La llegada de Fernando Zavala al puesto de primer ministro fue vista por la mayoría de peruanos como la garantía ideal de gestión gubernamental para los próximos años, algo así como la gallina de los huevos de oro.
Su exitosa performance cuando tuvo que obtener el voto de confianza del Congreso y cuando tuvo también que arrancarle a este las facultades legislativas revelaron un diestro manejo de la comunicación pública, que por supuesto no iba a ser suficiente conforme tendrían que crecer las necesidades amplias y transversales de información y conexión de todo un gobierno con los intereses ciudadanos, muchos de ellos en conflicto.
Lo que estamos viendo ahora es que esta gallina de los huevos de oro, es decir la garantía ideal de gestión gubernamental, tiene que ingerir unas veces los granos envenenados de una mala comunicación o pasar otras veces por una inanición que la sume en la peor de las debilidades.
Fernando Zavala viene del mundo de la gerencia privada, de aquel con comunicación pública estructurada y funcional. Debió ser preocupante para él tener que mantener los escombros comunicacionales de Ollanta Humala e improvisar algunos cuadros propios y del partido de gobierno a la hora de poner a prueba sus funciones. De ahí que el gobierno haya errado mucho y no haya podido ejercer control de daño efectivo en muchos momentos de crisis, a causa precisamente de esa mala comunicación acumulada.
La solución no pasa por llenar las planillas del Estado de comunicadores o de algo parecido a comunicadores. Ni por voceros pintados para esto o para aquello. Se trata de algo más: de la elaboración inteligente e imaginativa de criterios y políticas de comunicación capaces de sostener y no de traer por los suelos decisiones y acciones de gobierno y Estado realmente importantes. ¿Cómo así se decidió que el ex ministro de Defensa hiciera el ridículo en la televisión tratando de hacer pasar por amor una torpeza funcional propia? ¿No hay quién le diga al oído al presidente Kuczynski que no tiene que ventilar asuntos internos del país en una visita de Estado en el exterior? ¿Por qué arremeter contra prerrogativas del Congreso de interpelación y censura en defensa de un ministro, sin duda competente y respetable, pero obligado a explicar asuntos de corrupción y otros que tocan gravemente su responsabilidad política? ¿Qué pretende hacer el ministro del Interior adelantando opiniones y presunciones en el tema del incendio en Larcomar, pésimamente investigado hasta hoy, policial y judicialmente?
Fernando Zavala no solo tiene que destrabar trámites e inversiones. Tiene que destrabar la comunicación del Gobierno y del Estado, que está en nada. Hay ministros que juegan a la sobrevivencia en la sombra, como si se los hubiera tragado la tierra. El perfil bajo es lo peor que le puede pasar a una gestión moderna. Es propio de regímenes autoritarios. Debiéramos acabar con ello.
Bueno pues, he aquí un talón de Aquiles al descubierto, que será peor cuando le atraviese una flecha.
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Entrevista a @JuanSheput: “Estoy de acuerdo con la interpelación” ► https://t.co/nXoRhZxxyL Por @arkadin1 pic.twitter.com/6ytx7guXKN
— Política El Comercio (@Politica_ECpe) 3 de diciembre de 2016