Frescura y soberbia sin límites, por Juan Paredes Castro
Frescura y soberbia sin límites, por Juan Paredes Castro
Juan Paredes Castro

El ejercicio de cuatro años de poder no parece haberle dado al presidente , y de paso a su esposa , con quien cogobierna, la más mínima lección de realismo y humildad.

Por el contrario, ambos han demostrado en la última semana de julio, dedicada precisamente a honrar a los padres fundadores de la República, una enorme frescura para desconectarse de la realidad y una también enorme soberbia a la hora de mirar a los demás poderes por debajo de las patas de los caballos, para usar una severa metáfora.

Lo que todos los peruanos vimos el 28 de julio, una vez concluido el mensaje a la nación de Humala en el Congreso, ilustra esto último.

En efecto, vimos a una primera dama, marchando a pie, junto al presidente, hacia Palacio de Gobierno, pero con los ministros puestos detrás, detrás inclusive del enjambre de policías, soldados y guardaespaldas. ¡Pobres ministros! Apelotonados, tirados a la cola, sin un protocolo que los salve del ridículo, porque el protocolo de Estado está hecho ahora a la medida de Humala y su esposa.

Vimos también, minutos después, que a la pareja presidencial tampoco le importaba que esos mismos ministros les dieran las espaldas para sacarse fotografías mientras Humala hablaba y hablaba, en un nuevo discurso, en las puertas de Palacio de Gobierno. El contagio fue total. Ninguno, ni , tan demócrata él, parecía reconocer la ausencia de un sentido de Estado que se desprendía de . La ausencia de un “proyecto compartido”, como lo hace notar Carlos Meléndez, cuando descubre a los ministros como cabos sueltos de un gobierno que no sabe lo que quiere ni a dónde va.

Frescura y soberbia sin límites, para negar la realidad de una corrupción con casos como los de y que comprometen a altos niveles del gobierno y del Estado, pero sobre cuyas responsabilidades se tiende un grueso velo de ocultamiento. Ahora sabemos que un en camino puede liberar a Nadine Heredia de ser investigada en el Congreso por sus vínculos con Belaunde Lossio y que un nuevo juez timorato puede impedir el levantamiento de sus cuentas bancarias, como otro ya lo hizo con las indagaciones fiscales.

Dios quiera que en el tramo final del régimen, el Legislativo, el Tribunal Constitucional, el Poder Judicial y el Ministerio Público no solo sean, sino también parezcan, las últimas reservas de garantía institucional democrática frente al autoritarismo presidencial de los últimos tiempos.

Frescura y soberbia sin límites para negarle a los peruanos su derecho a saber la verdad sobre cómo y con qué transparencia se maneja el poder presidencial; sobre cómo se administran los asuntos de gobierno y Estado frente a los grandes problemas del país; y sobre cómo nos asomamos al temor de la eventual intromisión del aparato estatal en el próximo proceso electoral, al que se le quiere limpio e imparcial.

Frescura y soberbia presidenciales que tendremos hasta el 2016.

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