El legado de Humala, la columna de Diana Seminario
El legado de Humala, la columna de Diana Seminario
Diana Seminario

El presidente escribió la semana pasada el capítulo más penoso de su paso por el poder al declarar públicamente que en realidad las agendas de son suyas, todo el tiempo lo fueron. Ocho meses después, Humala reconoce esos cruciales cuadernos como suyos, en una burda estrategia para que las investigaciones sobre lavado de activos que ya están en marcha apunten directamente contra él y no contra su esposa.

Cuando en agosto del año pasado “Panorama” y “Perú 21” revelaron la existencia y el contenido de estos cuadernos, el mandatario decía: “Estamos tranquilos, respaldo totalmente la indignación de mi esposa al ver estas libretas que quieren darle un valor que no tiene. No reconocemos esas libretas, nos parece que acá hay una manipulación”.

Pasó de “no reconocerlas” a afirmar que son “propiedad conyugal”. “En estricto el 100% del contenido original son disposiciones que yo he dado durante esos años. Disposiciones donde hay desde temas domésticos, percepciones, expectativas, pensamientos, ideas políticas, etc. Esas libretas, papeles, agendas están totalmente adulterados porque han sustraído hojas que descontextualizan el tema”.

De pronto el presidente se “pone los pantalones”, y deja el triste papel de ‘Cosito’ que se ha ganado a pulso para afirmar que los cuadernos contienen “sus disposiciones”, y no solo eso, sino que todas las decisiones de carácter económico en su partido las toma él. “Yo mando acá”, hubiera querido decir.

La declaración pública de Humala se dio tras la diligencia judicial en la que declaró por siete horas ante el fiscal que investiga a su esposa por lavado de activos. Pocos días después, la Comisión de Fiscalización emitió su informe final concluyendo que existen indicios de delitos en el origen y manejo de dinero del Partido Nacionalista.

La primera reacción a los dichos de Humala fue que con esta “inmolación” el mandatario busca que las investigaciones recaigan sobre él, ya que, al ser presidente de la República, tiene derecho al antejuicio político cuando deje el poder. Pero lo que su “estrategia” no ha tenido en cuenta es que esta prerrogativa solo aplica para actos durante el ejercicio de la presidencia, y el caso de las agendas y el delito de lavado de activos son anteriores a que este asumiera la Presidencia de la República, por lo que tendría que ser juzgado como un ciudadano común y corriente.

A tres meses de dejar el poder, Humala se muestra en toda su dimensión: hacer lo que sea –mentir si es posible–, por alcanzar un objetivo. Y esto refleja también lo que han sido estos cinco años de gestión: un gobierno timorato que retrocedió ante la protesta social que paralizó importantes inversiones, un político que no supo mantener a una bancada unida y que cedió ante las ansias de poder de su esposa, quien hizo de él un presidente en la sombra.

La declaración de Humala no es solo una anécdota o una estrategia fallida, es lo que ha sido su gobierno; es finalmente su legado.

MÁS EN POLÍTICA...