Buen momento para comenzar, por David Rivera
Buen momento para comenzar, por David Rivera
David Rivera

John tiene 38 años. A los 9, sus padres lo abandonaron en la clínica San Juan de Dios luego de enterarse de que quedaría paralítico. Desde entonces, solo una palabra, entre balbuceo y grito a la vez, brota de sus labios cada vez que un dolor lo aqueja: “Mamaaa”. La sigue repitiendo hasta hoy.

Desde hace 15 años, una acción le ha dado un poco de alegría a su vida. Aulas Hospitalarias de Fundación Telefónica llegó para dar educación a niños que, por operaciones o tratamientos, pasan internados largos períodos.

Por este motivo, la posibilidad de que pierdan el año, de que no logren acabar la educación escolar, o que nunca logren insertarse en el mercado laboral, es alta.

Los niños reciben también soporte emocional, pues, además de tener que lidiar con la enfermedad, los padres de algunos de ellos los tienen que dejar solos para volver a sus lugares de origen (Cusco, Puno, etc.) y a las labores que les generan los pocos ingresos de los que disponen.

La capacidad de Antuannet y Rosa para brindarles amor a la vez que lidian con el dolor de ver a niños en esa situación requiere de un corazón enorme. Y de mucho más.
Gracias a ellas, y a los demás niños, John ya no solo grita “mamaaa”, sino que en medio de una clase puede decir emocionado “a almorzar”. O sonreír mientras escucha cumbia.

No solo eso. Parece que está enamorado. Repentinamente, puede gritar “Bettyyy”, una adolescente que recibe tratamiento para el desvío de su cadera. Cada vez que lo hace, lo llevan hasta donde está ella. A John le gusta que Betty le cuente cuentos, y cuando ella lo hace, a él se le pueden llegar a escapar algunas lágrimas.

A pesar de esta dura realidad, y del ‘boom’ económico por el que hemos pasado, la Teletón peruana es de las que menos dinero recaudan en la región. No solo eso, mientras en 1981 la meta fue de US$1 millón, en el 2014, más de treinta años después, apenas si superamos los US$2 millones.

Chile, que empezó con la misma meta un año antes, capta hoy US$46 millones. El Perú es también el país con el menor aporte promedio por persona en la región. ¿Somos tan poco solidarios? Sin duda, nos cuesta solidarizarnos con quienes no forman parte de nuestro entorno emocional cercano. Incluso si viven en nuestro hogar.

Pero creemos que es posible cambiar esta realidad y conmovernos con historias como la de John. Que depende de cada uno de nosotros tomar acción, ayudar a quienes más lo necesitan y cohesionarnos como sociedad más allá de la gastronomía.

Este fin de semana es un buen momento para comenzar.

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