El nuevo Congreso tendrá 34 mujeres. (Foto: Twitter)
El nuevo Congreso tendrá 34 mujeres. (Foto: Twitter)
Martin Hidalgo Bustamante

Un año después de que la Constitución peruana les concediera la ciudadanía en 1955, las mujeres participaron en una . En los comicios de 1956 se presentaron tres candidatas al Senado y 26 como diputadas. De ellas resultaron electas una senadora y ocho diputadas, siendo Manuela Billinghurst la tercera más votada en la Cámara de Diputados. Las ocho parlamentarias representaron el 4% del total de escaños del Parlamento y más de 60 años después ese porcentaje solo se incrementó a 26%. Las mujeres todavía están subrepresentadas, tanto en la política congresal como en la estatal y en la subnacional, en un país donde el 50.36% de padrón electoral son mujeres.

La presencia de mujeres en cargos públicos es cada vez más frecuente, y hoy en día la representación parlamentaria es casi siete veces más que en 1956. El desempeño electoral de las mujeres ha mejorado en los últimos 64 años, y el mejor resultado se dio en el 2016, cuando 36 mujeres juramentaron como congresista. Pero, a nivel general, la proporción de representantes mujeres en el Parlamento aún es menor y hasta la fecha no ha logrado superar el 28% de los escaños.

La politóloga Denisse Rodríguez Olivari explica que son varios los factores que limitan la participación de mujeres en política. “Muchas mujeres políticas son cuestionadas por asuntos que normalmente no se les increparían a los hombres como su rol como madres, comportamiento social, honor sexual, ser hijas o esposas de un político conocido. Sufre una doble exposición que incrementan los costos de participar en política. Sumado a que son nuevas, y con ello, menos capacidad de contar con las redes de apoyo, financiamiento, prensa, que tienen los políticos de siempre”, sostiene la candidata a doctora por la Universidad Humboldt de Berlín.

El incremento de la presencia femenina en el Congreso durante los últimos años, con un sistema unicameral, responde a que en 1997 se estableció por primera vez en la regulación electoral del Perú una cuota electoral a fin de promover la participación política de la mujer en el Parlamento. La cuota empezó con 25% y fue elevada a 30% tres años después, a finales del 2000. Tuvieron que pasar casi 20 años después para implementar la paridad y alternancia en la lista de candidatos al Parlamento. Se aprobó en el 2019, aunque no se ejecutó en las elecciones extraordinarias del presente año, y se aplicará de manera progresiva hasta el 2026.

El promedio de participación de mujeres en el Congreso es menor si vemos la representación histórica. En 64 años, solo hemos tenido 267 mujeres ocupando escaños, apenas un 11% del total. Es como si hubiéramos tenido cuatro congresistas mujeres al año, desde 1956. Mientras que, en el caso de los hombres, el promedio es de 34 por año. La cuota, entonces, no resulta eficiente y esto se puede apreciar mejor cuando vemos la representación femenina a nivel subnacional.

-A nivel subnacional-

En otros cargos de elección popular, la representación de mujeres es aún menor a la del Congreso: en los últimos 20 años, solo el 3% de nuestros gobernadores y alcaldes han sido mujeres. La proporción es la misma en el histórico de los últimos 20 años, tanto a nivel distrital, provincial como regional.

En los últimos 18 años solo hemos tenido 4 gobernadoras mujeres: 1 en el sur (María Constantinides y Yamila Osorio), 1 en el norte (Rosa Medina) y 1 en el centro (Luzmila Templo). En las últimas elecciones subnacionales del 2018, donde solo se presentaron 32 candidatas, ninguna mujer logró ser elegida gobernadora.

A nivel provincial, con 180 plazas en disputa, hemos tenido en promedio solo seis alcaldesas mujeres. La imagen es muy similar en los distritos donde, con más de 1,500 plazas en juego, solo hemos tenido 57 alcaldesas, en promedio, durante los últimos cinco periodos. A diferencia de los otros dos ámbitos, en el distrital si se registra un incremento significativo en el último proceso electoral: pasamos de 45 alcaldesas en el 2015 a 83 en el 2018. Un incremento de poco más del 80%.

Lima es la que registra mayor número de alcaldesas en los últimos 20 años: 13 en el 2002; 8 en el 2006; 13 en el 2010; 9 en el 2014; y 15 en el 2018. En Lima metropolitana, en el último proceso, solo se eligió a una mujer como alcaldesa, en San Juan de Miraflores. Salvo Barranco en el 2010, los distritos que han elegido a mujeres como alcaldesas, en los últimos 20 años, son los de la periferia limeña o los balnearios.

Para la politóloga Denisse Rodríguez, en las elecciones regionales y municipales -donde hay menos escrutinio público- es donde los partidos políticos colocan mujeres en los tercios medios y bajos para cumplir con la ley, mas no garantizar que sean elegidas.

“Muy pocas son cabezas de lista, gobernadoras o alcaldesas. Se necesitan otros mecanismos que asegura que no solo se incluya el porcentaje de ley, sino que tengan chances reales de ser elegidas. El fenómeno de la triple o doble cuota simultanea ha demostrado ser perjudicial. En 2014, al menos un 30% de mujeres cumplían mas de una cuota al interior de sus listas. En 2010 fue 26%. Seguramente la tendencia continúa o sigue igual”, asegura la candidata a doctora por la Universidad Humboldt de Berlín.

-A nivel Ejecutivo-

La llegada de mujeres al gabinete ministerial ocurrió 31 años después de la primera elección de las mismas en el Congreso. Fue Alan García quien designó por primera vez a mujeres en un cargo ministerial, en 1987: Ilda Urizar en Salud y Mercedes Cabanillas en Interior.

Desde 1987 hasta la fecha, hemos tenido a 90 mujeres ocupando cargos ministeriales. Apenas el 17% del total. En promedio, en los últimos 33 años solo hemos tenido 2.7 ministras por año, frente a un 13.5 de hombres. En sus casi dos años de gobierno, el gobierno de Martín Vizcarra es el que más mujeres ha designado como ministras. A inicios del 2019, el gabinete de Salvador del Solar logró un equipo ministerial paritario. Algo que también se habían dado en el 2013 con el gabinete presidido por Juan Jiménez.

A diferencia del legislativo, el incremento de mujeres en los gabinetes ministeriales es más notorio, y no solo a nivel numérico. En 2003, Beatriz Merino fue la primera mujer en asumir la presidencia de un Consejo de Ministros en Latinoamérica. Antes había sido senadora, congresista y jefa de la Sunat. Luego se convertiría en la primera mujer en ser Defensora del Pueblo, en el 2005.

Hasta la fecha, después de 17 años, solo hemos tenido cuatro mujeres como jefas de Gabinete Ministerial: Beatriz Merino (2003), Rosario Fernández (2011), Ana Jara (2014) y Mercedes Aráoz (2017). En el Congreso, la primera mujer en ocupar la presidencia fue Martha Chávez en 1995, y. en los 25 años siguientes solo tuvimos cuatro presidentas más.

El único ministerio que hasta la fecha no ha tenido una mujer a la cabeza es Defensa. Algo que proviene desde las barreras del sector policial-militar. Mientras que el Ministerio de la Mujer fue creado en 1996, durante el segundo gobierno de Alberyo Fujimori, siendo Miriam Schenone Ordinola la primera ministra. Ana María Romero-Lozada es la que más veces ocupó el cargo de ministra de la Mujer: 2 periodos distintos en el primer gobierno de Alejandro Toledo y un periodo en el régimen de Pedro Pablo Kuczynski. Es también la que más tiempo ha durado en la cartera.

La presencia femenina disminuye conforme vamos bajando a otros niveles del Estado. En el Tribunal Constitucional, desde 1996 cuando fueron nombrados sus primeros miembros, solo dos mujeres han logrado ser magistradas. Recién este año, una mujer fue elegida presidenta del máximo ente de control constitucional.

-A nivel partidario-

En esta dinámica de representación también se vuelve importante el rol de las organizaciones políticas, quienes son los que al final deciden si colocan -y cuántas- mujeres en sus listas de candidatos. Los mismos partidos que recién en el 2019 aceptaron aprobar una norma de paridad y alternancia, aunque decidieron que su aplicación sea de manera progresiva hasta el 2026.

Esto a pesar de que el último padrón electoral mostró que el 50.36 % son mujeres. Una revisión a los padrones de los 6 partidos más antiguos, durante los últimos tres años, muestra que solo la mitad ha crecido en inclusión de mujeres afiliadas: Alianza para el Progreso, Unión por el Perú y Somos Perú. Acción Popular, la principal fuerza en el actual Congreso, redujo el número de mujeres entre el 2017 y 2018, aunque destacó que para los últimos comicios extraordinarios pongan a una mujer como cabeza de lista por Lima.

En la elección de congresistas del 2011 y del 2016, la cantidad de mujeres en las listas representó el 39% del total de candidatos. En el 2020, los partidos políticos apenas incrementaron la participación de las mujeres en un punto porcentual.

La politóloga Denisse Rodríguez explica la cuota electoral surgió en la década de los 90 para paliar una situación de subrepresentación. En la primera elección post cuota, la participación se duplicó. “Fue necesaria pero no es suficiente. Muchas mujeres son colocadas en posiciones no expectantes (sobre todo en elecciones regionales y municipales), lo mismo sucede con la población indígena y joven, o suelen incluir una mujer indígena joven para cumplir con la cuota simultáneamente sin tener una vocación de inclusión dentro de los partidos”, explica.

En opinión de Rodríguez, existe una especie de embudo en los partidos políticos donde pueden registrarse muchas militantes, que no se logra traducir en mayor participación en los cargos directivos de sus organizaciones. Con información al 2019 de la ONPE, los 22 de los 23 partidos políticos tenían al menos 40% de mujeres entre sus filas. “Solo dos tienen mas de 40% en cargos directivos, 11 no tenían ninguna mujer. Bajo esta lógica, las listas que presentan para cargos públicos reflejan esta falta de representación y paridad, son muy pocos partidos que están avanzando hacia esa dirección”, refiere.

El 2021 será un nuevo proceso electoral donde se medirá el impacto de la nueva norma de igualdad y paridad en las listas congresales. Las razones de las variaciones de representación son complicadas, pero ciertamente ligadas al actuar promovido desde el mismo Estado.

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