Elecciones y lecciones, la columna de Diana Seminario
Elecciones y lecciones, la columna de Diana Seminario
Diana Seminario

Pasada la primera etapa de la campaña electoral, un nuevo panorama se inicia en la política nacional, en la que, si las tendencias se mantienen, serán y quienes definirán en junio la presidencia del país. Esta realidad –tranquilizadora para muchos–, no puede distraernos de leer la forma en la que los electores se han pronunciado ayer. No hacerlo será cometer los mismos errores cada cinco años.

Las urnas han hablado, suele decirse más como una metáfora que como una realidad, pero ahora más que nunca es cuando se debe analizar y descifrar el voto, sobre todo el del interior del país.

No podemos ignorar el voto del sur, donde la candidatura de ha logrado varios triunfos. En Puno, por ejemplo, según las estimaciones, ella ocupó el primer lugar y Gregorio Santos el segundo. Solo en Arequipa ha perdido.

Y qué decir de Cajamarca, donde Gregorio Santos ha ganado largamente estando encarcelado y sin recibir condena aún por el supuesto delito de corrupción.

Es precisamente en el sur y en Cajamarca donde se concentran los proyectos de inversión minera que requiere el país. Y es ahí donde Mendoza y Arana han sabido bloquear importantes emprendimientos.

¿Cómo es posible que en un país como el nuestro, donde nos ufanamos de que en 25 años hemos logrado reducir la pobreza del 60% al 27%, sigamos votando ‘asustados’ porque la alternativa radical amenaza con instalarse?

¿Será que ahora ya ‘aliviados’ porque fue PPK quien pasó a segunda vuelta nos olvidaremos –otra vez– de ese clamor de buena parte del país?

La miopía política, el centralismo, sumado a los operadores políticos de la izquierda, nos colocan siempre al borde del abismo.

Es ese centralismo el que nos lleva a poner nuestros ojos al sur solo cuando hay bloqueos de carretera por la protesta contra una mina o un proyecto de inversión. Ojalá que el mensaje de ayer lleve también a muchos empresarios de esa zona a ser proactivos y no actuar recién cuando el conflicto estalló.

No es hora de cantar victoria porque “el modelo está a salvo”. Es momento más bien de una reflexión y mea culpa. Si no hacemos algo ahora, la alternativa radical que tanto tememos, ganará fácilmente el 2021.

El 2006, el pase de Ollanta Humala a segunda vuelta fue el primer campanazo, pero no quisimos verlo, pues respiramos tranquilos porque “el chavismo fue derrotado”.

El 2011 ganó la Gran Transformación en primer vuelta, y como Humala firmó la hoja de ruta, y no se radicalizó como suponíamos, volvimos a respirar en paz. Y como hemos visto, en los cinco años de gobierno de los Humala-Heredia, no se ha concretado ningún proyecto de inversión de magnitud, y el crecimiento se ha estancado.

Ahora, Mendoza no pasa a la segunda vuelta. Entonces... ¿A celebrar?

No, señores, no hay nada que celebrar. Abramos los ojos y miremos al interior del país. Sin miedo y con generosidad.

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