Más allá de que el Gabinete que preside Vicente Zeballos haya recibido el voto de confianza del Congreso, se hace cada vez más palpable que el Poder Ejecutivo viene sufriendo un desgaste gradual pero consistente. Algo así como la meseta que pregona el Gobierno en torno a los alcances del COVID-19 en el territorio nacional, pero en sentido inverso.
Esto se puede apreciar en varios frentes: una tendencia descendente en la aprobación presidencial (sin que ello quite que esta sigue siendo muy alta) y la gestión gubernamental, según han recogido las principales encuestadoras (Ipsos, Datum, IEP); las críticas de distintos especialistas a la estrategia del Ministerio de Salud (o a la verosimilitud de la información que brinda respecto de la propagación de la enfermedad); los cuestionamientos de representantes del sector privado como Roque Benavides, Miguel Vega Alvear y Elena Conterno a cómo viene manejándose la reanudación de las actividades económicas o en aspectos tan evidentes como las crecientemente dispersas alocuciones presidenciales o la pobrísima respuesta política al Caso Richard Swing.
MIRA: Richard Swing: Fiscalía intervino oficinas de Palacio de Gobierno
El frente parlamentario no es ajeno a esta realidad y para ello basta remitirse a la larga sesión de la semana pasada que culminó con el mentado voto de confianza. Las declaraciones que brindó el presidente Vizcarra en su presentación del sábado último, en las que destacó el resultado de la votación, en ese sentido, dejan una sensación de triunfalismo –no sería la primera– fuera de foco: “Saludamos desde el Gobierno la decisión del Congreso de la República. Un número importante de congresistas de diferentes bancadas, 89, dieron el voto de confianza. Es una decisión importante que reafirma la necesidad de seguir trabajando”.
Si uno va a la letra chica y revisa las declaraciones de los congresistas que representan a las seis bancadas que votaron a favor de la confianza (Acción Popular, Alianza para el Progreso, Frepap, Podemos Perú, Somos Perú y Partido Morado), sin embargo, no encontrará ninguna elogiosa del accionar del Gobierno. Llamados a la transparencia, pedidos de apartamiento al propio primer ministro o algunos ministros importantes, y severas críticas a la manera en la que el Ejecutivo viene lidiando con la pandemia describen mejor el tono de estas intervenciones. Eso para no mencionar a los grupos que sumaron 35 nada desdeñables votos en contra de la continuidad de Zeballos: UPP, Fuerza Popular y el Frente Amplio.
MIRA: El Gobierno logró el voto de confianza del Congreso: ¿Cuáles son sus retos ahora?
Una confianza, en suma, otorgada a regañadientes bajo consideraciones netamente políticas que deja mal parados tanto a quienes la otorgaron en esas condiciones (si creen que el rumbo trazado por el primer ministro Zeballos es el incorrecto, por qué persistir en ese camino), como al supuesto beneficiario de la misma.
Hacia adónde transitará la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo en las próximas semanas dependerá en gran medida de qué tan fuertes se perciban estos poderes (no olvidemos que el Congreso tiene un inusitado 52% de aprobación de acuerdo con el último sondeo de Ipsos). Pero más allá de las formalidades, queda claro que este último no le tiene un ápice de confianza al primero.