“Keiko, Guzmán y la segunda vuelta”, por Erick Sablich
“Keiko, Guzmán y la segunda vuelta”, por Erick Sablich
Erick Sablich Carpio

Faltando poco menos de dos meses para la primera vuelta, el tablero electoral puede cambiar de manera radical. Sin embargo, el posicionamiento de en el segundo lugar de las preferencias abre un espacio para analizar una eventual segunda vuelta entre y el candidato de Todos por el Perú. 

Que Keiko la disputará parece casi garantizado. Cuenta con un sólido respaldo de entre 30% y 35% en los sondeos y mira desde arriba de la tabla cómo sus rivales tropiezan con errores (y pasados) propios y se atacan entre ellos sin que ninguno logre acercársele. 

Tendría que cometer equivocaciones gruesas del calibre “nosotros matamos menos” para quedar fuera y, considerando que ha venido ejecutando Keiko Fujimori, Julio Guzmán y la segunda vuelta una campaña profesional, ello parece improbable. Keiko es objetivamente una mejor candidata en comparación con el 2011. Luce más cómoda en las calles y preparada cuando declara ante la prensa. 

Guzmán, por su parte, aún necesita sortear las serias objeciones a la inscripción de su candidatura en el Jurado Nacional de Elecciones. Debe, además, demostrar que tiene pasta para quedarse en las grandes ligas. Eso pasa, entre otras cosas, por dejar de lado las inconsistencias y cambios de posición en sus intervenciones públicas. 

Al candidato del color morado se le hará más difícil llegar a la instancia definitoria al carecer de una maquinaria política afiatada y de operadores políticos experimentados. Y tiene el reto de conquistar el voto de los sectores más populares, que aún le son esquivos. 

Lo que explica algunas de las falencias de la candidatura de Julio Guzmán, no obstante, también sustenta parte de sus fortalezas. Para empezar, Guzmán es nuevo en el espectro político y, para muchos peruanos, eso constituye una cualidad per se. 

Más allá de haber trabajado en este gobierno (lo que no lo descalifica pero facilita el cargo de “candidato de Palacio”), no pesan sobre Guzmán cuestionamientos personales o denuncias de corrupción. La novedad, en su caso, parece que llega sin una mochila pesada, lo que lo diferencia de Fujimori Higuchi, quien asume justa o injustamente los pasivos del gobierno de su padre. 

Ello, sumado a que propugna un discurso difuso pero cercano al centro (es decir, no asusta como Humala en el 2006 o 2011), permitiría a Guzmán polarizar la segunda vuelta contra Keiko Fujimori de manera inasequible para César Acuña, PPK o García. 

En efecto, el ex viceministro podría jugar con la dicotomía “honestidad” versus “corrupción” de forma similar a la utilizada con éxito por el actual presidente en la anterior elección. El antifujimorismo aún es fuerte y Guzmán podría captar sus simpatías con más facilidad que Acuña o García, poco populares también en este sector. 

También podría presentarse como la opción “nueva” contra la política “vieja”. Y es que más allá de la juventud de Keiko Fujimori, ella y su agrupación participan en política desde los años 90. Carta que, por ejemplo, le costaría jugar a PPK. 

En suma, de lograr mantenerse en el segundo lugar, Julio Guzmán representaría un hueso más duro de roer para Keiko Fujimori que otros candidatos. Que la última encuesta de Datum muestre a la lideresa de Fuerza Popular con 42% contra 41% de Guzmán en un escenario de segunda vuelta es un anticipo de lo ajustado que podría estar el resultado de esa potencial contienda.

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