PPK: Tienen hasta el lunes para levantar la plata
PPK: Tienen hasta el lunes para levantar la plata

La parsimonia que las autoridades peruanas exhiben frente al Caso en el Perú solo compite con la lenidad de la que ha hecho gala la fiscalía peruana frente al expediente Sodalicio.

Mientras en Panamá, Colombia, República Dominicana y hasta Ecuador, procuradores y fiscales agilizan trámites, obtienen documentación, toman testimonios y ordenan capturas de políticos y funcionarios involucrados en el escándalo, en el Perú el Ministerio Público, sentado en sus laureles, espera los resultados del trabajo que están realizando las fiscalías de Brasil, Nueva York o Suiza.

El tufo a impunidad que este comportamiento despide ha indignado a la ciudadanía y el rechazo brota directa o indirectamente, peor cuando de esta megacorrupción resultan situaciones como la del peaje de Puente Piedra. Un contrato pernicioso y abusivo contra la ciudad, firmado entre Odebrecht y la Municipalidad de Lima en manos, entonces, de Susana Villarán.

En el Congreso también hay mucho ruido, pero muy pocas nueces. El fujimorismo ha puesto como presidente de la Comisión Lava Jato a un congresista que afronta una acusación fiscal por presunta corrupción de funcionarios. Víctor Albrecht trabajó tete a tete con Álex Kouri en el Callao en los tiempos de Convial, un caso que, por cierto, condujo al ex alcalde a la cárcel. ¿Por qué tantas autoridades judiciales y los políticos de casi todas las tiendas hacen el muertito frente al Caso Odebrecht? Porque hubo demasiado dinero para corromper y mucha política en medio de esa corrupción.

La sospecha de que el Partido de los Trabajadores trazó un objetivo político a partir de los excedentes que compartió con las grandes constructoras de su país empieza a tomar cada vez más forma:

Durante la semana se supo, gracias al “Folha de Sao Paulo”, que más de un testimonio habría corroborado la entrega, autorizada por el ex presidente Lula, de 3 millones de dólares a Nadine Heredia del Partido Nacionalista de Perú, dinero proveniente de la “caja” que la constructora Odebrecht y el PT administraban para apoyar campañas políticas en la región.

El testimonio se torna verosímil cuando las autoridades brasileñas refieren que la entrega se ordenó a inicios del 2011, año de la campaña electoral en la que Ollanta Humala, esposo de Heredia, salió ganador. Que Lula y el PT estuvieran detrás de varias de las campañas políticas que las izquierdas nacionalistas ganaron en la última década explica la facilidad con la que Odebrecht y sus consorciadas –OAS, Camargo Correa, Queiroz Galvao– firmaban con los estados a los que burlaron contratos que les garantizaron ganancias desorbitantes por los años que duraba la concesión.
Y por eso mismo, después de que se firmaban los contratos, Odebrecht y las otras constructoras brasileñas conseguían que se incrementara el valor de las obras a veces hasta en un 90%.

En conclusión, izquierdistas y mercantilistas se consorciaron para gobernar y robar en América Latina y parte del África con el patrocinio del Foro de Sao Paulo, el conglomerado de los partidos de izquierda ideado por Fidel Castro tras la caída de la Unión Soviética.

Debe ser por eso que, como ha hecho notar recientemente el congresista Pedro Olaechea, ni los procuradores ni los fiscales brasileños encuentran, hasta ahora, el origen de los fondos que financiaron la construcción del megapuerto de Mariel, a 45 kilómetros al oeste de La Habana. Una obra construida por Odebrecht que costó mil millones de dólares supuestamente financiados por créditos avalados por el gobierno del Brasil; pero que a la luz de las revelaciones, muy probablemente, los peruanos, los colombianos, los panameños, los dominicanos, pagamos.

Odebrecht no impuso en Cuba ni una adenda millonaria a un contrato; al contrario, cada vez hay más certeza de que el megapuerto de Mariel y la ampliación del puerto de Martí se construyeron con las ganancias que rindió la corrupción en el resto de América Latina.

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