Congresistas “asimilados”, la columna de Cecilia Valenzuela
Congresistas “asimilados”, la columna de Cecilia Valenzuela
Redacción EC

El ministro va hoy al Congreso muerto de risa. Muerto en términos políticos porque pasará a la historia como el funcionario que denunció por traición a la patria a los periodistas que publicaron las agendas de la esposa de su jefe, el presidente Humala. Pero riendo porque para hacerlo obtuvo antes el respaldo unánime de la Comisión de Defensa del Congreso.

En la transcripción de la sesión realizada el 12 de mayo pasado se aprecia a los congresistas Carlos Tubino, Daniel Mora, Alberto Beingolea, Luisa María Cuculiza, Víctor Isla y  Emiliano Apaza completamente asimilados al estilo castrense que exuda Valakivi, y de acuerdo con él en su despropósito de denunciar a “Panorama”, por evidenciar que alguien se está enriqueciendo con la plata que el Estado destina a la lucha contra el terrorismo en el Vraem.

Un sello de secreto aguanta todo; los periodistas en el Perú publicamos documentos y planes “secretos” cada cierto tiempo. En el pasado hubo planes secretos para espiar e intimidar a los periodistas y los políticos que se oponían a la ‘rereelección’ de Fujimori. En el presente hay documentos secretos que pretenden justificar la fuga de los fondos de Inteligencia en el Vraem. Lo que debería desaparecer es el tipo de político que se acompleja frente a las formas militares y acompaña sus andanzas. 

¡Qué facilidad tienen los políticos para subordinarse a los militares en el Perú! Ese ha sido nuestro problema en el pasado y lo sigue siendo en el presente.

Los congresistas que todavía integran la Comisión de Defensa no entendieron nunca que su labor en el Parlamento era supervisar a los encargados de nuestra seguridad; que ellos representan a una mayoría de ciudadanos civiles que están hartos de la corrupción que abunda en el Estado y reclaman transparencia.

La Unesco define la libertad de información como el derecho de los ciudadanos a tener acceso a los datos que están en poder de las entidades públicas y sostiene que la libertad de prensa o de expresión garantiza ese derecho. Los peruanos valoran especialmente y han batallado siempre por su derecho a la información.

Los legisladores de la Comisión de Defensa de este Congreso que se despide han traicionado el encargo ciudadano: en lugar de fiscalizar a los militares y al sector del gobierno que tiene el encargo de velar por la seguridad de los peruanos terminaron asimilados, moral y emocionalmente, a las formas castrenses de un ministro que actúa como el edecán del gobernante. Con Humala volvieron las compras secretas de armamento que los civiles creíamos desterradas de nuestro sistema político y los integrantes de la Comisión de Defensa, callado boca.

La despedida del gobierno de Ollanta Humala se aprecia peor que su debut. Se va como un presidente que gobernó con su pareja, sin asesores responsables ni reputados, que en materia de seguridad privilegió el secretismo a la transparencia  y que deja la presidencia peleado hasta con su sombra.

¿Qué se puede esperar de un gobernante al que no le ha durado un solo vicepresidente, que ha conquistado el encono de sus colaboradores más cercanos, que ha cultivado la enemistad de los fundadores de su propio partido?

Que termine su gobierno cobrando una venganza personal. Triste que para hacerlo, además de usar a un ministro servicial, utilice a un grupo de políticos subordinados a las botas. Triste.

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