “En los márgenes de nuestra memoria histórica” (2012), “Franquicias imaginarias. Las opciones estéticas en las artes plásticas en el Perú del fin del siglo” (2002)” y “Democracia y buen gobierno” (1999).
“Esa frase y pregunta que hacen muchos: “¿Por qué tanto odio?” ¿es ingenua, es atendible?”, le preguntó el periodista Fernando Vivas en su entrevista de diciembre del 2019, en alusión a la escena política del Perú de hoy. Max Hernández contestó: “No es ingenua. No sé si llamarlo estrictamente odio, pero es un sentimiento que confina con el odio, una hostilidad hacia el otro que por estar en la posición que creo equivocada, lo descalifico y no solo siento que tengo derecho a marginarlo sino a desaparecerlo”.