Si hubiera un récord Guinness del país más curtido de la Tierra por no haber aprendido las lecciones de sus peores desgracias, ese país sería el Perú.
Entre esas peores desgracias de lecciones no aprendidas están, sin duda, la política y el sistema político, nunca bien reformados, y que han hecho de sí mismos lo que son: el eterno mal peruano.
No culpemos de nuestras desgracias cíclicas a la geografía. Tampoco a la naturaleza y sus recursos, respecto de que tengamos más vetas minerales y más zonas desérticas que espacios para la agricultura y la ganadería. El mal peruano no es nuestro diabólico y deficitario territorio (lo hay peores en el mundo) ni la administración de la economía y la hacienda pública. Definitivamente no lo es la suerte de haber sido el centro del virreinato español y el último país en independizarse del coloniaje en este lado del mundo. No debiera hacernos menos haber nacido a una República más militarista que civilista. No hay Dios ni castigo divino que tenga que ver con todas las veces en las que el país ha tenido que soportar, estoicamente, colapsos naturales, políticos, económicos y sociales, volviendo casi siempre sobre sus mismos pasos.
El eterno mal peruano son la política y el sistema político que hemos elegido y construido hasta hoy, ladrillo sobre ladrillo, sin los cimientos enrocados que debimos plantar, sin las columnas ni vigas maestras que debimos colocar, sin las estructuras que nos permitieran edificar, sobre la frivolidad y la corrupción, algunas cosas bien hechas para que el Gobierno Central, el Legislativo, la justicia y los gobiernos regionales y municipales funcionaran, y para que, como una suma orquestada de todo, ¡el país funcionara!
Frente al horroroso desastre que vive el país y la furia de la naturaleza, llamémosle lo que le llamemos, hay demasiadas grandes pérdidas irreparables, desde vidas humanas hasta miles de millones de soles en infraestructura y viviendas. Hay un hoyo social profundo cavado por la indignación, la desesperanza y la desconfianza. Hay también investigables decisiones gubernamentales como la de haberse desviado a otros gastos más de dos mil millones de soles destinados, en el régimen de Ollanta Humala, a las previsiones del fenómeno climático. De ahí que parezca una grotesca caricatura ver al ex presidente y a su esposa, la señora Nadine Heredia, fingiendo preocupación por una desgracia nacional, de algunas de cuyas causas ellos no pueden desvincularse.
Puestos al desnudo bajo el agua y el lodo corridos en estos días, ahí tenemos a la política y al sistema político, y su tráfico de votos, para ser profundamente reformados, día a día, no esperando un cambio de Constitución, sino un cambio de actitudes, valores y moral. Es en la política y en el sistema político donde reside el manejo del poder. Y de este manejo del poder depende el presente y futuro del país.
Necesitamos una política y un sistema político de acuerdos y consensos, no de abismos hondos e irreconciliables.
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Víctor Albrecht: Comisión #LavaJato planea visitar a PPK en Palacio y citar a Ollanta Humala y Nadine Heredia ► https://t.co/HwQTPjNUx5 pic.twitter.com/6eGFv56RaL— Política El Comercio (@Politica_ECpe) 25 de marzo de 2017