EDA RIVAS
Ministra de Relaciones Exteriores del Perú
Mañana lunes 27 de enero seremos testigos de la lectura del fallo que la Corte Internacional de Justicia de La Haya pronunciará en el caso de delimitación marítima entre el Perú y Chile. Esta fecha marcará un hito en nuestra historia, pues supone la culminación del proceso de definición de nuestras fronteras, al establecer el último límite pendiente entre el Perú y sus países vecinos. Y también porque ratifica la confianza que ha depositado el Perú en el sistema y en el derecho internacional: acudir a la Corte Internacional de Justicia, el más importante órgano judicial de la Organización de las Naciones Unidas, constituye a todas luces una opción de paz.
Al fallo debemos llegar con serenidad y con prudencia, satisfechos de haber hecho una defensa cabal de nuestra posición en el proceso seguido ante la Corte Internacional de Justicia. Los peruanos esperamos la sentencia con optimismo por la solidez de nuestra defensa y por la justicia de nuestro planteamiento y, por sobre todo, la esperamos con unidad.
Esta unidad se ha construido sobre la base del trabajo que la cancillería ha elaborado siguiendo una política de Estado durante tres gobiernos democráticos. El presidente Ollanta Humala supo liderar al equipo durante el proceso en los alegatos orales y será el encargado de la delicada tarea de ejecutar el fallo. Él entendió la importancia de mantener el equipo de profesionales que llevaron el caso, reforzándolo con la inclusión de dos ex cancilleres que formaron parte de la gesta del proceso y con un jurista internacional de mucho prestigio.
Es importante recordar ahora, una vez más, que el Perú y Chile hemos ratificado al más alto nivel, el compromiso de cumplir y ejecutar el fallo, el mismo que es obligatorio e inapelable, cuya validez jurídica es inmediata y cuya ejecución debe hacerse sin tardanza. Como lo ha señalado el presidente Humala: nuestro honor va en ello.
Hay, sin embargo, un compromiso aun mayor al del acatamiento y la ejecución que acompaña a este fallo, y ese es el compromiso de dos pueblos que en los últimos años se han unido más que nunca antes en su historia y cuyos ciudadanos –a ambos lados de la frontera– se esfuerzan día a día por hacer realidad la integración que los gobiernos impulsamos.
Por eso, debemos también llegar al fallo teniendo en mente que, tan importante como el fallo mismo, es lo que estamos dispuestos a construir con Chile. En los últimos días se ha venido hablando de lo que nos espera después del fallo. Yo confío que, en el futuro, el vínculo entre el Perú y Chile será aun más estrecho; es la consecuencia natural de la evolución estructural que se ha venido produciendo en la relación entre ambos países. Así, el diálogo político entre los gobiernos del Perú y Chile se da al más alto nivel: durante el 2013, además de los encuentros de los presidentes en diversos foros internacionales, en Lima se celebraron la cuarta reunión del 2+2 –que reúne a los ministros de Relaciones Exteriores y Defensa de ambos países–, así como la primera reunión del Consejo de Integración Social (CIS) en Santiago, entre muchas otras iniciativas, visitas y reuniones bilaterales.
Por otro lado, basta mirar la intensa relación que existe entre las ciudades de Tacna y Arica, para entender que es un claro ejemplo de una frontera activa, vibrante, vital. Hace pocos días visité Tacna y lo que comprobé fue ese compromiso de los ciudadanos por la cooperación y la integración que nos obliga incluso más que el fallo mismo. Hasta hace algunos años eran más los peruanos que cruzaban la frontera; hoy, gracias al desarrollo de la ciudad de Tacna, que es reflejo del crecimiento económico del país, y a la mejora en la oferta de sus servicios –médicos y de alimentación, entre muchos otros– son más los ariqueños que vienen a Tacna. En cualquier caso, lo cierto es que Tacna y Arica son hoy ciudades completamente integradas, que registran más de cinco millones y medio de pasos anuales por la frontera común. El compromiso sellado por los alcaldes de ambas ciudades hace pocos días, en el mismo sentido de los gobiernos nacionales, de respetar y cumplir el fallo, y de recibirlo con serenidad, es consecuencia de este ambiente y clima de hermandad y confianza que se ha construido entre los peruanos y chilenos que viven cerca de la frontera.
Finalmente, en e l ámbito económico las coincidencias son también apreciables. Las visiones de desarrollo similares que tenemos ambos países –que participamos activamente en la Alianza del Pacífico, en el APEC, en la Unasur, en la Celac, entre otros– han llevado a que el volumen de inversiones recíprocas no tenga precedentes, y a que el nivel de intercambio comercial casi se haya duplicado desde el 2005. Más allá de eso, la comunidad peruana residente en Chile –que solo en Santiago supera los cien mil connacionales– es percibida como una comunidad trabajadora y responsable, que aporta a la sociedad chilena con esfuerzo, con nuestra tradición y cultura, y cómo no, con nuestra reconocida gastronomía.
El Perú y Chile seguiremos siendo vecinos mañana. Por eso y por nuestra vocación integracionista, pasado y ejecutado el fallo, y finalizada la controversia, debemos ser mejores socios y amigos. América Latina verá en el acatamiento y pronta ejecución del fallo por parte de ambos países un ejemplo de lo que debe ser la región en el futuro, un área libre de desconfianzas y con proyectos comunes de cooperación por el bienestar y desarrollo de nuestros pueblos.
Ese ejemplo de responsabilidad y madurez que debemos dar peruanos y chilenos es lo que quedará escrito en las letras mayúsculas de la historia.